"Anne with an E" Temporada 4

1. Primer día

Las clases en Queens dieron su inicio con una campana que llevaba sonido a cada habitación, Anne creyó haber explorado su nuevo hogar pero se vio sorprendida al descubrir que era mucho más grande. Las chicas no eran las únicas que se alojaban allí, un puñado de jovencitas corrían por todos lados entre cintos y sombreros.

A las ocho menos cuarto el grupo de señoritas se encontraba caminando por la calle principal de la ciudad de Charlottetown, las risas suaves y tacones bajos se robaban la vista de los pobladores de la ciudad.

-No Ruby estoy segura que los chicos de Queens entenderán que ahora solo tengas ojos para Moody.

-Soy tan hermosa que me preocupa que se enamoren de mi de inmediato, no me queda más que dejarles claro que mi corazón está ocupado.

Los pasos se acortaban a medida que la conversación seguía robandoles sonrisas, por otro lado Anne dejó de suspirar desde que la señora Cowpell les pidió pasar a la sala se la gran mansión. Aquello no era lo que imaginaba, había pequeños casilleros de madera en cada pasillo, lo suficientemente largo para el número de estudiantes que recibirían ese año.

-Podrán usarlos para guardar material educativo más cosas personales. Tendrán un cerrojo y pueden decorarlo a su gusto, claro cuidando su imagen y la de la institución.

A medida que la señora Cawpell una mujer de no más de cuarenta años de apariencia vivaz pero estricta, con un corsé más apretado de lo normal y unos ojos verdes alzaba la voz, el grupo de amigas susurraba entre ellas.

-¡Avonlea! Seriedad porfavor

Las chicas enmudecieron en un segundo, era claro iban a representar a su pueblo también. Ya no eran las niñas de los rituales y la pizarra date cuenta. Eran jovencitas universitarias y debían empezar a comportarse como tal.

-Algunas pueblerinas son así, señora Cawpell- dijo una voz masculina proveniente detrás de ellas.

-Señor Crane nadie le pidió su opinión- le corrigió de inmediato.

Pero el joven no borró su sonrisa y le guiño un ojo a Ruby, quien al darse la vuelta estaba tan Roja como un tomate.

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Mientras que a cientos de kilómetros en un pueblo más grande y más frío, el joven Gilbert Blythe ganó simpatía de un público enloquecedor luego de mostrar sus conocimientos en medicina básica y responder todas las preguntas del provocador Doctor Bills.

Se sentía desconcertado en un pueblo más grande y extraño, el único conocido que tendría sería la lejana ayuda de la Doctora Emily Cooper amiga de la Señorita Stacey, quién gracias a su intervención consiguió entrar a Toronto College. Pero al cabo de unas horas se dio cuenta de lo equivocado que estaba, no sabía que dejar sorprendido al educador más difícil del campus le daría unos amigos intensos llenos de preguntas por el "chico nuevo".

-Entonces Gilbert Blythe de donde vienes- preguntó el más extrovertido de ellos.

-Isla Príncipe Eduard, Avonlea.

-Recuerdo haber oído de ellos, sí mi padre los mencionó por la fiebre del Oro.

Gilbert les explicó a sus nuevos amigos sobre lo que sucedió después de ser timados por los estafadores del oro, y les convenció de la belleza de su gente.

Para cuando terminó el día tanto Gilbert como Anne ya habían conseguido un sobrenombre entre las masas de estudiantes y admiradores.

El Doctor Blythe y la pecosa Rival de Roy.