Capítulo 9

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Llegué a un enchufe de energía verde. ¿Qué nueva prueba mortal me esperaría? Ni idea, aunque si lo supiera, no sería una sorpresa, así que me podría escaquear. Y Mommy no quería eso, claro. 

Primero inspeccioné mis entornos. Enfrente mía, a unos metros, había una reja. A mi izquierda, otra. Y a mi derecha... ¿un contenedor con juguetes?

Ponía "Barry" en lo que deduje que era la parte delantera. Así que... se llamaba Barry... Esto, ¿Quién tuvo la idea de ponerle un nombre a un vagón? Alguien debería revisar su salud mental.

Puse la mano verde sobre el enchufe y deposité la energía en el otro triángulo en la primera reja mencionada, que se levantó.

Pasé por debajo de ella, fui recto, torcí a un lado... y acabé detrás de la segunda verja mencionada. ¿Qué...? Tiré de la palanca que había, y esa reja también se levantó.

En algún momento le había cogido simpatía a Barry (no sé muy bien cuándo), por lo que tiré de él hacia mí. Ahora bien: estaba sobre unos raíles que justo pasaba por debajo de la segunda reja. Qué casualidad. 

Repetí el proceso, aunque admito que me llevó unos cuantos intentos averiguar por dónde ir.

Palanca: Bajada
Barry: A mi lado
Mommy y/o otros: No
Por lo tanto: Todo bien

Había un casette azul marino y el VHS estaba justo al lado. Conveniente. No dudé en insertarlo. La pantalla se encendió en un chisporroteo.

En ella se veía a un hombre vestido de amarillo. Se rascó la mejilla y se miró la tarjeta identificatoria que le colgaba del cuello. Parecía nervioso.

Bien... Marcus —dijo una voz. Desde el ángulo de la cámara solo se veía a Marcus—. ¿Qué ha pasado? 

Verá... —empezó con una voz chillona y aguda—. Iba volviendo a casa, cuando me di cuenta de que me había dejado la cartera en la cafetería.

Marcus, tonto. Si no fuera porque no había nadie a esas horas, te habrías quedado sin cartera. La cafetería era el lugar en el que más gente había en la fábrica a la vez en todo el día.

Así que corría hacia allí por el vestíbulo—siguió—, y ahí es cuando lo veo: un asa de mapa alojada debajo de la puerta del ala de innovación.

—¿Y qué hiciste, Marcus?

—Bueno, sólo pensé que agarrar la maldita billetera podría estar en mi camino —contestó sin dudar.

—¿Y...? —le apremió el otro.

Bueno, estaba tratando de alcanzar la cosa y algo extraño se movió por su cuenta. Me tenía asustado; pensé que era el único allí —confesó.

Oh, pobre inocente. Créeme, eso es algo que nunca se debe dar por sentado.

Así que eché un vistazo por debajo de la puerta —explicó—, y algo enorme y sangriento se estaba acumulando en el maldito pasillo.

—¿Cosa? ¿Estás seguro de que no era una persona?

Era más probable que fuera una "cosa" a que fuera una persona.

No hay nadie que mida 50 pies de largo y tenga mil piernas —negó Marcus.

Espera... ¿Mil piernas? ¿50 pies?

Marcus, me estás confundiendo
dijo su interlocutor—. Tal vez viste un montón de gente caminando.

Sí, porque como hay tanta gente en la fábrica...

—Mira, no era gente, ¿estamos?
—insistió Marcus—. No tengo una maldita noción de lo que era, pero no era humano.

Hmm... ¿A quién le has contado esto? Aparte de mí, obviamente —se apresuró a añadir.

Sólo a usted, señor. Obviamente
aseguró con sarcasmo.

El otro suspiró.

De acuerdo, haré que los de seguridad revisen las cámaras y echen un vistazo —cedió.

¿Qué? —se indignó Marcus—. Hay un enorme monstruo sangriento por ahí. Skimmer no se va a deshacer de él.

—Te estás desviando del tema, Marcus. Hacemos juguetes, no monstruos —esclareció—. Ahora vamos, vete.

Sí, claro. ¿Entonces que eran Mommy, Huggy, Kissy, y, cómo no, Poppy? Porque humanos, desde luego, no.

Marcus se levantó, pero la otra persona le paró.

Tráeme un café, ¿quieres? —pidió—. En realidad, no importa, vete ya.

Marcus se fue.

Continúe con mi trabajo. Tuve que poner la electricidad en dos conectores a la vez. De algún modo misterioso lo conseguí. Dado que ya he explicado cómo, creo que no hace falta repetirlo.

Pero Marcus... Había descubierto uno de los más grandes secretos de la empresa. Y uno —o el— más oscuro.

Pasé por debajo de la reja y atraje a Barry.

¿Cómo habían creado a... los juguetes malditos? ¿Con qué propósito? ¿Qué tuvo que ver el señor Ludwig con ello?

Tuve la sensación de que Poppy era una pieza clave en el misterio.

Seguí avanzando. Había una cuesta bloqueada con tablones de madera.

Al estar sumida en mis pensamientos, no me di cuenta de que las leyes de la física seguían actuando.

Barry escapó de mi agarre y rodó a toda velocidad marcha abajo. Destrozó los tablones, pero...

¡Barryyyy!

¿Por qué? ¿Por qué debía lidiar con tantas muertes de... de seres inanimados importantes para mí?
Primero mi mano roja, luego Barry... ¿Qué más?

Sí, sé que no pueden morir porque nunca han llegado a vivir, pero los quería igualmente, ¿vale?

Desapareció por un agujero oscuro.

Spoiler: no lo volví a ver.

Me metí por el agujero esperando encontrarle allí. Nada. Había un agujero-túnel en el suelo que daba a otra planta.

Para entonces ya sabía que: agujero+caída+yo = otro camino.

Matemáticas sencillas.

Lo más extraño de todo era que al final salí a la Play Station. ¿Pero cómo...?

Tuve la sensación de que la fábrica era como un hormiguero gigante; lleno de caminos que se conectaban entre ellos y que avanzaban más y más hacia abajo.

Fui al cuadro de mandos al lado del cartón de Kissy Missy. Por un segundo la eché de menos. Esperaba que Mommy no la hubiera matado...

Inspiré hondo y bajé la última palanca, preparada para enfrentarme a mi última prueba.

No tenía ni idea de lo que se me venía encima.

Poppy Playtime Chapter 2: Fly in a webDonde viven las historias. Descúbrelo ahora