7. El vaho

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7. El vaho
Día. 7

A la mañana siguiente, me levanté sola en la habitación. Aaron se había marchado muy temprano cuando le llamaron del trabajo y ahora era mi turno de enfrentarme a mis responsabilidades.

Me levanté porque tenía que hacerlo, era mi responsabilidad ir a trabajar y ya no podía ocultarme más en la habitación o en el departamento. Tanya ya me había dejado muy en claro que tenía que ir.

Después del aniversario del museo, se hacían diferentes eventos para continuar con el festejo, duraba dos largos meses.

Ese primer lunes, todo el museo se pintaba de azul para festejar la vida marina. Tanya abriría no solo el museo, sino también la nueva sala de vida marina.

Busque entre mis cosas algún atuendo que me permitiera estar cómoda, ya que sería un día bastante ocupado.

Antes de las 8 de la mañana, ya estaba en las puertas del enorme museo. Cuando las abrí, el caos comenzó. Todos mis compañeros iban de aquí a allá con cajas, arreglos, y todo tipo de cosas.

Tanya le gritaba a todos desde el segundo piso, y cuando me vio no se lo pensó dos veces antes de llamarme:

— ¡Tesla!— Gritó con fuerza, pero nadie se detuvo de sus labores, solo un idiota de sonrisa engreída—. Sube aquí.

—Bienvenida, Tesla, hoy será un excelente día— usó un tono burlón.

—Un excelente día... para morirse— le contesté a Roi sin ganas.

El chico estaba cargando una caja de volantes con papel reciclado e indicaciones importantes.

—Ojalá te caigas— susurré.

—Ojalá lo hagas tú— me contestó cuando ya estaba lo suficientemente lejos como para empujarlo.

Caminé a pasos lentos y cansados, sin muchos ánimos, sintiéndome sorprendetemente pesada, como una bola de boliche.

—Buenos días, Tanya.

—Tesla— dijo con una voz firme—. Desapareciste—, me acusó.

—Me tomé unas vacaciones.

— ¿Sabes que puedo correrte por eso?

— ¿Lo harás?

Lo pensó en silencio antes de responder:— No.

—Entonces, ¿cuál será mi castigo?

—Un documental.

Me golpee levemente la cabeza para asegurarme de que mis neuronas estuvieran ahí y no estuviera hueca.

— ¿Ver un documental?

—Hacer uno.

— ¡¿Hacer un documental?!— grité y añadi en voz baja:—¿Por qué no mejor me pides hacer porno?

—Te vas a los extremos— contestó haciéndome una mueca, y caminando conmigo detrás—. Te necesito a ti y a Roi. Necesito sus voces.

—Y con Roi, ya mejor vendeme.

—Deja de estar jugando con eso— respondió, dándome un golpe—. Y no es todo.

—Maravilloso, justo así me dijo mi ex novia cuando me corto ayer.

Esta vez no me regañó, pero se quedó callada por unos largos minutos.

—Saldrás en un video musical, no conozco los detalles pero es una muy buena oportunidad para tu carrera. Es momento de que te enfoques en ti, Tesla.

A un paso del olvido ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora