Cap 4

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A medida que el dron flotaba sobre las aguas, una sensación de frustración y derrota se apoderaba de todos nosotros. Habíamos recorrido el área tres veces sin encontrar nada. El oro del Royal Merchant parecía tan real como una leyenda, y la realidad nos estaba pegando de frente.

J-Saca el dron de ahí.– dijo con un suspiro de resignación. No había rastros del oro. El mar había guardado su secreto.

P-Oye, podemos hacer otra pasada, cargar la batería y volver a bajar.

JJ-Tíos, lo hemos recorrido tres veces, no hay nada.

K-¡Cállate!– Kie lo interrumpió, su tono un poco más brusco de lo habitual.

– Es verdad, Kie, no hay nada.

K-El oro podría estar enterrado, no lo sabemos.

–J-Si estuviera ahí, lo habría detectado el detector de metales. Se nos han adelantado.

JJ-O nunca estuvo ahí.

El silencio que siguió fue pesado, y todos nos miramos, sabiendo que la realidad nos había dado un golpe duro. El oro, el tesoro que habíamos perseguido con tanto empeño, tal vez solo era un mito. Pero aún así, no podía dejar de pensar en la posibilidad, en la esperanza de que aún pudiera estar allí, esperando ser encontrado.

Cuando llegamos al cine de verano, el nerviosismo se instaló en mi pecho. Sabía que Rafe estaría allí, y aunque trataba de mantener la calma, no podía evitar sentir un nudo en el estómago. No había hablado con él desde la fiesta, y la tensión entre nosotros aún estaba presente. Había algo en el aire que me decía que las cosas no se habían resuelto, y este encuentro no iba a ser fácil.

– Vuelta a la vida en los Outer Banks, chicos. ¿No estáis contentos?

P-Doy saltos de alegría. – respondió Pope con sarcasmo, y le di una colleja por la forma en que lo dijo.

JJ-Mi sofá es muy cómodo, para qué mentir.

–¿Quieres otra?– levanté mi mano en broma, pero él negó con la cabeza.–Voy a por los refrescos, así que Kie, controla a los urangutanes.

JJ-Qué simpática eres, amor mío.

– Lo sé.– respondí con una sonrisa burlona mientras me dirigía al puesto de comida. Al llegar, pedí cuatro Pepsis para todos.
Y fue entonces cuando lo vi. Rafe, apoyado en el carrito de bebidas, me miró con esos ojos azules que me daban una sensación extraña, como si estuviera esperando algo. Tragué saliva .

R-Hey, Le. ¿Qué tal? ¿Cómo estás?– me saludó con una sonrisa que no llegaba a sus ojos.

– Estoy bien, gracias por dirigirme la palabra después de días.

R-Leah, quiero hablar contigo, pero cuando estemos en casa. Porque ahora mismo no entiendo qué haces con ellos aquí, pero dile a tu amiguito que sabemos lo que hizo.

– ¿Perdona, de qué amiguito me estás hablando?

R-Él sabrá de lo que estoy hablando.– Dijo con una sonrisa maliciosa, como si se sintiera dueño de la situación.

Me alejé sin decir una palabra, sintiendo el frío en el estómago. Volví donde mis amigos me esperaban.

– Me he encontrado con Rafe, y me ha dicho 'Dile a tu amiguito que sabemos lo que ha hecho'. ¿Qué habéis hecho?

JJ-¿Dónde está?– dijo, mirando a todos con los ojos muy abiertos. Parecía preocupado.

– Ahí detrás, con Topper y Kelce.

P-Genial, el escuadrón de la muerte.

JJ- No les mires.– dijo, girando la cabeza de Pope para que no viera nada.-Te lo advierto, tío, si me acorralan, me lio a hostias. Estoy harto. Y si eso no funciona, tengo esto aquí.– levantó su mochila, y me hizo sonreír un poco, aunque la situación era todo menos graciosa.

 gold rush -outer banks-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora