1. Negación

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1. Negación
Día 1.

—Dinoguía Tesla, por favor pasa a las oficinas de administración.

Escuché el anuncio por medio de los altavoces y detuve mi explicación para poner atención en el hecho de que me estaban llamando.

—Tengo que irme— dije al pequeño de azul que me observaba espantado—, podemos continuar con esta charla luego.

El niño abrió los ojos asustado y se apresuró en negar con la cabeza. No le tomé importancia y deje mi puesto para caminar en dirección a las oficinas.

Estaba en el área de paleontología. Mi área favorita de todo el museo.

El grandioso y prestigioso Museo de Vida.

Los pendientes grandes en forma de dinosaurio brincaban con cada paso que daba. Estaba haciendo un frío insoportable dentro de las instalaciones del museo, y eso sólo empeoró mi falso estado de ánimo.

— ¿Puedo pasar?— pregunté, tocando la puerta de la oficina de Tanya, mi jefa.

—Pasa— respondió la mujer.

Practique una sonrisa falsa antes de entrar y aún no había acabado de cerrar la puerta cuando escuché como Tanya golpeó la mesa con las dos manos.

— ¡Tesla Elizabeth Morin!— dijo mi nombre completo. Bueno, en realidad lo grito.

— ¿Sí?— pregunté inocente, sin moverme de la entrada por si tenía que salir corriendo.

En caso de que me lanzara algo, claro.

—He recibido dos quejas en lo que va a del día— empezó a decir, molesta.

—Es un nuevo récord para mí.

—No juegues conmigo ahora.

Al notar las chispas de enfado en sus ojos, opté por quedarme callada. Callada y sonriente como una muñeca.

Pero una muñeca de esas que dan miedo.

—Lo...

—No me digas que lo sientes— se apresuró a decir—. El día apenas lleva cinco horas y tú ya atormentaste a dos infantes.

—Atormentar es una palabra muy fea— comencé a decir, moviendo las manos sin objetivo alguno.

—Me puedes explicar, ¿por qué lloras mientras explicas el proceso de fosilización?

Excelente pregunta.

Sonreí incómoda, caminando hasta quedar frente a la mujer de largos cabellos dorados.

—Si lo pensamos a profundidad, en realidad es algo muy triste— intenté explicar.

— ¿Terminaste con Miley?

Me detuve abruptamente.

— ¿Qué?— dije, medio gritando—. No, claro que no... Claro que... — sus ojos me observaron como si ya supieran la verdad—. Sí. Claro que sí terminé con Miley.

A un paso del olvido ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora