Capítulo 7

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Subí por la escalera hasta llegar a la parte superior.

Por si hay alguna duda, no, no morí por una caída alta. Sí, probablemente abundará la decepción.

La puerta que había al final de la escalera estaba arrancada. Con una silla. Efectivamente, el pomo estaba bajo el respaldo de la silla.

Bajé, hasta otra entrada, irónicamente tapada por una escalera. Pero de las escaleras esas altas para subir a los sitios. A ver, que no me explico. Una escalera de mano. De esas.

La tiré al suelo con el Grab Pack.

Nada.

Para mi rabia y frustración, no me quedó más remedio que volver sobre mis pasos e indagar en los túneles que ramificaban del principal.

De nuevo, no podía hacer nada.

Volví a la silla, y traté de apartarla con el Grab Pack. Casi chillé por el enfado cuando la retiré con facilidad y me di cuenta de que el paseíto había sido innecesario.

Abrí la puerta, que crujió. ¿Qué les costaría a una empresa como Playtime Co. mantener de vez en cuando el sitio? Pero no, mejor dejar que hubiera agujeros, grietas, mugre, manchas de sangre y juguetes malévolos. Claro que sí.

Delante de mí había un agujero enorme, tapado con algo blanco. Lo toqué con cuidado y mucho asco. No recomiendo tocar sustancias desconocidas en fábricas con juguetes poseídos, pero hay que investigar.

Eran hilos blancos y pegajosos. Deducí que se trataba de tela de araña. Vaya mente más brillante.

Por mucho que lo intenté, no conseguí pasar, así que busqué alternativas.

A mi lado había un póster de Bunzo Bunny chocando sus platillos, y bajo el póster había una sustancia roja. Ésa no la quise analizar.

A oscuras, subí por una rampa de la que no siquiera me había percatado hasta que noté que subía poco a poco.

Me encontraba de nuevo en la Game Station. ¿Qué cómo había llegado hasta allí? Son misterios como esos los que no me dejan dormir por las noches.

Fuera de bromas, sí me parecía extraño. Desde que salí del Musical Memory me había pateado media fábrica; llegar al punto de partida era extraño, por no decir espeluznante.

Tiré de la segunda palanca del control de mandos al lado de Kissy Missy. De inmediato empezó a sonar la voz de Stella.

¡Guau, lo has hecho genial! ¿Quién te dio permiso para ser tan inteligente?

Se rió y no pude evitar un estremecimiento.

Mommy está super orgullosa de ti, pero seguro que ya te lo ha contado ella misma.

Si querer meterme en juegos mortales y esperar mi muerte en ellos era estar orgullosa, entonces su orgullo debía ser enorme, me dije.

¡Nuestro siguiente juego es Whack-a-Wuggy! ¡Ve escaleras abajo y diviértete!

¿"Wuggy"? ¿Como de Huggy Wuggy? Seguramente moriría del miedo antes de jugar, y tanto Mommy como yo no acabaríamos del todo satisfechas. Resignada, giré a la derecha y bajé por unas escaleras. 

"WHACK-A-WUGGY"

El cartel —de letras amarillas sobre un rectángulo azul con un Huggy azul dándole un martillazo a otro verde— confirmó mis mayores temores... O relativamente mayores en mi situación. 

Entré por lo que me atrevería a llamar "el típico pasillo de Playtime Co.". En las paredes blancas había círculos negros dibujados de los que salían Huggys de diferentes colores, aunque parecía que había sólo cuatro: azul, verde, amarillo y rojo. Y no, nadie me tiene que recordar el original.

El final del pasillo no estaba bloqueado. Pero sí había una discreta puerta blanca por la que quise entrar. La fábrica era mil cosas, y una de ella era obvia: llamativa. Así que todo lo discreto llamaba aún más la atención.

Dentro había unas cuantas cosas que aseguro que no eran importantes, salvo una reja que impedía el acceso de cualquiera a una estantería con unos veinte Grab Packs. Curiosamente, todos tenían la mano roja... ¿A qué se debería? A nada bueno, seguro.

Con el corazón a mil, salí del almacén, porque era un almacén seguro. Mis ganas de salir corriendo subían cuando pensaba que era imposible. Me coloqué frente al final del pasillo... Y entré. 

El suelo era de arena. Sólo había paredes azules, aunque estaban vívidamente decoradas con manchas de pintura verde, dibujos simples y tuberías verdes que salían de ellas en horizontal. ¿Tuberías? ¿En serio? Seguro que dentro había un ejército de mini Huggys que iban a comerme.

Tuve un escalofrío mientras me reprendía el hacer bromas siniestras en momentos inadecuados; sobre todo si esas bromas siniestras podían ser en parte o del todo ciertas.

 En una quinta pared amarilla y estrecha entre dos paredes grandes estaba el monitor de las instrucciones, que al encenderse de repente me hizo dar un bote de sorpresa. 

Bienvenido a Whack-a-Wuggy. Este avanzado test es para medir tus habilidades de reacción.
Un Grab Pack de dos manos se te será entregado para este test.
A tu alrededor hay dieciocho agujeros. Un adorable Huggy Wuggy se asomará por cualquiera de los agujeros.

¿"Adorable" y "Huggy Wuggy" en la misma frase? No, no, no... Hasta que me matase Bunzo sería mejor.

Me consolé pensando que por lo menos no eran el Huggy Wuggy de verdad; sólo versiones de colores.

Colorinchis —pensé, y no pude evitar sonreír.

Deberás golpearlos con el Grab Pack. Eso es todo.

—Antes, los Huggys tenían cuerdas adheridas a ellos para que pudieran tirar de ellos antes de que se acercasen demasiado a los niños.

En el cristal para supervisar atisbé la silueta de Mommy, y a pesar de que no veía su cara, sí supe que había puesto una cara condescendiente, a juzgar por su tono meloso.

Siguió hablando, pero me había enfadado tanto que ya ni la oía. Lo que hacía era cruel.

Querer ver morir a alguien era cruel.
Jugar con una persona bajo amenaza de muerte era cruel.
Disfrutar del sufrimiento ajeno era cruel.

Y matar a esa persona si no te complacía en cualquier sentido también era cruel.

Acabó de hablar, despidiéndose con una risa tan amable, aguda y melosa que era siniestra.

Oí un ruido detrás mío y vi a un mini Huggy verde lanzándose a mi cara.

Poppy Playtime Chapter 2: Fly in a webDonde viven las historias. Descúbrelo ahora