6. Utopía

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6. Utopía
Día. 6

Pase la noche dormitando en el sillón, abriendo los ojos en ratos y observando al idiota que se quedó a dormir en el suelo del cuarto.

Por la mañana, me levante y creí que me había librado de él, así que me metí a bañar, pero cuando salí me encontré con un lindo regalito en la cocina.

— ¿Sigues aquí?— pregunté—. ¿No tienes casa, amigos o novio?

—Tengo novia— dijo, sacando la comida de las bolsas.

—Ve con ella.

—Aquí estoy.

Por un segundo creí que hablaba de una novia real, no de mí.

—Te conviene conseguirte otra, yo estoy fuera de servicio.

Aaron se quedó callado, y continuó preparando el desayuno.

— ¿No vas a decir nada?— dije.

— ¿Qué quieres que diga?

—Que soy una tonta por esperar que mi ex novia volviera conmigo.

—Entonces me estaría diciendo tonto a mí mismo.

Me senté en el banco de la barra, observandolo antes de suspirar.

—Tienes razón, ambos somos unos idiotas.

—Unos más que otros.

Le saqué la lengua, balanceando los pies para entretenerme, aunque lo hacía con muy poca fuerza.

—Toma esto— dijo el chico, acercándome unas pastillas y una botella de agua.

—En esta casa no se usan botellas de agua— le dije—, somos hippies.

—Bebela, Lizzie.

—Cada vez que me llamas Lizzie me recuerda a un personaje muy peculiar de la historia llamado Lizzie Borden.

— ¿Estaba loca igual que tú?

—De hecho sí— dije tomando las pastillas.

Los cabellos brillantes de Aaron estaban perfectamente peinados, su ropa estaba limpia y olía a una mezcla extraña de cítricos.

Tomé mi celular de la barra y me encontré con las cientos de notificaciones provenientes de mi madre. Tendría que llamarla luego, ahora no me encontraba con los ánimos necesarios para hacerlo.

Sentí una amarga sensación cuando entre mis llamadas no encontré el remitente que esperaba.

— ¿Quieres ver una película?— le pregunté a Aaron, tomándolo por sorpresa.

—Normalmente siempre me corres después del desayuno.

— ¿Quieres verla o no?

—Está bien— respondió, girandose para verme.

Tener compañía me haría sentir mejor, así no tendría que pensar en como Miley me había hecho trizas el orgullo y el corazón ayer.

A un paso del olvido ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora