La danza terminaba con el lánguido trinar de las cuerdas de la baglama y el oud. Las damas salieron del escenario como hadas etéreas. Los invitados del evento, aplaudieron al evento, miraron algunos de solayo al Príncipe regente Alí Shankar para ver a quien había dirigido su atención, cuchicheaban por cuál podría llegar a ser su favorita.
-La dama del velo azul seguramente, murmuraban las noble cercanas a Charlie, esa había sido la más atractiva, la más refinada.
-!Pero es que no teneis ojos en la cara¡-repuso otra-,si fue la dama Fatihma de la casa del pasha Nureidin, la hija del gobernador de Konia la más llamativa por su destreza y por su esbelto cuerpo.
-Nada que decir, hablas por tus intereses, evidentemente la más agraciada y pura de todas es Hurrem Baleiyedi, heredera de la casa real de Antioquia.
Había una corrillo interminable que dejaba ver las rivalidades y los intereses entre las señoras de la corte y los nobles presentes. La elección obviamente no iba a depender unicamente de la belleza de las candidatas, sino del poder que sus familias podrían contribuir al sultanato. Era al fin de cuentas una contienda política con el próximo sultán, el emir Shankar como trofeo de caza. Charlie en su interior, sintió algo de pena por el destino del Gran Sultán, aunque sentir pena por un hombre que sería tan poderoso como para ser el dueño de imperio otomano, no es que tuviera mucho sentido, lo veía preso de las cadenas del poder que estaba destinado a gobernar. Ese joven esbelto, valiente, culto y honorable que había llegado a conocer apenas de lejos, con las historias que le había escuchado a Sophie, y ahora más de cerca veía en medio de todo el entramado de lujos y poder, no parecían ser el mismo. Uno era aquel que había llevado a Sophie de la mano en el baile, como esos príncipes de los cuentos de hadas que siempre le había encantado leer con su amiga de la infacia. Y otro era este hombre distante, si honorable, alto, distinguido y frío que se encontraba en medio de los emires sobre el palco de honor, mirando como se mira un jarrón a las mujeres más hermosas del oriente sin mostrar en el semblante mayor expresión.
Cuando las canciones y los bailes de las candidatas se pausaron para dar un descanso y servir la mesa de nuevo con bebidas de nombres extraños y sabores finos y extravagantes, las mujeres se fueron hacia un salón contiguo, y lleno de cojines y divanes donde se refrescaron con sorbetes, y se acicalaban entre risas y chismorreos sobre el aspecto del Príncipe Regente, sus miradas para quine iban y demás chanzas que daban a chimorreos y risas entre las damas. Charlie, se había estacionado en la entrada del pabellón, sin atreverse a ingresar dado que llevaba su disfraz de caballero inglés. Así que viendo que Sophie le hacía señas para que se diera una vuelta con tranquilidad mientras ella iba al aseo privado, Charlie decidió tomarse un respiro por los jardines. Los jardines anexos a la recidencia interior del harem eran preciosos, por no decir sublimes. El agua corría en canales decorados con detalle, regando los paterres de rosas, jazmines y flores tan exóticas que ella nunca había visto en su pequeño pueblo de Inglaterra, así que se vio extasiada y distraida, tanto que fue por un caminillo sinuoso hasta una fuente con leones esculpidos de los cuales manaba agua fresca. Se sentó allí a la sombra de un algarrobo en floración, cuyo aroma dulce la mecía, y la reconfortaba. Como no veía ni un alma por el paraje, optó por hacer algo arriesgado, se sacó el gorro qde cadete que llevaba y se pasó un pañuelo por el cuello, mojándolo en las aguas de la fuente, soltó un suspiro de alivio. No pensaba repetir la experiencia de llevar esta ropa de hombre de nuevo, era realmente muy incomoda y asfixiante, además del pelo que hacía de barba falsa,ahora le picaba en las mejillas y sobre los labios. Estaba usando toda su fuerza de voluntad para no meterse de cabeza en la fuente y aliviarse del calor y la piquiña del bozo falso.
-Gracias a Dios por esta fuente.- suspiró aliviada- cuando se puso el pañuelo fresco sobre el cuello, con la mata de pelo fertemente trenzada tomada de un lado.- Este es un lugar de ensueño, precioso palacio y jaula para las aves más exóticas.- Se dijo para si misma.
-Ya allah, gracias sean dadas, con toda razón- Replicó una voz sedoza y masculina a sus espaldas.
Charlie, se congeló en la posición por un instante, haciendo un esfuerzo supremo por no gritar, se encorbó y dio la espalda tras toser un poco, de nuevo puso la voz más grave que encontró para componer la respuesta más masculina que pudo para salir del aprieto en que ella misma se había metido.
-grr, coughh, si por supuesto, un lugar formidable, un puesto extraordinario para divisar las naves enemigas, dijo en su voz más grave que pudo entonar.- Disculpe usted siguió mirando al piso y cubriendose el rostro con la gorra, debo volver a mi puesto.- y con eso giraba con la cabeza gacha para que evitar el noble el rostro de jitomate por la vergüenza.
-Tranquilícese Señorit, señor Cadete, se corrigió el noble, no debe huir en mi presencia- Escuchó a la voz que acompañada del gesto le tomó del brazo con gentileza, la hizo girar en solo movimiento hacía el rostro de él y le levantó con dedos amables pero imperiosos, la cabeza tomandola de la quijada la inspecccionaba con detalle. Al subir la mirada, ella descubrió los ojos de jade del último hombre que esperaba encontrar. La atracción felina y soberana del Emir de los Creyentes que la observaba con una atención inusitada, como juzgando una rara pieza de caza.
-Su majestad-, alcanzó a musitar, temblando de arriba a abajo de pronto como una ave viéndose atrapada por el cazador.
-No tema- le contestó él y liberó el agarre suave que tenía en su quijada, con una venía la invitó a volverse a sentar.- No quise alarmarle, solo que si otro caballero de mi corte le hubiese visto, tal vez, tendriamos una revuelta inusitada que hoy quizas deberiamos evitar. Tranquilicese, avecilla, tiene usted razón. Este palacio es una jaula exquisita, donde muchas bellas mujeres han llegado a ser reclusas, morir y languidecer. Yo mismo soy su dueño, pero también su prisionero supremo, no puedo escapar de él. - Sentenció con mirada castigada y ceñuda sobre su propia posesión y destino.
Charlie asintió al hombre que se llamaba a si mismo prisionero y era el dueño de todo un imperio, recordó una frase de de su propio padre, un humilde parroco cuando le aconsejó sobre la carga que debían guardar las personas poderosas.
-Su Majestad, mi padre alguna vez me dijo que según las escrituras, Dios dio algunos hombres una carga más grande que a otros porque su alma era así también más grande, cerró los ojos y rememoro las palabras de su padre para darsela al parecer atribulado hombre que tenía enfrente: " Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, 27 y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo...no vendrá para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos".
Shankar, la escuchó con renovado interés y en silencio sopeso sus palabras, mientras Charlie pensó que había metido la pata por andar hablando cuando no era más que una simple hija de parroco de provincias, Shankar cambió su ceño fruncido, su frente e despejó y se rió de pronto con la risa que semejaba a la fuente que tenía al lado. Luego la volteó a mirar con ojos brillantes y le repuso la gorra de cadete de la marina con gentileza en la frente casi rozándole los labios con un ligero aleteo furtivo.
-Señor Cadete, en sus labios no solo habita la belleza sino también la sabiduria de los antiguos. Gracias por su consejo. Mire que me acaba de recordar las palabras de mi propio padre, reflexionaré al respecto y le daré una respuesta. Los fuegos artificiales empezaran pronto, lo mejor será que volvamos a la fiesta- concluyó el señor de todo lo que se veía en el horizonte y se alejó de allí dejándola nuevamente pensativa, pero con una imagen muy diferente del Sultán dueño de aquel parterre y todo lo que se viera hasta el horizonte.
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La doncella de Estambul
RomanceLa segunda entrega de la serie que comienza con " la bibliotecaría de la casa Cunnigton". Lady Sophie ahora duquesa de Cunnigton se encuentra en medio de una intriga palaciega en la antiquísima corte otomana, mientras su gran amiga Charlotte descub...