Kim Taehyung, un omega viudo desde algunos años atrás, con un hijo alfa adolescente que cuida extremadamente de él, ahuyentando a cada posible candidato que se interese por su madre, cosa que al castaño no le podría importar menos, no estaba interes...
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Eran las ocho con veinte minutos un Lunes en la mañana. Taehyung se encontraba en el comedor preparándose su taza de café matutina. Meaba la cuchara en el interior observando a la nada, sus pensamientos no estaban en ese lugar, si no en la conversación del sábado en la noche frente a su casa.
—Taehyung, llevas diez minutos meneando esa cuchara, tu café ya debe estar frío—. Su amigo le miró preocupado desde la mesa.
—Ah, lo siento, no me había dado cuenta—. Dejó la cuchara de lado para probar su café. Hizo una mueca al probarlo—. Dios, está muy dulce.
Suspiró tirando el contenido por el desagüe. Dejando de lado aquella taza.
—Ya, ¿Qué sucede?, desde que llegaste estás muy raro—. Le miró con los brazos cruzados.
—No estoy raro, solo tengo muchas cosas en las cuales pensar—. Desvío la mirada. Cosa que Jimin no pasó por alto.
—Taehyung, soy tu mejor amigo, creí que ya había pasado la etapa en la que te guardas todo para ti—. Se levantó para acercarse a su amigo y tomar su mano—. Dime que sucede, Tete—.
—Mira, te contaré pero tendrás que esperar hasta que vayamos a la casa de Yoongi, no quiero tener que hablarlo dos veces—.
—Me parece bien, te recuerdo que no estás solo, nos tienes a nosotros—. Le sonrió con ternura, dejando un beso sobre su mejilla.
—Gracias, siempre lo tengo en cuenta, Jimin-shi—. Soltó una risa.
La mañana transcurrió como cualquier día, a la hora del almuerzo había salido con Seojoon a desayunar, últimamente se le estaba haciendo hábito, lo cuál hacía muy feliz al Alfa.
Cada día conocía algo nuevo de su jefe, le parecía realmente tierno y divertido. Es totalmente diferente a cómo se muestra en el despacho. Le era imposible no sentir un poco de dicha al ver esa parte de él.
Realmente admiraba al hombre.
El Omega recogió sus cosas para poder marcharse. Moría de hambre, salió del despacho en dirección a su casa para poder cambiarse de ropa.
Ese día ayudarían a su hermano a cambiarse de casa, iba a ser un trabajo algo pesado así que debía sentirse cómodo.
Al estar listo, salió en dirección a casa de Yoongi, no tardó mucho en llegar, así que prefirió caminar, solamente era una cuadra de diferencia.
Notó la puerta abierta, así que decidió entrar.
—Hola, chicos, llegué—. Alzó la voz caminando por lo que parecía sería la estancia.
Observaba con detalle el departamento de su hermano, era más espacioso y lindo de lo que imaginaba, por que sí, era la primera vez que entraba.
—Tae, llegaste, ven, pasa, te estamos esperando para comer—. Su hermano salió de la cocina, mirándole con una sonrisa.
