4. Aventuras Peligrosas

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El arrollo.

El tranquilo y temple arrollo de agua que visitaba a diario la Señorita Stacey se fue convirtiendo en una excusa reprochable. Claro que al principio la compañía del sol y el sonido del caudal la ayudaban a calmarse al perder la escuela, a sus alumnos, y estar prácticamente "sola". Aquel se convirtió en su lugar seguro para pensar en pescar, respirar e incluso gritar. Algo que ese día parecía una mezcla de las tres.

Y vaya suerte tuvo aquel día. Sacó toda su frustración con los peces, pero pronto se dio cuenta que otra compañía se sumaba a ella. Sebastián, su charla y su presencia habían sido los mejores momentos que tenía en mucho tiempo, y en cuanto cargo a la pequeña Delphine la sacudió la realidad, el anhelo frustrado de ser madre.

Pronto Bass la convenció que ella era una de esos amorosos seres, no tenía un hijo de su sangre pero tenía muchos hijos que aprendían gracias a ella. Limpió sus lágrimas y en su lugar  acomodó la cesta para unirla a su tarde soleada. El le enseñó como cambiar a Delphine, como calmar su llanto y hacerla reír, le enseñó que el amor puede venir en más de una forma que el dar a luz a un hijo de sangre.

Y qué mayor ejemplo tenía más que la querida Anne.

Luego de aquel día en que su madre trato de expresar su clara molestia, Muriel casi dio un paso atrás. Dejó de ir a su lugar seguro y se centro en preparse para las nuevas actividades en el pueblo. Pues ahora no solo contaba con un curso en la pequeña escuela de Avonlea, si no que era parte de las impulsadoras del pueblo que hacían ferias y actividades intelectuales para aquellas feminas que no hubieran accedido a la educación y lo desearan. La Señorita Stacey se encargaba de enseñarles el idioma, literatura y Ciencia. Y claro con ayuda, una de las madres progresistas logró traer a otra maestra provisional al pueblo respecto a Matemáticas e Historia. 

Rachel y Marilla procuraban ayudar pero entre las obligaciones de sus propiedades y ser miembros del Consejo su único aporte era de organizadoras y proveedoras de comida en las ferias. Un hecho que las hacía lo suficientemente dichosas para que su proyecto creciera. Pronto ya habían mas de dos docenas de mujeres en El Centro de Vida. Desde sirvientas y huérfanas hasta  simplemente aquellas que por tiempo, o prejuicios no pudieron aprender.

Muriel fue la que hizo realidad el sueño, aunque claro saco la idea de su principal benefactora espiritual. Su alma afín..

Anne

La luz que entra por la ventana cae directamente en mi rostro avisándome que otra mañana llegó. 

El sol cubre nuestras cabezas y ahora me arrepiento el no llevar un sombrero, pero he salido con tanta prisa que tomar mis libros y cambiarme ha sido el máximo movimiento que he podido hacer. Estas primeras semanas en Queens me han dejado casi sin fuerzas más que ponerme al corriente con las materias, no es que se me de mal pero las intervenciones de la Señora Cawpell y sus trabajos infinitos a mi persona son grotescos.

Casi y no he tenido tiempo de escribirle más cartas a Gilbert. Cuando llego en la tarde o la noche debo apresurarme con las tareas y mis asuntos personales como la ropa, o la estricta etiqueta de la casa de la Sra Blackmore son desgastantes para mi cansado espíritu.

Solo he recibido un par en casi un mes. Un par. Algo que me deja sedienta de él.

Querida Anne.

Quiero empezar expresándote el cuán feliz me hace el ver tú letra entre mis cartas, y mucho más algo tan profundo y maravilloso como él que me ames.

"Anne with an E" Temporada 4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora