26. Entrando en la montaña

1K 68 17
                                    

La Compañía avanzaba hacia la Montaña Solitaria sobre las monturas que el gobernador les había ofrecido. Con cada paso, firme o titubeante, se acercaban más a su destino, el que habían sellado cuando salieron de Ered Luin. Algunos charlaban, otros, como Thorin o Bilbo, cabalgaban en silencio, sumidos en sus pensamientos, dejándose llevar por el rítmico trote de los animales.

Bilbo recordaba bien su última conversación con Iriel. Cuando sus compañeros se marcharon de aquella habitación para despedirla, ella le agarró débilmente de la manga de su chaqueta y le susurró que se quedara. El hobbit no había tenido ocasión de estar a solas con ella desde el ataque porque Thorin se había proclamado el derecho a acompañarla en aquellas horas cruciales e interminables, aunque el hobbit hubiera preferido mil veces estar a su lado mientras luchaba contra la muerte, que entre las solitarias paredes de su habitación, donde veía pasar los minutos como granos de arena que le arañaban el corazón, rezando en todos los idiomas que conocía para que la chica se recuperara.

--------------------------------

- Bilbo, tengo que pedirte un favor...

- Claro, lo que quieras - le dijo el mediano agarrando la mano de la chica con delicadeza y acariciándola. Iriel se veía cansada aunque trataba de sonreír para que el resto no se preocupara, pero Bilbo podía ver más allá, veía el tenue brillo del miedo en el fondo de sus ojos cristalinos.

- A estas alturas ya te habrás dado cuenta de lo que siento y de lo importante que es Thorin para mí... aunque está claro que aquí es una persona muy importante para todos - Iriel sonrió con complicidad y el hobbit asintió con la cabeza, el rey enano también ocupaba un lugar muy importante en el corazón de Bilbo, aunque no fuera de la misma forma que para la chica - Todos confiáis en él porque es un gran guerrero, es inteligente, valiente, protector con su pueblo y capaz de cargar con una gran responsabilidad sobre sus espaldas, pero debajo de eso se esconde un mortal como los demás, no debéis olvidarlo.- Hizo una pausa - Me preocupa su lado obstinado y temerario, todos sabemos lo que está dispuesto a arriesgar para llevar a cabo esta empresa - los ojos de Iriel se apagaron por un instante, el corazón de Bilbo se encogió. Sí, él también sabía que el rey enano estaría dispuesto a luchar hasta la muerte, como siempre había hecho y esta vez nada le impediría forzarse hasta su límite para después intentar sobrepasarlo. - Por eso quiero pedirte que cuides de él en mi lugar e impidas que cometa una locura.

- ¿Yo? - Bilbo abrió los ojos con intensidad - ¿Cómo voy a cuidar yo de él? Thorin siempre hace lo que quiere, sin escuchar a nadie y menos a mí...

Iriel sonrió, pero mantuvo su mirada firme.

- Thorin tiene en cuenta tus palabras más de lo que tú crees. Por favor, haz que escuche la voz de la sensatez que a menudo se empeña en olvidar, hazle recordar que una simple vida en compañía vale más que cualquier muerte gloriosa, que su pueblo y su familia le necesitan vivo. - Ambos enfrentaron sus miradas durante unos instantes, en una conversación que salía desde lo más profundo de sus corazones - Bilbo, tú eres una persona valiente y una de las más sensatas que yo he conocido, tienes los pies en la tierra y sabes todas nuestras limitaciones. Confío en que sabrás guiar a los enanos en sus dudas y en sus miedos, ahora te necesitan más que nunca.

--------------------------------

Bilbo cabalgaba reflexionando sobre estas últimas palabras. Él también tenía miedo y dudas, como todos los demás, pero era consciente de que era la persona menos impulsiva de la Compañía y que su deber con los enanos iba más allá del de la simple tarea de saqueador. Sin los consejos de Gandalf ni la ayuda de Iriel, sólo quedaba él para equilibrar el terco y osado temperamento de los enanos. Tras tantos meses junto a ellos, en los que había cambiado tanto, empezaba a creerse capaz de conseguirlo.

Una identidad inesperada - HobbitDonde viven las historias. Descúbrelo ahora