Capítulo 7

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Mientras Han Seo y Vincenzo desayunaban, Alejandro estaba luchando a muerte con la cuchara en su mano para poder atinarle a su boca.

¿Por qué era tan difícil manejar esa cosa? Se preguntó, el hombre bonito, el hombre serio y el hombre divertido no parecían tener dificultades para poder utilizar ese extraño objeto.

Desesperado porque no podía lograr controlar la cuchara, Alejandro la lanzó y metió las manos al plato para finalmente poder llevarse la papilla a la boca.

Han Seo se rió al ver a Vincenzo con restos de papilla en la cara, una consecuencia de la cuchara que Alejandro le había aventado.

—Toma una servilleta.

Vincenzo la aceptó en silencio dándole una mirada de disgusto al bebé que ahora estaba embarrado de papilla desde el cabello hasta los pies.

—Tu vas a bañarlo, ¿Cierto?

Han Seo rodó los ojos. —Sí, yo lo bañaré. No te preocupes.

Luca sonrió desde la entrada del comedor sacando su teléfono cuando Han Seo le pidió que tomara fotos.

—Pronto necesitaré un álbum más grande. —Contestó Han Seo cuando Vincenzo le preguntó sí todavía tenía espacio en el pequeño álbum que había comprado.

—Podemos ir a la plaza este fin de semana, te vendría bien conocer más lugares de la isla. —Sugirió Vincenzo.

El día del cumpleaños de Alejandro habían ido a la plaza en el centro de la isla, pero únicamente fueron al estudio de Don Luis para tomarse la foto familiar.

—¡Me encantaría!

Vincenzo sonrió y Luca aprovechó para tomar más fotografías de la familia, tomando algunas selfies con Alejandro lleno de papilla y de Han Seo molestando a Vincenzo haciendo que Alejandro embarrara al Consigliere de papilla.

—¡Han Seo! —Se quejó.

—¡Vincenzo! —Se burló el más joven.

Luca soltó un 'pfff' y se rió mientras Vincenzo comenzó a reírse cuando el cabello de Han Seo fue víctima de Alejandro.

Han Seo hizo un puchero. —Ya no es divertido.

—Para mí sí lo es. —Contestó Vincenzo. —¡Toma fotografías Luca!

Luca hizo lo que le pidió.

La plaza en el centro de la isla era bastante grande, había puestos de comida, ropa, juguetes y muchas cosas más

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La plaza en el centro de la isla era bastante grande, había puestos de comida, ropa, juguetes y muchas cosas más.

Alejandro iba sentado en su carreola mirando con curiosidad todo a su alrededor, Han Seo sonrió pidiéndole a Vincenzo detenerse a comer algo.

Se sentaron en el puesto de Doña Elisa quien los recibió encantada y le regaló al pequeño Alejandro una paleta de cereza.

¿Dónde dejó a Luca, Consigliere?

Está comprando unas cuantas cosas, Doña Elisa. —Contestó.

Vincenzo le aseguró a la anciana que se encargaría de que Luca la visitara más seguido y que le dejaría libre al menos una semana para que pudiera pasar tiempo con ella.

Ella le sonrió encantada ante la idea de tener a su hijo en casa al menos una semana. —Gracias Consigliere, disfruten su comida.

Cuando ella se fue a atender a otros clientes Han Seo se inclinó hacía Vincenzo para preguntarle de que tanto había hablado con la anciana ya que solo había entendido que mencionó a Luca.

—Es su madre y hace tiempo que no la visita. Le prometí a Doña Elisa que le daría una semana de vacaciones a Luca para que pasara tiempo con ella.

—Oh, me parece bien que Luca pueda tener unas pequeñas vacaciones. El pobre siempre anda trabajando sin parar.

—Y nosotros estaremos solos en casa…

Han Seo lo miró con las cejas levantadas. —No tan solos, Alejandro todavía estará allí.

—Siempre puede dormir. —Comentó el Italiano bebiendo con desinterés su bebida. —Y nosotros podemos tener un poco de tiempo para-

Han Seo le dió un golpe en el hombro. —No quieras pasar a la Luna de miel cuando todavía ni hemos pasado por la pedida de matrimonio.

Vincenzo quiso señalar que ya habían saltado esos dos pasos cuando fueron directo a cuidar de un bebé, pero Han Seo no lo dejó hablar y le metió un pedazo de Pizza en la boca para callarlo.

Vincenzo arrugó la nariz cuando Alejandro sonrió. Han Seo solo respondió 'Es un bebé, no puede burlarse de ti' cuando Vincenzo le dijo que el pequeño monstruo se estaba burlando de él.

—Monstruo del demonio. —Murmuró el Italiano enfurruñado dedicándole miradas al niño que ahora estaba en los brazos de Han Seo sonriéndole con altanería.

Vincenzo los siguió empujando la carreola con las bolsas de las compras que habían hecho durante la tarde.

Algo de ropa y juguetes para el pequeño monstruo, lápices de colores y pinturas de acrílico (no tóxicas para niños) que Vincenzo estaba seguro iba a arrepentirse de comprar y papel para fotografías.

Pero Han Seo lucía feliz y Vincenzo estaba bien con eso así que dejó que eligiera todo lo que quisiera y se encargó de pagar todo antes de ponerlo en la carreola.

Para cuándo volvieron a casa Alejandro ya estaba llorando y gritando por un baño y su mamila para dormir.

Vincenzo se encargó de prepararle la leche mientras Han Seo cambiaba al pequeño monstruo después de haberlo bañado.

Sonrió cuando vio a Han Seo sentado en la mecedora arrullando al niño que se aferraba a su pecho negándose a dejarlo ir.

Le entregó a mamila a Han Seo y sonrió cuando se la dió a Alejandro, el niño miró a Han Seo y luego miró a Vincenzo.

Vincenzo sonrió cuando Han Seo levantó la mirada para verlo y se sintió orgulloso al ver que Han Seo bajaba la mirada con el rostro sonrojado.

Se lamentó el no haber tomado una fotografía de ese momento porque Han Seo se veía tan hermoso con las mejillas enrojecidas.

Padres por accidente [Vincenzo/Han Seo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora