Un hombre inesperado

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El banquete era en exceso glamuroso para Charlie, se le salía el corazón de la emoción al pensar que estaba disfrutando de la oportunidad única de conocer el interior del palacio. Debía confesar que no se sentía  muy cómoda con el vestuario y además, la barba postiza y el bonete que le cubría el rostro limitaba su campo de visión, pero no había tenido más remedio, después de todo, ella no había sido oficialmente invitada al banquete puesto que no tenía ningún rango ni título nobiliario.
Estaba disfrazada como un oficial de la guardia y se hallaba parada a un lado de su amiga.  Silenciosamente jugaba al perro guardián cuando realmente su misión, voluntariamente inventada, había sido fisgonear desde una posición encubierta los posibles espías y los chismes suculentos, además sea de paso,  conocer la lujosa residencia del Sultán Shankar. Todo a su alrededor  era la representación vivida de uno de esos relatos de viajes fantásticos que había leído con Sophie en su infancia. ¿Cuántas  veces no había soñado con esos paisajes irreales de trigos dorado que se extienden en la llanura hasta los Monte Urales?, ¿Cuántas veces con esos mármoles labrados que exhalaban la elegante sobriedad musulmana de la dinastía Otomana? Le encantaron los mosaicos que adornaban las paredes como si fueran tapices o pinturas. La mayoría con  temáticas vegetales o geométricas,  incluso algunas emulaban las estrellas del cielo. 

Se encontraba tan embelesada en la contemplación, que apenas escuchó la voz de Sophie embozada en el velo, que saludaba a la manera musulmana a sus compañeros de mesa, un par de nobles muy respingados y distinguidos que no se habían dignado a mirarla ni saludarla cuando se sentó a la mesa. 

- Salam maleikom. Escuchó la voz dulce y firme de Sophie. Y la venía a la frente que hizo a los nobles. 

-Aleikum Salam- Respondió uno, el más joven con sorpresa pintada en el rostro. Seguro les parecería muy extraño que una mujer y para colmo extranjera tuviera la osadia de dirigirles la palabra a los pashas allí presentes. 

El hombre no se veía particularmente viejo o gordiflón, como notó en la mayoría de los nobles que componían los invitados al banquete, salvo dos o tres nobles príncipes de lejana parentela con el heredero al trono. Este se veía como un hombre maduro más no mayor que el propio Shankar. Tenían de hecho rasgos físicos semejantes, como se parece la rama a otra del  un mismo árbol.  Los ojos almendrados claros de tono aleonado que cambiaban a esmeralda con el reflejo de las luces, la frente despejada, pómulos altos con una barba que parecería cincelada como el arco de las cejas. Solo que sus facciones de belleza exótica de guerrero mongol se veían ensombrecidas por una mirada de pedernal de roca.  Era evidente que su dureza exahalaba un aire  de tempano de los monte Atlas. Un hombre con la belleza depredadora de los tigres de bengala, hermosas bestias peligrosas y mortales. Cual no se ría la sorpresa de Charlie embozada en su disfraz que le picada el rostro con la barba falsa, cuando le vio dirigirse a Sophie en lengua árabe, por lo poco que comprendió  y luego le aclaró su amiga,  esta le respondió con la fluidez que la hacía orgullosa.

- المرأة الجديرة عادة ما تبقى في الحريم

(Las mujeres dignas deberían permanecer en el harem)

-samahatukum la taqliquu karamati masunatan li'anana fi ghuraf alsultan alkhasat bi'iidhnikam (no debe preocuparse su eminencia, mi dignidad está protegida, pues estamos en las estancias privadas del Sultán con su venia).

El príncipe, pues por su rango lo era, como luego Charlie logró comprobar, elevó las cejas en un arco y sonrió, con una sonrisa que no expresaba calidez antes que sinceridad ante el desafío que un contrincante digno ofrece al ofrecerse a un duelo en armas.

¿Qué diría acaso este noble si me descubriera? pensó, Charlie con un golpe de miedo en su pecho, pues se notaba a leguas que haría lo posible por sacar de su camino lo que consideraba un obstáculo, extraño, pero obstáculo al fin y al cabo,  a la comitiva inglesa en la corte imperial.



La doncella de EstambulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora