prólogo.

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Jihoon.

Acabo de darle un puñetazo en la cara a un chico. Y no a cualquier chico, a mi mejor amigo. Mi compañero de cuarto... Bueno, supongo que desde hace cinco minutos debería estar llamándolo mi ex-compañero de cuarto.

Su nariz comenzó a sangrar casi de inmediato y durante un segundo, me sentí fatal por haberlo golpeado. Pero entonces recordé lo puto, traicionero y mentiroso que era, y me dieron ganas de golpearlo de nuevo. Y lo hubiera hecho, solo si Junkyu no se hubiese metido entre ambos para impedirlo.

Asi que en vez de golpearlo, lo golpee a él. No le hice ningun daño, por desgracia. Nada comparado al daño que le hice a mi mano cuando esta impactó en su mandíbula.

Golpear a alguien duele mucho más de lo que imaginaba. No es que me pase una cantidad excesiva de mi tiempo imaginando cómo se sentiría golpear a la gente. Aunque comienzo a sentir el impulso de nuevo al observar mi celular, al mensaje de texto entrante de Hyunsuk. Él es otro de quien me gustaría poder vengarme, podría haberme avisado un poco antes así me preparaba. Me gustaría darle un puñetazo.

Hyunsuk: "¿Estás bien? ¿Quieres venir hasta que la lluvia se detenga?"

Por supuesto que no quiero ir. De por si mi puño ya duele lo suficiente. Si fuese al departamento de Hyunsuk, me dolería aún más luego de haber terminado con él.

Me doy la vuelta y miro hacia el balcón.

Se encuentra apoyado contra la puerta corrediza de vidrio, con el celular en la mano mirándome. Es casi de noche, pero las luces del patio iluminan su rostro. Sus ojos oscuros se centran en los míos, y la forma en que su boca se curva hacia arriba en una sonrisa suave y arrepentida hace que sea difícil recordar el por qué aún estoy molesto con él. Se pasa la mano libre por el cabello que cuelga sobre su frente, revelando aún más la expresión de preocupación en su rostro. O tal vez sea de pesar, como debe ser.

Decido no responder, y en su lugar le enseño mi dedo medio. Niega con la cabeza, y encoge sus hombros, como diciendo "lo intenté", para luego entrar a su apartamento deslizando la puerta para cerrarla.

Pongo el teléfono en mi bolsillo para no mojarlo, y miro a los alrededores del patio en el complejo de apartamentos donde he vivido durante tres meses enteros.

Cuando nos mudamos, hacía un poco de frío, pero parecía que este patio de algún modo aún se aferraba a la vida.

Vibrantes hortensias azules y violetas decoraban las pasarelas que conducen a las escaleras, y la fuente colocada en el centro veía un flujo constante de visitantes y jóvenes.

Ahora que el frío llega poco a poco su pico más atractivo, ya no hay agua en la fuente desde hace tiempo. Y las hortensias son un recuerdo triste y marchito de la emoción que sentí cuando Mashiho y yo nos mudamos aquí. Mirando el patio, ahora vencido por la temporada, veo un inquietante paralelismo en cómo me siento en este momento.

Derrotado y triste.

Me encuentro sentado en el borde de la fuente de cemento ahora vacía, con los codos apoyados en las dos maletas que contienen la mayor parte de mis pertenencias, esperando a que un taxi venga a recogerme. No tengo idea de a dónde va a llevarme, pero se que preferiria estar en cualquier otro lugar que en donde estoy en estos momentos. Lo que es... Bueno, sin hogar.

Podría llamar a mis padres, pero eso sólo les daría razones para comenzar a dispararme con todos esos "Te lo dijimos".

"Te dijimos que no te mudaras tan lejos, Jihoon".

"Te dijimos que no te tomaras esa relación en serio".

"Te dijimos que si hubieses decidido estudiar Medicina en América, hubiésemos pagado por ello".

𝗳𝗶𝗻𝗲 › sukhoon Donde viven las historias. Descúbrelo ahora