Capítulo 2

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Cuando era menor, solía ser diferente, no tenía pechos ni el cabello largo, y solía llevar algo entre mis piernas, porque mi nombre era Marcos

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Cuando era menor, solía ser diferente, no tenía pechos ni el cabello largo, y solía llevar algo entre mis piernas, porque mi nombre era Marcos. Al cumplí doce años, noté que, me encontraba en el cuerpo equivocado.

Decidí platicar la situación con mis padres, fue el momento más difícil de mi vida, mamá dijo que debía ir a terapia, pero papá se enfureció y dijo que, yo ya no sería parte de la familia si me atrevía a hacerme una cirugía de reasignación de sexo.

Pasé cuatro años sin poder mencionar nada respecto al tema, comencé a hacer algunos trabajos y ahorrar un dinero, al cumplir los dieciséis años, decidí enmanciparme, pero no estuve sola, me acompañó mi amiga Maggie, ella es una persona cisgenero, pero a pesar de eso es mi amiga del alma, estaba conmigo en las buenas y en las malas.

Estudiaba y trabajaba como mesera en un restaurante, en ese momento lo más primordial para mí era ahorrar para la cirugía de reasignación de sexo.

Terminé la licenciatura en mercadotecnia, me gradué y pude cambiar en mi cuerpo todo aquello que necesitaba quitar y poner para sentirme completa.

Me encontraba trabajando en un restaurante del norte de México, en Baja California, cuando tenía veintitrés años, no era mi sueño cantar, sin embargo, no me quejó porque soy la mujer que siempre quise ser.

Estaba con mi jefe y dos bailarinas, pronto cantaría en el carnaval de la ciudad, por lo tanto, estábamos ensayando duro.

Yo cantaba hermoso, mi traje era extravagante, un hermoso vestido de lentejuelas y plumas rojas, los chicos también estaban guapos, ellos bailaban con nosotras, en mi opinión todo saldría perfecto.

El jefe nos miró con furia. Lo cual hizo que me sintiera confundida y hacerme mil preguntas de qué diablos le estaba ocurriendo.

-¡No! Esto es ridículo, ¿en serio tú vas a cantar? -me preguntó cruzándose de brazos-. Lo siento, pero yo quiero una mujer.

-Yo soy una mujer -le contesté furiosa, tratando de controlarme para no golpearlo- llevo años cantando aquí.

-No, tú eres hombre. Quiero una imitadora mujer, alguien con la voz dulce.

-He estado en tratamiento hormonal, no soy hombre.

-Tu tratamiento hormonal podría cambiarte la voz, pero eso no significa que seas mujer. Vete a cantar a la calle.

Ese comentario me hizo sentir destrozada, yo era una mujer, pero vivía en un país con ciertos prejuicios y gente transfobica. Jamás encontraría a alguien que de verdad me amara cómo soy porque la sociedad era una mierda.

Nadie de los bailarines dijo algo al respecto, bajaron la mirada porque se mostraban incómodos ante lo ocurrido. Yo salí sollozando, estaba harta de que la gente pensara que era hombre. Mi nombre es Marta, definitivamente soy mujer, fui a mi departamento y estuve un rato llorando, mientras acariciaba a mi perrita, Yoli, ella es una pequeña de raza yorkshire, la cual tengo desde hace más de un año.

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