Santiago
Llegué a casa, saludé a mi tía y me puse a ver telenovelas mexicanas con ella.
—¿En serio te gusta eso?
—Sí, y cállate porque viene la mejor parte.
Me sentía una señora estando a su lado, era una escena dramática, pero interesante, ambos cenabamos, mientras disfrutábamos de la telenovela.
Era el típico millonario enamorado de la chica de escasos recursos, no me sorprendía, sin embargo estaba intrigado por saber cómo iban a terminar juntos.
Nos fuimos a dormir, antes mi mamá llamó al teléfono de la casa, tuve que levantarme a contestar.
—Hola, cariño. ¿Cómo te ha ido? —preguntó mi madre.
—Bien, he logrado encajar, me gusta la vida de este país.
—Qué bueno, me alegra que al fin te dediques a lo que te gusta.
—Tambien he logrado conquistar a una chica —le respondí feliz—. Han pasado tantas cosas maravillosas.
—Me alegra mucho, cariño, quiero conocer a la chica pronto, espero te estés portando bien con tu tía.
—Lo estoy haciendo. Te cuento que estoy ahorrando para un celular, pronto vamos a poder comunicarnos por Whatsapp.
Platicamos un rato, después me fui a dormir, estaba contento porque había pasado tanto tiempo que no hablaba con mamá.
En el trabajo, preparaba una piña colada, al lado mío estaba Javier preparando una cuba libre.
—Oye, supe que te ligaste a una mexicana —dijo Javier—. ¿Ya tan rápido andas de casanova?
—Hace tiempo la conocí y decidimos salir, es la única chica que he tenido desde que llegué a México.
William se íntegró a la plática, cuando oyó todo.
—¿Y a esa chica dónde la conociste?
—Aquí mismo en el bar.
En menos de un minuto tenía a Gael también interesado oyendo la plática.
—¿Cuántas veces han salido? —me preguntó Gael.
—No lo sé, apenas van como unas tres o dos.
Victor no se acercaba, sin embargo, no podía negar que él también se quería enterar.
William, Gael y Javier querían que les contará más acerca de Marta, no sé cómo se enteraron estos chismosos. Para quitarmelos de encima, tuve que platicarles de mi cita, les dije que habíamos ido a la playa y a la feria.
Minutos más tarde, todos volvieron a lo que estaban, yo me quedé sentado, no quería hacer nada ese día, estaba tan enamorado.
Mi tía entró a la cocina, buscando a alguien.
—Muchachos, ¿quién irá conmigo a hacer las compras?
Nadie contestó, al parecer había algo malo con eso.
—Santiago no está haciendo nada —me acusó Victor.
Me espanté al oír eso, mi tía se acercó a mí, creí que me iba a regañar, pero para mi gran sorpresa no lo hizo.
—Santi, acompáñame al super —dijo ella tocando mi hombro— espera un momento, entraré al baño.
Ella se fue al baño de empleados, los chicos se burlaban de mí.
—Pobre del boricua, no sabe lo que le espera —dijo William burlándose.
Vi que mi tía salió inmediatamente del baño.
—Son unos sucios, les he dicho miles de veces que cuando salgan, bajen la tapa del baño.
—El novato fue el último en entrar —dijo Gael.
No entendía por qué todos la traían contra mí en ese día.
Subí al auto con mi tía, miraba las hermosas playas por la ventana. No era malo salir del trabajo para ir de compras, no sé por qué nadie se ofreció.
Nos estacionamos, bajamos del auto, tomamos un carrito y entramos.
—¿Qué vamos a comprar, tía? —pregunté ansioso.
—En la lista está todo, iremos por fruta, leche, carnes, y más cosas —respondió— oh mira, la ropa tiene 50% de descuento.
Se detuvo a ver la ropa, se la probaba, mientras me daba toda la que iba a comprar, tardó media hora en escoger todo.
—¡Listo! —exclamó ella— ahora vamos a comprar lo demás.
Agarramos todo lo que necesitábamos, se detuvo a ver las leches.
—No sé cuál agarrar, si la deslactosada o la entera.
—Agarra la que sea, pero vámonos ya.
—Me llevaré la leche light.
Esto me estaba desesperando, en el pasillo de frutas y verduras, fue lo peor, me ofrecí a ayudarle, pero todo salió mal.
—¡No, Santi! Estás agarrando la fruta más horrible, quítate.
—Si tan solo me explicaras cómo escogerla.
—Escoges los limones amarillos, tienes que asegurarte de que estén verdes.
Comencé a agarrar los limones más verdes que encontré para que me dejara en paz. Sin embargo, me reclamó de nuevo.
—¿Acaso quieres matarme de hambre? Agarraste limones muy pequeños.
Ya no podía con esta tortura.
En mi mente recordé las palabras de mamá "Hazle caso a tu tía", no podía reclamarle nada, porque gracias a ella tenía trabajo.
Me llevó a la sección de belleza, en dónde estaban los tintes de cabello.
—¿Cómo crees que me vería mejor? ¿De rubia o pelirroja?
—Ay no lo sé, tal vez de pelo negro —le contesté sarcástico.
—Sí, tienes razón.
Me sorprendió ver que sí agarró el tinte que le sugerí, no entendió que estaba siendo sarcástico.
Nos formamos para pagar, estaba a unos minutos de que mi tortura terminará, ella pagó, yo le tuve que ayudar a cargar todas las bolsas, pesaban mucho.
Estábamos por salir, había una zapatería en la entrada, ella se detuvo a comprar tennis.
—¿Cómo se ve mejor, en amarillo o en rosa? —preguntó de nuevo.
—No lo sé, pero apresúrate, las bolsas pesan.
—Creo que me llevaré los dos.
Compró ambos pares de tennis, subimos al auto, me dolían los brazos de tanto cargar, y por si fuera poco, debía regresar al trabajo.
Todo el camino, me dio un sermón acerca de cómo debía escoger la fruta y la verdura, también me platicó acerca de que se haría un cambio de look. No podía con esto, jamás en mi vida iría de compras de nuevo con ella, ahora comprendo la burla de los chicos.
No sé cómo le haría para poder evitarla en las siguientes veces, que vaya su hijo, Victor a ayudarle, yo solo soy su sobrino consentido que no merece ser torturado de esa forma.
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Piña Colada
ComédieSantiago Rivera, llega desde la Isla del Encanto, Puerto Rico. Marta y Maggie desde Baja California. Probando la sabrosa piña colada se mezclarán, en un divertido romance que cambiará sus vidas, servidos todos en las deliciosas playas de Cancún... ...