Kim Taehyung, un omega viudo desde algunos años atrás, con un hijo alfa adolescente que cuida extremadamente de él, ahuyentando a cada posible candidato que se interese por su madre, cosa que al castaño no le podría importar menos, no estaba interes...
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Las últimas cuatro horas habían recorrido todo el centro comercial, Yoongi solamente quería irse a casa a descansar pero al parecer los Omegas estaban aún muy indecisos de lo que usarían.
—Okay, aún no encuentro nada que me guste, trataré de no entrar en crisis—. Habló el Pelirosa repostando varias veces para calmarse.
—Pero si ya compraste muchas cosas, supuse que ya tenías todo lo necesario—. Yoongi le mostró la variedad de bolsas que llevaba en las manos.
—Eso no es nada, necesito algo que me haga brillar más que el sol—. Le respondió.
—Pero si tú ya brillas, Omega—. Le sonrió de lado.
—¡Tan lindo mi novio!—. Se tiró sobre él para besarle los labios.
—Por cierto, ¿Y Tae?—. Frunció el ceño al percatarse de la ausencia de su hermano.
La pareja se separó para buscar al castaño por toda la tienda.
—Aquí estás—. Jimin abrazó por los hombros a su amigo.
—Sí, llevó veinte minutos observando ese traje verde, me gustó en cuánto lo vi pero, no sé si sea mi estilo—. Suspiró.
—Tae, es totalmente tu estilo, seguro y te queda de maravilla, deberías llevártelo—. Ánimo su mejor amigo.
—Bien, me lo mediré y si me queda me lo llevo—. Le sonrió haciéndole unas cuantas señas al Omega que parecía, era empleado del lugar.
—Me parece bien, Yoongi y yo te esperamos para pagar, al final me decidí por algo que ya compré—.
Dicho eso, el castaño entró al probador con el atuendo que le había gustado, se tardó menos de lo que esperaba en medírselo, en cuánto se lo vió puesto le fascinó.
Con una sonrisa satisfecha en el rostro se acercó hasta sus acompañantes para disponerse a pagar.
El Kim mayor suspiró de alivio al ver a los Omegas satisfechos, al fin se irían a casa.
Jimin no paraba de hablar sobre lo emocionado que estaba por el evento de esa noche. Todo el camino de regreso a casa iba parloteando.
—Bien, llegamos, así será el plan, dejaré a Jimin en su casa para que pueda arreglarse. En cuánto esté listo, pasaré por ti junto con Tae, y nos iremos al evento, ¿Les parece bien?—. Observó a ambos chicos.
—Nos parece—. Dijeron al unísono.
—Tae, bájate, dejaré a Jimin—. Ordenó su hermano.
—Al menos me lo pudiste decir con más tacto, tonto—. Bufó el Omega para después bajar del auto y entrar a su casa.
Dejó las bolsas sobre el sofá, caminó hasta la cocina por algo de comer. Se dejó caer junto a las bolsas. La casa estaba silenciosa, seguramente su cachorro había salido con sus amigos.
