3. Dinoaniversario

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3. Dinoaniversario
Día 3.

—Y así es como el asesino más buscado de la historia fue atrapado por la policía una noche de diciembre.

Los anuncios comenzaron a parecer cuando el video se terminó.

Chasquee la lengua, aburrida. Ya conocía el final pero aún así volvía a ver el documental solo para desquitar mi ira con la pantalla y los pixeles dentro de ella.

Observé mi reflejo en el espejo del baño, moví mi rostro de un lado a otro para analizar si mi delineado había quedado bien.

Obviamente no lo hizo porque siempre me salía mejor en un ojo que en el otro, pero fingí que había sido el mejor delineado que me había hecho en la vida.

El sonido de mi celular me alertó de la llegada de un mensaje.

Tanya: ¿Estás lista?

Claro que no lo estaba.

Apenas y llevaba el maquillaje, y todavía tenía que peinarme y colocarme el enorme vestido rojo que me tocó llevar.

Tesla: Estoy lista.

Era la fiesta de aniversario del museo. Cumplía 50 largos años de existir y era una celebración muy especial, por lo que el código de vestimenta era estricto.

Tan estricto que Tanya había elegido lo que usaríamos todo el personal, para asegurarse de que todo saliera perfecto.

Observé por el reflejo del espejo el largo vestido rojo que estaba colgado en la puerta.

Que doloroso será usarlo.

Deje de lamentarme y me acerqué a él, para, de una vez por todas, ponermelo.

El vestido era de un rojo brillante, tan brillante que parecía hecho de cuero. Tenía una apertura en la pierna derecha y era largo.

Lo cual, en definitiva para una persona con piernas de gelatina, no era una buena opción.

Pero el problema del vestido era que la parte superior tenía el diseño de un corsette, lo que me obligaba a dos cosas: Comer poco y caminar derecho.

— ¡Lizzie!— Gritó alguien, sacándome un susto de muerte y logrando que me cayera al suelo con el vestido a medio poner.

¿QUIÉN DEMONIOS ME HA LLAMADO LIZZIE?

Salí del cuarto de baño con el vestido a medio poner y abrí la puerta del departamento con las cejas fruncidas y dispuesta a matar a la persona del otro lado.

— ¿A quién demonios le dices Lizzie?— pregunté a gritos.

—A ti.

— ¿Por qué?

—Porque te llamas Elizabeth— contestó él, entrando en la habitación como si nada.

—Nadie me ha llamado Lizzie antes.

— ¿Y qué?— se sentó en el banco de la barra y comenzó a sacar la comida de las bolsas que llevaba—. ¿Me gane un premio por ser el primero?

—Eres extremadamente odioso.

—Y tú te pusiste el vestido al revés.

Di una mirada hacia abajo y noté que la etiqueta sobresalía en mi pecho.

A un paso del olvido ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora