No puedo ir al baño por mi cuenta, no puedo vestirme, no puedo caminar sin caerme. No puedo hacer nada...
-su voz parecía haberse quebrado pero cuando alzó la vista, sólo pude ver sus ojos sin vida vidriosos. -, vete.
-Yo puedo ayudarte. -murmuré...
Me tomé mi tiempo para ducharme. Al salir, pasé casi veinte minutos frente al ropero decidiendo que iba a ponerme.
"¿Desde cuándo me importaba tanto la manera en la que lucía?"
Sacudí la cabeza desechando el pensamiento y me concentré en el conjunto que tenía frente a mí.
Me enfundé en él y luego me miré en el espejo. Era comodo . Era holgado y suave. Me gustaba la manera en la que disimulaba los kilos que tenía de más.
Nunca había sido una chico muy delgado, tampoco era muy ancho, pero mis caderas eran muy marcadas. Era muy diferente al tipo de cuerpos que se estereotipaban como "Perfectos", pero no me sentía mal con mi aspecto.
Me puse unos zapatos en color beige y alisé mi cabello a la perfección. Rocié un poco de perfume sobre mi y me miré.
No lucía tan mal como pensé que luciría y sonreí.
-¡Jake! -Gritó mi madre desde la planta baja de la casa -, Jay está aquí.
-¡Ya voy! -grité tomando mi bolso y metiendo dentro mi cartera, mis llaves.
Bajé las escaleras y besé a mi madre.
-¿Qué te pusiste? -preguntó ansioso.
Sonreí y dije -Mi traje con los zapatos negros.
-¡Debes verte precioso! -dijo acariciando mi mejilla. Sonreí con aprehensión y volví a besar la mejilla de mi madre.
-Dile a papá que vuelvo temprano y que debe dejar de trabajar tanto -dije.
-Yo le diré mi niño. Diviértete que Seulgi yo vamos a charlar mucho ésta noche. -dijo mi madre.
Se habían puesto de acuerdo para reunirse en casa de ella para charlar mientras Sunghoon y yo salíamos con mis amigos.
Al llegar al lugar, lo único que hacía era buscar el auto de Seulgi.
-¿Estás bien? -preguntó Jay cuando vio que no me movía de donde estaba.
-S-Si. Invité a Sunghoon, pero no ha llegado -dije buscando entre la gente.
Jay sonrió diciendo con los ojos entornados. -Tranquilo. Vendrá.
Me sonrojé por completo. Debía lucir desesperado para que Jay me mirara de aquella manera así que me obligué a mi mismo a no buscarlo entre la gente cada cinco minutos.
Una figura alta se impuso entre la gente. Vestía unos vaqueros negros, una camisa blanca y una chaqueta de piel.
Su cabello negro estaba largo. Su piel resplandecía a la luz de las farolas de la calle y sus ojos color marrón lucían cálidos a pesar de estar fijos en la nada.
El corazón me dio un vuelco. ¿Acaso siempre tenía que lucir tan encantador?
Caminé hasta él y él sonrió. De nuevo ahí estaba aquella sonrisa encantadora en sus labios. Aquella que me robaba el aliento.
-Hola -dijo con su voz ronca.
Sonreí y dije -¿Cómo supiste que era yo?
Él rodó los ojos al aire y dijo -Podría reconocer tu aroma en cualquier parte.
Sonreí radiante antes de bromear -Voy a cambiar de perfume a ver si así dejas de reconocerme en todos lados.
Él rió roncamente y posó su mano en mi hombro como siempre que caminábamos juntos en un lugar nuevo.
Aferraba mi hombro con su mano izquierda y con la derecha aferraba el bastón blanco.
Llegamos a la mesa donde se encontraban todos y todos me miraron estupefactos. Nadie esperaba que Sunghoon fuera invidente. Lo único que les había dicho era que iría un amigo. Sin embargo, actué como si nada sucediera.
-Chicos, él es Park Sunghoon. -dije con naturalidad.
Él asintió levemente en su dirección a manera de saludo y yo continué -Sunghoon, bueno..., Ellos son todos.
La risa de mis amigos se extendió por mi comentario bobo y nos sentamos en la mesa.
La noche comenzó perfecta, mis amigos trataban a Sunghoon como a cualquier otra persona y pude ver que la tensión en su rostro disminuía conforme pasaban los minutos.
Una figura se posó detrás de Sunghoon y haciendo sombra sobre nuestras cabezas. Jay se levantó de golpe y chilló -¡Heeseung!, ¡Llegaste!
El corazón me dio un vuelco mientras Sunghoon se tensaba a mi lado.
No había tomado en cuenta que Jay quizás podría invitar a Heeseung, y que, quizás, Sunghoon no querría revivir el pasado del que había huido durante tanto tiempo.
-¿S-Sunghoon? -dijo la voz ronca detrás de nosotros y apreté los ojos con fuerza al ver los puños de Sunghoon cerrarse con mucha fuerza haciendo que sus nudillos se pusieran blancos.
Mierda... Esto no podía salir nada bien.
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