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Sentí una suave voz en mi oído, era como un susurro, volteé a ver quien era esa persona y lamentablemente era.. Sebastián.

Él se acostó en un espacio de mi cama y levanté mi ceja, ¿qué le pasa? O sea, se besuquea con otra y viene como si nada.

Perdón. -dice. Al escucharlo simplemente le mostré una sonrisa.

No te preocupes. -sonreí.-

Al día siguiente, abrí lentamente mis ojos y ví a Sebastián dormido, se veía tan, hermoso y tierno, deposite un beso en su mejilla y me levanté. Tenía mucho frío así que decidí cerrar las ventanas y para poner en fin todo me coloqué un buso para no morir de frío. Miré la hora en mi reloj y eran las 6:15am, era temprano, muy, muy temprano. Me volví a acostar, y me volteé para ver a Sebastián, acaricié su mejilla y él hizo un leve puchero, al hacerlo me abrazó por la cintura, sonreí ante su acto y enrollé mi pierna en su cintura. Besé su frente y cerré lentamente mis ojos para así poder quedar dormida.

Horas después.
Desperté y ví a Tania dormida, aw, se veía muy tierna en verdad. Me levanté de la cama y me dirigí a los cajones donde se encontraba mis cosas, agarré una camiseta negra, un pantalón azul oscuro y unas botas color caramelo. Me bañe, cepillé mis dientes y arreglé mi cabello, al terminar salí y me vestí, por suerte Tania no se había despertado, que pena si me ve así.

Al rato, Tania se despertó, en cuánto la ví una sonrisa apareció en mi rostro. Me acerqué a ella y besé su frente, me mostró una sonrisa y se levantó de su cama. Se duchó, cepilló sus dientes y salió, se coloco un buso blanco, un jean negro y unos converse blancos, se veía muy, muy hermosa. Bajamos a desayunar y nos quedamos en los columpios de aquel orfanato. Varias preguntas rodeaban mi mente, agh, que horrible. Quedé mirando el panorama de aquella mañana y sentí unos brazos rodeando mi cintura, volteé a mirar y era Tania, sonreí y ella se hizo adelante mío, entonces ahí decidí abrazarla por detrás. Parecemos una pareja, dormimos juntos, nos decimos cosas tontas, peleamos algunas veces por lo mismo, estamos apoyándonos el uno al otro, en fin. 

Me senté en uno de esos viejos columpios junto con Tania, y comenzamos a hablar.

¿Cómo amaneciste, Tania? -sonreí.-

Muy bien, gracias, ¿tú? -me miró y me sonrió. Que hermosura, pero, ¿saben? con las demás chicas que me he acostado ha sido normal, con Tania fue algo diferente, me sentí protegido por sus brazos, por sus besos, por sus abrazos.

Bien, bien -sonreí nuevamente. No puedo decirle la verdad, no por ahora.

Terminamos de hablar y un silencio incómodo nos invadió. Me levanté de ese columpio, levanté con mucho cuidado a Tania y la coloque en frente mío, ella me miró raramente y luego sonrió. Miré sus hermosos ojos cafés que me llamaban tanto la atención, luego coloque mi mirada en sus rojos, y delgados labios. Acaricié su mejilla y me acerqué un poco más a ella, la tomé por la cintura para pegarla más a mi, rosé mis labios junto con los de Tania y sonreí, la besé tiernamente a lo cual ella me respondió el beso, ¿la estoy besando? ¡La estoy besando! Olvidé todo lo de mi alrededor y me concentré más en ese beso tan especial para mí. Al terminar de mordisquear su labio me separé de Tania algo apenado, la miré y ella me sonrió.

Lo siento si no te gustó.. -dije. Al verla rápidamente me abrazó.

¿Qué si no me gustó? Ay Sebas, ¡me encantó! -reí levemente y besé nuevamente sus labios, pero esta vez más corto.-

¿Le gustó? Oh Dios, esto no me puede estar pasando..

Tania, tengo que decirte algo -miré mis manos, estaba temblando. Para Sebastián, los hombres no tiemblan por los nervios.

¿Qué cosa? -levanté mi ceja derecha algo curiosa.-

Tú.. bueno, tú, -comencé a tartamudear. Genial, no le podré decir por ahora.

Compañeros de habitación.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora