Desde que los muertos decidieron volver a la vida, todo fue una gran catástrofe, nada volvió a ser normal y creo que jamás lo será; el luchar día a día por la supervivencia cada vez es más difícil, cada vez hay más personas hijas de puta que quieren...
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Dos noches y tres días llevo encerrada en este lugar.
Escribo el número tres en número romano, llevaba tres días en este infierno.
Para explicar desde un principio, hace aproximadamente unos dos o tres años toda la humanidad se vino abajo; todo se destruyó.
Y tú dirás ¿que habrá sido para que sea así? Pues bien, yo te respondo eso.
Un apocalipsis.
Si, un apocalipsis.
Pero no uno normal, claro que no... son muertos vivientes. Aunque no tan muertos ni tan vivientes, ¿me explico? Es decir, una persona muere y mágicamente revive pero sin recuerdos o otras cosas que no sean comer o caminar.
Estúpidos muertos vivientes.
Durante mucho tiempo (el tiempo que he estado encerrada) he pensado un nombre para ellos. Es decir, no podría ir ahí diciéndoles «mierdas inservibles» Si, si son unas mierdas inservibles pero, ¿dónde quedaron mis modales? Alguna vez, esas mierdas fueron personas, fueron padres, amigos, hermanos y demás, así que... simplemente los llamaré ellos. ¿Un nombre extraño? Claramente si, pero según yo tiene más valor que mierda, así que lo dejaré así.
Dejando el tema atrás sobre cómo llamar a las cosas que arruinó nuestro mundo, quería darle un gran crédito a Terminus.
Un gran lugar para llegar y estar a salvo de todo lo de afuera. Un lugar tranquilo dónde puedes hacer lo mismo que en el mundo anterior... o tal vez no.
Cómo ya dije, hace tres días llegué a Terminus, un lugar que lo encontré mientras vagaba en busca de un lugar seguro. El punto es que lo encontré en las vías.
«Santuario para todos, comunidad para todos. Los que llegan sobreviven.»
Bien, una persona inteligente podría decir "Es muy sospechoso, no creo que sea real..." y ahí estoy yo, la que pensó que era real y sin dudarlo, salió corriendo hacia el lugar.
Al principio fue todo muy... ¿agradable? pero cuando digo principio fue solo una hora. Una maldita hora. Mientras una señora de unos cuarenta años me estaba dando un recorrido, alguien (espero que no haya sido ella porque me cayó bien) me hizo un knockout y caí inconsciente al suelo.
Desperté, según ellos, tres horas después. Pero, vamos, no había dormido bien hace treinta y seis horas, entiéndame un poco.
