VIII

48 0 0
                                    

Tania.

Dos años pasaron, los cuales fueron llenos de momentos tanto felices como tristes. El recordar que no volví a ver a Sebastián me ponía mal, me sentía fatal el saber que, nunca le pude dar esa oportunidad de que fuera el amor de mi vida. Sólo que, era una chica que no creía en el amor, era muy guardada cuando se trataba de los sentimientos. Lastimosamente, encontré mis sentimientos hacía él finalizando mis días en el orfanato. ¿Recuerdan a aquel chico el cuál estaba acompañando a la chica la otra vez? ¿Sí? Bueno, él se llama Andrew, tiene 20 años, es un joven muy guapo, por decirle así. Tiene ojos claros, cabello negro y tez blanca. Podría decir que es mi "hermanastro", pero él es tan.. ¿raro? Desde que llegué a esta casa siempre ha sido tan seco conmigo, cosa que me da igual. 


A la mañana siguiente, me desperté con los ánimos bajos, volví a soñar con las personas que más amaba; Sebas, George y Marie (mis padres). Cada vez que soñaba con ellos, sentía que mi mundo se derrumbaba, literalmente. Me levanté de la cama, y segundos después entró Andrew a mi habitación, me molestaba que lo hiciera, ya que me gustaba estar en privacidad. Rápidamente, tomé mi toalla y me dirigí al baño para ducharme y luego arreglarme para salir a cualquier lado. Minutos después, salí con la toalla enrollada en mi cuerpo mientras buscaba algo de ropa para colocarme. Lo primero que encontré me lo puse, soy una chica sencilla, así que, me daba igual lo que me ponía. Me miré en el espejo y sabía que aquella pinta de ropa me había quedado bien; (un pantalón negro, una camisa gris holgada y unos vans rojos.) Ya cuando terminé de arreglarme bajé a la cocina para tomar un poco de jugo de naranja y salir a algún lado. Quería distraerme por unos minutos o quizá, unas horas. 

Margaret, mi madrastra me preguntó si saldría, a lo cual asentí. Salí y comencé a caminar sin rumbo alguno, encontré una cafetería y entré a esta. Hice la fila y mientras me atendían revisé si tenía algún mensaje en mi móvil. Encontré uno de Andrew y sonreí, lo iba a responder pero, la voz de la cajera me sacó de pensamientos. Tomé mi capuccino y lo pagué, me senté en una silla vacía y coloqué mi capuccino en la mesa para así, contestar el mensaje de Andrew el cual era: "Te veías muy bien esta mañana, espero y nadie te coloque el ojo porque me pongo celoso." Al entenderlo, comencé a reír, obviamente por lo bajo, y lo respondí: "Gracias y, no tienes por qué ponerte celoso, cela mejor a Leah, ella es tu novia, no yo." bloqueé mi móvil y disfruté de mi capuccino. Vi que un chico entraba a la cafetería, me encogí de hombros y luego lo volví a ver, tenía los mismos rasgos de Sebastián, pero analicé que traía a un pequeño agarrado de la mano. Negué repentinamente ante aquello, el chico terminó de tomar su pedido y comenzó a caminar hacía la salida, le hicé unas leves señas y aquel pequeño me miró y haló la mano del chico en forma de que me prestara atención, por lo cual lo hizo. Ellos vinieron hacía mí y no lo podía creer, si era Sebastián, después de dos años de no verlo, aquí se encontraba, al frente mío. Me puse en pie y le pregunté cuál era su nombre.. Por lo que me dijo y entendí era que se llamaba Sebastián.

La felicidad dentro de mí se encendió y le dije que era Tania, la chica del orfanato.


- ¡Sebastián, soy yo! Tu Tani.. -susurré mientras miraba sus expresiones. Él me miró confundido y negó.


Tú no eres mi Tania, no, simplemente no. -rápidamente comenzó a caminar hacía la salida con el niño en manos y tragué saliva, porque sabría que iba a llorar. Tomé mis cosas  y salí del lugar para así dirigirme  a la casa, supuestamente. Paré en un parque y me senté en una banca que estaba allí, me desplomé, sentí como las lágrimas invadían mi rostro. No podía creer que aquel joven era Sebastián, ¡mi Sebas! Me sentía fatal, ya no sabía que hacer, la única persona que amaba no me creyó. La noche aconteció, ya no se veían niños jugando en los columpios, ni en los resbaladores. Miré la hora, eran las 9:30 pm, daba igual, tenía todo el derecho de estar hasta altas horas en la calle. Sentí como alguien me comenzó a zarandear  y me preocupé, pero al ver quien era me aparté de él rápidamente.



Compañeros de habitación.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora