Capítulo 3

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¿Y ahora? ¿Debía intentar meterme por el agujero e intentar salvar a Poppy?

No me gustaba la idea, pero quedarme quieta, sin hacer nada, a la intemperie, tampoco se me hacía demasiado agradable.

Tomé la decisión más inteligente. ¿Pirarme e intentar buscar otra salida? No, qué va, mejor meterme por un agujero enorme, que lleva a un lugar seguramente terrible, para buscar a una muñeca seguramente poseída, y salvarla de otra criatura seguramente maligna para que luego seguramente me traicione. Ya lo sé, una idea excelente.

Sabiendo que todas las puertas a mi alrededor estaban cerradas, cerré los ojos, respiré hondo, los abrí, y salté.

Una exclamación de sorpresa escapó por mis labios. No era un agujero; bueno, sí, pero era un tobogán. Franjas de luz pasaron de manera sucesiva dentro del tubo azul, y de pronto, ya estaba fuera.

Por encima del tobogán ponía: "Elliot Ludwig". ¡¿Qué?! O sea que la oficina daba a un tobogán. Genial, es una construcción ideal y seria para el fundador de la fábrica —que por otra parte diseñaba juguetes cursis, así que no debía ser serio—.

"Power". Ignoré el cartel y entré. Gruñí. De nuevo solucionar el problema de la electricidad cortada. ¿Y no contratan a nadie para que la revise, restaure, arregle o cosas así?

No, claro, mejor que lo hagan los trabajadores.

Suspiré, cansada, y me puse manos a la obra —literalmente, ya que usé el Grab Pack y todo eso—.

Al acabar saltaron chispas, y las seguí hasta un lugar llamado "Game Station", un nombre bastante esclarecedor. O por lo menos, esperé a que la puerta metálica subiese, entré a un pasillo iluminado de rojo y...

Enfrente mía, una puerta estaba cerrada de la misma manera como esta por la que acababa de entrar. Una silueta roja luminosa por encima de la puerta en forma de mano me llamó la atención.

Me acerqué, algo desconfiada. Tenía un mal presentimiento. Y efectivamente, al poner la mano roja del Grab Pack encima, otra mano la agarró y la arrancó.

Oí una risa que me heló la sangre.

—¡Un nuevo compañero de juegos!
—carcajeó una voz aflautada, y, aunque no sabía de quién (o qué), sí sabía algo: no era Poppy. Por lo tanto... debía ser su secuestrador. O secuestradora.

Las paredes retumbaron, y ella bajó.

Tenía razón, cosa que no me alegró en absoluto. No era humana, era un juguete.

O concretamente, una araña rosa chicle. En su mano sujetaba a Poppy, que seguía atrapada. Vale, esas dos no eran aliadas, salvo que ser aliadas consistiera en raptar a tu compañera, amordazarla y ponerle telarañas en la boca.

Analicé a la criatura. Su cara era redonda y rosa claro, con ojos enormes con iris verde, pintalabios rosa, un peinado algo raro. Sus pelos rosa chicle —en forma de tubos— estaban hechos a una coleta a la derecha de su cabeza. El resto de ellos, curvados hacia arriba en círculo en el lado contrario.

—Mommy ha oído que Poppy quería simplemente darte el código para el tren —dijo en un tono entre regocijo e incredulidad—. Y bien, ¿cómo es eso divertido? —quiso saber.

No contesté.

La tal Mommy tenía unas extremidades larguísimas, —cuatro, lo cual es extraño. ¿Por qué? Bueno, se supone que es una araña, pero las arañas tienen ocho— que acababan en manoplas rosa chicle de cuatro dedos.

—La Game Station sigue en funcionamiento; será igual que en los antiguos tiempos. Y si ganas todos los juegos, ¡te daré el código! —anunció, poniendo la voz más aguda y meneando a Poppy frente a mí.

¿Era yo o había impotencia en sus ojos?

—Me encanta la idea, Poppy —se dirigió a la "muñeca", fingiendo que no había sido su propia idea—. ¡Vamos a divertirnos tanto!

No me creí su predicción. O a lo mejor el plural era equivocado y se refería a que ella iba a divertirse toturándonos.

—Dirígete a Musical Memory, y Mommy hará los preparativos —dejó su tono cariñoso para cambiarlo por un frío, casi robótico—. Obedece, o si no, o te haré pedazos, y me comeré tus entrañas mientras sigas viva...

Carcajeó una vez más y desapareció por el techo.

Entonces caí de rodillas. Sólo quería llorar, olvidarme de todo. Porque morir sin dolor no me habría importado mucho, pero el tipo de muerte que describía Mommy... mejor no pensar en él.

Me levanté de nuevo, sorbiendo por la nariz. ¿Cómo iba a pasar por la portezuela cerrada sin la mano roja? Por suerte o desgracia, se desplazó hacia arriba. Daba a un pasillo con murales en ambas paredes, uno de la Game Station, y otro de todos los personajes de Playtime Co.

Otra puerta metálica. A su lado, una palanca de metal lanzaba destellos si le daba la luz. La bajé, abriendo otra puerta. Tras ella seguía la Game Station.

—¿Qué podríamos hacer para hacer de nuestra fábrica un lugar más creativo y divertido para los huérfanos? —nos preguntó el jefe, paseando por nuestro lugar de reunión.

Juegos —propuso alguien.

¿Qué tipo de juegos?

Pues... Podríamos poner un tren, por ejemplo. Y a alguien que lo conduzca.

El jefe garabateó en su libreta. Lo había apuntado, así que debía ser una idea magnífica.

¿Más juegos? Deben ser perfectos.

¡El escondite!

¡Simón dice!

¿Las estatuas musicales?

¿Monopoly?

¡Alto! Ha habido buenas propuestas por ahí. Me gustan las propuestas de las estatuas musicales y del Simón dice. ¿Alguien tiene alguna otra?

Dudé, pero levanté la mano.

¿Sí?

De pequeña me encantaba un juego en el que había que pegar a unos topos que salían por agujeros con un martillo.

¡Ah, muy bien! Ahora sobre hacer esos juegos más característicos de la fábrica. Veamos... Las estatuas musicales. Sí te mueves pierdes, ¿no? Vale... vale... Podría... Perseguir... Luz...—las últimas frases no las entendí, porque las murmuraba.

Al rato, levantó la vista de nuevo, claramente satisfecho.

Bien, Simón dice. Hagamos eso, pero con botones de colores y... —se rascó la nuca—, un conejo.

¿Qué? ¿Qué tipo de sentido tenía eso? No objeté, no obstante, la intriga me mataba.

Y finalmente, el Matatopos. Mmmm... Pegar... Personajes... ¡Ajá! ¡Lo tengo! ¡En vez de topos serán mini Huggy Wuggys, que saldrán por tuberías en la pared!

Casi grité de la frustración. ¿A qué venía aquella obsesión con Huggy Wuggy? ¿Y por qué tenía que emplearle en mi proposición?

Pero me callé y me sumé a los aplausos de los demás.

Poppy Playtime Chapter 2: Fly in a webDonde viven las historias. Descúbrelo ahora