Cap 5

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Entré de nuevo en la casa, encontrándome con Sarah sentada en el sofá revisando unas fotos con ¡John B! La sorpresa me detuvo en seco.

—¡John B! —dije, con una mezcla de incredulidad y alivio. Sarah dio un pequeño salto y apagó su teléfono rápidamente, sus ojos reflejando culpa.

S—¡Shhh! —pidió Sarah, llevándose un dedo a los labios. La mire con los brazos cruzados y una ceja levantada.

—Sarah Cameron, ¿qué demonios ha pasado? —pregunté, mi voz llena de confusión.

S—Leah, hay muchas cosas que necesito contarte —respondió Sarah en voz baja, y justo cuando iba a abrir la boca para responder, Wheezie apareció por la puerta con su energía habitual.

Wz—¿No os vestís? —preguntó con curiosidad, echándonos un vistazo de arriba abajo.

—No me apetece ir —murmuré, dejando caer mi cabeza sobre la encimera con un suspiro pesado.

S—Si Leah no va, yo tampoco voy —añadió Sarah, extendiendo la mano para que la chocáramos, un gesto que compartíamos desde niñas. Sin levantar la cabeza, respondí con un choque de manos.

Wz—¿Os habéis olvidado de lo mucho que habéis organizado esto? Lleváis un año hablando de vuestros vestidos y de cómo iba a ser la noche —dijo Wheezie, recordándonos con un toque de reproche.

—Sí, nos acordamos, Wheezie, pero...

Antes de que pudiera terminar, los pasos resonantes de Rose se escucharon desde el pasillo. Su presencia era inconfundible.

R—¿Cómo que no vais a venir? Esta noche nombran a Ward Guardián de los Caballeros del Rododendro. Por supuesto que vais a ir —dijo con un tono autoritario.

S—No eres mi madre, Rose, no tengo por qué seguir tus órdenes —replicó Sarah, alzando la barbilla con desafío.

R—Vale, Ward, tu hija y Leah dicen que no vienen —dijo Rose, dirigiéndose al hombre que acababa de entrar tras ella, un ligero brillo de molestia en sus ojos.

Wz —Tienen problemas con chicos —añadió Wheezie, ganándose una mirada asesina de ambas. Antes de que pudiese soltar un comentario, Ward levantó la mano pidiendo silencio.

W—¿Podéis dejarnos a solas? —pidió, y Rose, con un suspiro de frustración, salió seguida de Wheezie, quien miró por última vez antes de desaparecer.

—Yo me voy, esto es una charla de padre e hija —dije, levantándome de la silla, pero la voz de Ward me detuvo.

W—No, Leah, tú también eres mi hija, así que siéntate. —Su tono era firme, pero había calidez en sus palabras que me hizo ceder y volver a sentarme.

—Joder... —murmuré, cruzando los brazos mientras Ward nos miraba con preocupación.

W—¿Qué está pasando? —preguntó, con una voz que mezclaba autoridad y preocupación paternal.

S—Nada, papá. Solo que he decidido que Topper no es lo que quiero —admitió Sarah, encogiéndose de hombros, como si el peso de esa confesión fuese más grande de lo que parecía.

—Menos mal que te das cuenta, cari —dije sin poder evitar una sonrisa.

W—Leah —Ward me miró, con una mezcla de advertencia y humor en su expresión.

—Perdón, ya, di tu opinión, te escuchamos —dije, bajando la mirada.

Ward suspiró y se rascó la barbilla antes de hablar.

W—Sarah, creo que si Topper no es lo que quieres, deberías seguir tu instinto y dejarlo. —La sorpresa en el rostro de Sarah fue palpable. Le extendió una mano y, tras un segundo de duda, la tomó—. Pero no esta noche. Esta noche es importante para mí, y me gustaría que ambas estuviéramos allí, mostrando nuestro apoyo como familia. Mañana, haces lo que tengas que hacer. ¿Qué dices?

 gold rush -outer banks-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora