siete

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—¡Harry!

El rizado sonrió mientras aceleraba un poco el paso, acercándose a Louis, quien lo esperaba ya listo para que ambos se marcharan a casa.

—Hola, otra vez. —saludó Harry cuando se situó frente al mayor, quien sólo sonrió y le hizo una seña con su cabeza, indicando que debían comenzar a caminar.

—¿Qué tal todo? —preguntó Lou.

Esta vez H no tuvo que pensar ni medio minuto su respuesta: —Bien.

Sí, las cosas fueron buenas aquel día, incluso cuando no hubo mucha diferencia a días pasados. Era sólo que Louis podría cambiar un montón algunos de sus pensamientos, como cuando prefirió quedarse con Harry en lugar de con su mejor amigo, eso fue... bonito, supone. Puede que hasta llegue a parecer  egoísta al emocionarse ante el rechazo de Lou a Dave, pero Harry sintió como si ya fuera importante para el ojiazul.

Y así era.

—¡Eso es bueno! —Harry asintió con una sonrisita y bajó su mirada.

—¿Y tú? —le preguntó, aún con la mirada sobre sus pies. Louis soltó un suspiro.

—Dave no me dirigió la palabra en todo el día, —confesó en voz baja, y a Harry le hizo sentir mal el tono triste con el que las palabras fueron pronunciadas, porque Lou no parecía de esas personas que se ponen tristes, él luce como si todo lo que hiciera fuera sonreír y hacer chistes y luego hablar hasta el cansancio. Sin embargo, Louis cambió rápidamente su ánimo, y habló en voz más alta —pero mañana será diferente, te lo aseguro.

—Seguro que sí. —le animó el pequeño, levantando su mirada y sonriéndole al otro.

—¿Tienes tarea? —Louis decidió que era mejor cambiar de tema.

Harry negó con la cabeza. —Nope. Hoy hemos trabajado mucho en clase, y la maestra dijo que nos merecíamos un fin de semana sin tareas. ¡Es genial!

—Creo que te envidio un poco. Mi profesor es un maldito, parece que nos dejó tarea para todo el mes.—se quejó Lou, mientras pateaba una piedra que estaba en el camino.

—Eso no es divertido.

—Por eso no haré la tarea. —confesó y hasta parecía orgulloso de sus palabras.

—Debes de hacerla, Lou. No es bueno que la dejes pasar. —Harry tenía el ceño fruncido y a Louis le pareció muy tierno, y sintiendo que la confianza entre ellos ya existía, pasó su brazo por los hombros de Harry, quien sintió quedarse sin aliento ante aquella acción.

—Yo a la tarea le llamó explotación estudiantil. Estoy en contra de ella, así que no la haré.

—P–pero... —Louis subió su mano hacia el cabello de Harry, y terminó por acariciarlo, le parecía muy suave y quizás estaba un poco largo. Repitió esa acción muchas veces, haciendo que Harry cerrara los ojos en ocaciones, sólo por un segundo, porque estaba caminando y podía caerse si caminaba con los ojos cerrados.

—Me gusta tu cabello. —confesó Louis, sin dejar de acariciarlo.

—G–gracias... —H ya hasta había pensado que eso de tartamudear había quedado olvidado, pero no fue así y ahora sentía cómo sus mejillas comenzaban a sonrojarse. —A mí m–me gustan tus... tus ojos.

—Son azules, no tienen nada de especial.

—Bueno... el azul es mi color favorito... —confesó.

—Entonces, desde ahora mi color favorito será el verde. —comentó Louis, sonriendo.

Harry ladeó un poco su cabeza, curioso. —¿Por qué?

—Porque de ese color son tus ojos.

Harry iba a decir algo más cuando un chillido le hizo dirigir la atención a un árbol por el cual estaban cerca. Louis también se percató de eso, así que ambos comenzaron a caminar hacia el árbol. Harry tenía un poco de miedo, así que dejó que el mayor fuera adelante y él caminó detrás de él, sujetando levemente la sudadera de Lou.

—¿Y si es un asesino? —susurró Harry.

—Eso no sonó como un asesino, —lo tranquilizó Louis, después se detuvo —fue más como...

Harry asomó un poco su cabeza. —¡Un perrito!

—¡Oye! —le reprochó el mayor, ya que Harry había soltado el grito justo en el oído de Lou y terminó por aturdirlo.

—Lo siento. —se disculpó. Se puso de cuclillas para mirar mejor al animalito. Era un french poodle, era pequeño, su pelaje blanco estaba sucio, lleno de tierra y mojado, seguramente por la lluvia. —Pobrecito...

Harry alargó una de sus manos hacia el perrito, lo hizo con miedo de que le fuera a morder, pero movió su cola, así que le pareció inofensivo y terminó por acariciarlo.

—Es bonito. —murmuró Louis a su lado, también estaba en cuclillas y acariciaba al animal. —¿Crees que tenga dueños?

—No tiene collar.

—Está temblando.

—¡Debemos llevarlo a casa!

—¿Tu mamá te dejará quedarte con él? —cuestionó el mayor. Harry pensó y llegó a la conclusión de que sí, su mamá podría darle el permiso para cuidar al perrito. Ella era la que siempre se preocupaba sobre él siendo un solitario, bueno, una mascota podría llenar la soledad, justo como Louis lo estaba haciendo también.

—Síp... o eso espero. —dijo y tomó al perrito entre sus brazos, Louis le ayudó con su mochila y volvieron a tomar su camino.

                                                     •••

—¡Por favooor! —rogó una vez más Harry. El perrito se movía entre sus brazos, hasta lucía emocionado.

Su mamá aún tenía ese rostro indiferente. —No puedes quedartelo, Harry. Ya te lo dije.

—¡Mamá, por favor! Míralo, es hermoso. —después de mencionar eso, el cachorro comenzó a mover la cola y a la ladrar, como si le estuviera dando la razón al niño.

—Además es pequeño, seguro que no causa problemas. —Louis decidió intervenir, apoyando al rizado.

Anne suspiró. Vio lo ilusionado que lucía su hijo con tener una mascota y se replanteó nuevamente su respuesta definitiva. Si un cachorro iba a hacer a su hijo feliz, no tenía otra opción más que aceptarlo.

—Debes bañarlo, después lo llevaremos al veterinario, le darás de comer y vas a limpiar sus desechos y el desorden que haga. —murmuró con voz firme. Louis y Harry intercambiaron miradas.

—¿Eso quiere decir...? —preguntaron los dos al mismo tiempo.

Anne sólo se agachó a la altura de su hijo, viendo específicamente al perrito y con una sonrisa dijo: —Bienvenido.

  El cachorro ladró y los niños sonrieron victoriosos. Louis pasó su brazo sobre los hombros de Harry para acercarlo a él, y acarició al perrito.

La vida de Harry parecía ir mejorando. Quizás, sólo quizás, tener a Louis a su lado le daba suerte.

Y Louis sólo podía pensar que ver a Harry feliz podía convertirse en su pasatiempo favorito.

Patience | Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora