Capítulo extra

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Después de tomar mi margarita, fui al baño, cuando salí pude ver que un chico, el mismo que se encontraba haciendo su playback, el que nos había servido nuestras bebidas y se tardó demasiado, ese se había sentado junto a Marta y platicaba cómodame...

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Después de tomar mi margarita, fui al baño, cuando salí pude ver que un chico, el mismo que se encontraba haciendo su playback, el que nos había servido nuestras bebidas y se tardó demasiado, ese se había sentado junto a Marta y platicaba cómodamente con ella, no quise interrumpir y me quedé mirando a lo lejos.

Más tarde, pidieron unos shots de tequila, ninguno paraba de tomar, tiempo más tarde Marta logró verme y me hizo señas para que me acercara.

—Maggie, te presento a Santiago —dijo en un tono que se notaba que se encontraba ebria—. Él es puertorriqueño —guiñó un ojo y me sonrió—. Vino a tomar un poco conmigo, siéntate y acompáñanos. ¡Salud! —entonces alzó su pequeño vaso y brindó.

—¡Salud! —siguió Santiago la corriente.

—Creo que es momento de irnos —susurré a Marta al ver que ella no estaba bien—. Vamos a otro lugar.

Marta hizo caso omiso a mi petición, siguieron bebiendo hasta terminarse una botella entera.

Esto era un completo caos, jalé el brazo de Marta para llevarla conmigo a casa, sin embargo, ella se negaba a levantarse de su asiento.

—Tenemos que irnos.

—No, la estoy pasando a toda madre con Santiago, necesito divertirme un poco.

Después de mi intento fallido, Santiago y Marta decidieron irse al hotel más cercano, hubiese dejado todo ahí e irme a casa, pero no, quisieron traumarme y llevarme con ellos.

—Hueles muy bien —dijo Santiago a Marta—. Se nota que eres una mujer bastante limpia.

—Gracias —le contestó.

Me levanté del asiento en el que me encontraba dirigiendome a la puerta.

—Maggie, ven acá, hagamos un trío.

La propuesta me puso la piel chinita, ni de broma sería capaz de hacer eso y mucho menos con un hombre al que apenas conozco.

—Sí, iré al baño. Ustedes comiencen y yo regreso en un rato.

Corrí al baño y cerré la puerta, pero me quedé pegada a esta escuchando un rato lo que decían.

Las cosas tornaban tan sucias, me estaba traumando...

—¡Préstame tu brasier! —insistió—. Tengo una grandiosa idea —pude oír cómo le desprendió el brassier a Marta—. Ahora intercambiemos la ropa interior.

Tan solo oír eso, me dio tantas náuseas, ¿cómo era posible que cayeran en algo tan bajo como eso? El tequila les afectó el cerebro.

Me sentí mal ante lo ocurrido, estaba más incómoda, cuando estaba por irme, ví a Santiago con la ropa interior de Marta saltando sobre la cama, inmediatamente salí corriendo.

Piña Colada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora