Capítulo 12

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Aunque, claro, no tenía exactamente pruebas, así que tampoco es que pudiera anunciarlo así como así.

Mi instinto me decía que era verdad, pero eso y lo que había encontrado sólo podían fundamentar hipótesis.

Si quería demostrarlo, si quería cambiar lo máximo posible lo que había pasado para bien, debía seguir adelante y salir de allí. O… ¿debería quedarme…?

No, ni loca. Estar en la fábrica ya me infundía ideas estúpidas. Si salía, podía encontrar a gente adecuada para lo que quería hacer. Como la policía, por ejemplo.

No me creerían, tendría que hacerlo por mí misma.

Así que jugué con los botones hasta que las dos pasarelas formaron una línea recta hacia delante.

Avancé por la pasarela y entré. Las puertas estaban abiertas de par en par. Mal rollo. Había un cartel de una abeja con anatomía gatuna, o al revés. Catbee se llamaba. Muy original, ya lo sé.

Sólo hacía chistes malos de abejas, como "to bee or not to bee, that is the question" o "you and I were meant to bee", así que paré de darle al botón rojo y proseguí.

Varias tuberías amarillas, azules y rojas —eran sin duda los colores de Playtime Co., ya que estaban por todos los lados— ascendían. Cintas transportadoras llevaban juguetes de Bunzo Bunny.

También había una plataforma metálica con dos palancas que subía y bajaba usándolas. Botones de diferentes colores estaban pegados a la pared.

Les di a todos y un juguete cayó al lado mía. Deduje que había hecho algo correcto, así que me lo guardé y bajé.

Una vez abajo, vi que se amontonaban de forma desordenada. Y no habían estado antes así. Vaya. Perdón, equipo de limpieza que por vuestra culpa podría morir.

Una vez en el cuadro de mandos, conseguí que la parte superior estuviera enfrente mía y la otra hacia la derecha, formando una "L" invertida.

En el otro lado había una máquina. "Toy Scanner." Igual que la que me pidió un muñeco de Catbee...

Puse uno de Bunzo, lo escaneó y pude entrar sin mayor dificultad.

Llegué a un punto en el que me vi forzada a meterme por los conductos de ventilación otra vez. Y conectar de nuevo la maldita electricidad, cuando además los dos conectores ni siquiera estaban en el mismo sitio.

Tuve que avanzar por los conductos, explorándolos para saber qué hacer.

En una sala había una máquina cuadrada con ojos saltones. A su lado, un conector. ¿En serio? Suspiré, dándole con la mano azul y enrollando el cable alrededor de dos postes, que se iluminaron.

La máquina hizo descender una red metálica que bloqueaba el enchufe verde en su interior. Le di con la verde mientras la red subía de nuevo.

Corrí hacia una barra para desplazarse —sí, una negra-amarilla— y me colgué, llegando al otro lado de un hueco. Había un receptor al que le endosé la energía.

Una puerta también metálica se desplazó hacia la izquierda. Entré por debajo de ella... A la sala de la máquina. O sea, las tres salas formaban un cuadrado, de cierta manera.

Pulsé el conector con la azul y trasladé la energía a otro que había cerca. Oí que algo se abría, preguntándome qué era.

Me metí en la ventilación y grité cuando caí, pues el metal cedió. Acabé en un túnel de ladrillo gris. Sacudiéndome el polvo de encima, avancé un poco.

Sobre un agujero había una barra de esas. Extendí el Grab Pack, pero en ese momento Mommy cayó del techo, profiriendo alaridos.

Yo volví a gritar, retrocediendo lo máximo posible.

—¡Te pedí que jugaras limpio, y tú hiciste trampas! —chilló, iracunda—. ¡Odio a los tramposos! Ahora… juguemos un último juego —resaltó cada palabra. Volvía a sonreír—. Se llama… ¡el… escondite! —sus pupilas verdes se habían vuelto negras y más dilatadas, dándole un aspecto de loca.

Su voz sonaba más distorsionada, alternada aleatoriamente entre suave y agresiva. Noté que estaba descolorida en algunas partes y llena de suciedad en otras.

—Diez… —canturreó, cantarina—. Nueve…

Corrí. Por mi vida. Con Huggy había corrido, sí, pero esa persecución no fue tan… cruel como esta.

Mientras salía disparada, bajando las escaleras a toda velocidad, la cuenta atrás ya llegaba a dos. Me escabullí en la oscuridad de un túnel más adelante.

Para mi alivio, no la oía. Ni viniendo ni contando. Seguí adelante de forma intuitiva. Subí unas escaleras y entré en un agujero en la pared.

Llegué a lo que parecía un trastero. Había cajas de cartón precintadas y una cinta transportadora. Sentí un poco de vergüenza cuando vi un dibujo de Candy Cat dibujado en la pared. A su lado, una palanca.

Tiré de ella. ¿Y qué hizo? Abrió la puerta que bloqueaba el paso a la cinta transportadora, dándome muy malos flashbacks de cuando huía de Huggy Wuggy. No obstante, entré.

Mi trayecto ahí dentro fue perfectamente breve. Salí de ahí dentro, —cayendo, claro— acabando en un lugar que tenía una persiana metálica, con una palanca a su lado.

"Salida de emergencia"

Aunque tiré de la palanca, esa vez no pasó nada. Genial. Así que busqué una ruta alternativa. Una puerta de madera. Bueno. Me llevó por otro pasillo polvoroso a una igual.

Había otra máquina. Pero esa era una máquina de aspecto corriente. Había cuatro palancas de los colores del parchís: amarillo, rojo, azul y verde. Levanté la vista a una barra.

Extendí el Grab Pack y me elevé en el aire. Había un hueco en el que se encontraban cuadrados metálicos de los que salían dos cables, uno por lado. Además, estaban numerados.

Un momento… Del 1 salían cables rojos, del 2 cables azules, del 3 verdes y del 4, casi invisible al fondo, amarillos... ¿Era el orden en el que debía bajar las palancas?

Me lo repetí mentalmente, y cuando bajé, tiré de las palancas. Rojo, azul, verde, amarillo. Una puerta de cuadrados metálicos me dejó pasar a otro pasillo.

Quiero decir, a Playtime Co. le faltaba originalidad. Continué. Y entonces oí cómo Mommy reía, mientras sus pasos sonaban cada vez más cerca.

Debía esconderme. Corrí hacia la sala de las palancas, mirando a mi alrededor frenéticamente. ¿Y ahora?

Por la ubicación de sus risas, calculé que tardaría un minuto como mucho en llegar. Y yo no tenía dónde esconderme.

Poppy Playtime Chapter 2: Fly in a webDonde viven las historias. Descúbrelo ahora