Showki A & O

El Primer Golpe

Ki tallaba sus ojitos con una manita mientras que con la otra apretaba la mano de Hoho, caminaba con sus pequeños pasos observando con sus ojos bien abiertos como todos esos niños eran dejados igual que él en una fila, al menos tenía su mantita favorita en su mochila (que no era otra cosa más que una camiseta vieja del Alfa Muerto) que le daba tranquilidad.

Nadie lloraba así que aunque su barbilla comenzaba a temblar estaba tratando con todas sus fuerzas de retener las lágrimas, Hoho le dijo que iba a la escuela donde conocería muchos niños y aprendería muchas cosas, Hoho nunca mentía.

.
.
.

Horas más tarde Ki estaba llorando desconsoladamente lleno de lodo, con un labio roto y un ojo morado, resultado de los puñetazos recibidos por otro recluta.

Para ubicar a cada uno de los nuevos cachorros debían hacer pruebas médicas y físicas además de medir su fuerza y reflejos, las contiendas se hacían uno a uno mediante un sorteo entre los de su mismo peso y estatura, pero al ser Ki el único recluta mucho más pequeño que cualquiera ahí no hubo otro remedio que ponerlo con los de menor pesaje, aún así no se comparaba en tamaño con ningúno de sus compañeros pues era 4 años menor.

Así Ki aprendería que defenderse con garras y dientes era su única opción, pues en La Elite no había privilegios para nadie.

Los primeros años del cachorro en la Elite constaron de atender, limpiar y asistir al General a cargo, ese año Jooheon había tomado a cargo los cachorros más pequeños, sin embargo, al ser la cabeza líder no podía mostrar privilegios por nadie o las consecuencias para Kihyun serían peores, de por si sus compañeros no lo querían en sus equipos pues el cachorro por ser pequeño los retrasaba, no entendía las instrucciones correctamente o en el peor de los casos su ayuda era nula en los combates cuerpo a cuerpo representando una pelea perdida por seguro. 

Jooheon se convirtió en alguien que le causaba miedo pues lejos estaba del tierno tío Honey que había conocido en el Maldito, lo obligaba a entrenar solo, no lo dejaba comer hasta que no ganara o completara su misión del día y al siguiente día debía continuar con sus tareas de asistente que no eran otra cosa que tareas de limpieza, no le daba descanso ni tregua.

Al pasar los años y al cambiar los Generales a cargo de las secciones fue quedando marginado pues aunque el tiempo avanzaba seguía sin alcanzar incluso a los nuevos, todavía era el más pequeño.

Un día después de otra golpiza propiciada por sus compañeros de equipo sucedió algo inesperado, cuando trataba de esconderse de ellos llegó a una de las secciones más alejadas de la fortaleza, parecían bodegas destinadas a los alimentos pero también había otra cosa, era como un viejo cuarto sucio seccionado en varios cubículos que parecían cárceles, el silencio reynaba salvo una dulce melodía tarareada.

La curiosidad de niño lo llevo a buscar al dueño de esa dulce melodía, se acercó a la oscura y lúgubre habitación cercada por una reja que hacía de barrera desde el techo hasta el suelo.

¿Hola? - Decia el cachorro atraído por el canto de sirena, se había acercado tanto que podía meter su cabeza entre las rejas cuando de pronto sintió como una mano lo jalaba hacia dentro de la celda.

Una criatura extraña con olor a podrido lo sujetaba con fuerza tapando su boca para evitar que gritara, era más grande que él así que por más que lucho no pudo soltarse de su agarre.

Muy bien, nunca había visto a un lobo tan pequeñito... no eres un bebé pero supongo que debo conformarme contigo, tus deditos me servirán.

Kihyun solo la veía con ojos asustados, ahora que lo tenía amordazado podía ver sus grandes ojos y su pequeña nariz tras todas esas capas de mugre, era muy bonita... era una chica, tal vez podrían ser amiguitos, si ella estaba aquí sola tal vez podrían llevarse bien, así no estarían solos, pensó para sí mismo, solo tenía que explicarle... si tan solo lo dejara hablarle...