2 | Limerencia ★ Stiles Stilinski [Teen Wolf]

[ C U M P L E A Ñ O S ]

U N I V E R S A L   P O V

Desde que tienen uso de razón, sus padres han hecho todo lo posible porque Riley y Carly sean su propia persona. Incluso aun si en los certificados de nacimiento decía que sus cumpleaños eran el mismo día, insistían en que la mayor lo celebrara un día antes y la menor el siguiente, ya que al nacer nacieron en días diferentes por cuestión de minutos.

Pero gracias a la naturaleza introvertida de Carly y la extrovertida de Riley, realmente eran dos días completos para que celebraran sus cumpleaños. Pero también necesitaban separarse un poco.

Desde que Riley tuvo edad para ir al bosque a solas, empezó a escabullirse en las tardes del día anterior al que nació a ver el sol ponerse. Siempre había amado la vista que tenía desde el mirador, y ahí podía ver como la ciudad de Beacon Hills se iluminaba con tonos dorados, rosados y rojizos, hasta que las estrellas comenzaban a bañar la ciudad y la luna aparecía brillante en el cielo de la pequeña ciudad de California.

Había llegado con algo de comida, su cámara, una libreta con garabatos y una bocina que estaba conectada a su celular y tenía a Childish Gambino sonando suavemente.

No tenía idea de cuanto tiempo había pasado ya, pero había suficiente para qué descartará la libreta, ya que no había suficiente luz para ver lo que garabateaba. Estaba sentada entre la tierra, el musgo y el pasto del bosque, mientras tenía su ojo en la mirilla de la cámara.

Había escuchado unos cuantos autos pasar por el sendero más cercano, pero reconocía el sonido de este auto. Justo cuando apretó el disparador, las brillantes luces del Jeep de Stiles consiguieron que su fotografía se arruinará.

El cuerpo de Riley se tensó de inmediato. Y escuchó la puerta abrirse. Podía sentir sus manos sudar casi de inmediato, aun si extrañaba a su mejor amigo cada día, no estaba lista para verlo aún. Seguía sintiéndose humillada y su corazón seguía descompuesto.

—Supuse que estarías aquí —la rubia escuchó mientras bajaba la mirada y veía en la pantalla de la cámara la fotografía sobreexpuesta, sin hacer nada por voltear a verlo—. No... Riles, puedo irme si me lo pides. Pero necesitas decirlo.