Día 02. Compartir paraguas

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(Tras la batalla con Guild -
Referencias a otro de mis relatos)

La temporada de lluvias había llegado a Yokohama y, tras una jornada tranquila en la Agencia, Fukuzawa salió a dar un paseo por los amplios parques para oler el dulce aroma de las flores mezclado con la lluvia. Sentir que aquellas plantas resurgían gracias a aquella agua le hacía creer en que el mundo también cambiaría para bien si hacían caso a la naturaleza.

Estaba seguro de que hoy no encontraría ningún gato por el parque. Odian el agua y se esconden rápidamente al primer atisbo de lluvia. Cómo le hubiera gustado que alguno de ellos se hubiera cobijado bajo su paraguas. Nada podría romper aquel momento mágico...

-¡Pero, Rintaro! ¡Yo quiero ese caracol!

No se lo podía creer. No. No era cierto. Debía ser un mal sueño. Una pesadilla. Justo en este momento. No levantes la vista, no levantes la vista, no levantes la vista... Justo. Allí se encontraba aquel hombre que aborrecía con toda su alma: el famoso y temido jefe de la Port Mafia.

Este cubría con su paraguas a la niña que quería tomar un caracol de uno de los setos del parque.

-Pero, Elise-chan... ¿Dónde dejarás a ese pobre animalito? -preguntó algo apurado.

-Tengo una cajita de zapatos perfecta para él... ¡Y Kajii me deja algunos limones para que coma!

-No creo que coma limones...

-¡Cállate, Rintaro! ¡Lo vas a espantar!

Fukuzawa tenía dos opciones: dejar a aquel patético adulto lidiar con sus problemas dando media vuelta o proseguir su paseo con la esperanza de que no lo vea.

-Oh, Fukuzawa-dono.

Ninguna de las opciones era válida ahora. ¡¿Es que tenía algún radar incorporado en su cuerpo que le avisaba cuándo estaba cerca?!

-¿Dando un paseo mientras recuerda sus batallitas?

-¿Y usted, perdiendo el tiempo con esa niña y sus gustos repugnantes?

Nada había cambiado a pesar de su alianza contra Guild. Seguía existiendo aquella tensión entre ambos, propia de dos enemigos que desean matarse mutuamente. Aquel fue el mayor fallo en el plan de Natsume-sensei: el no haber tenido en cuenta la verdadera naturaleza que envolvía al doctor.

-¡Noo! ¡Se me ha escapado! -rompió el silencio incómodo la niña-. ¡Trae aquí! ¡Voy a ir a buscarlo!

Elise le arrebató el paraguas a Mori y salió corriendo parque adentro.

-¡Pero, Elise-chan! ¡Deja que te acompañe! -lloriqueó.

-¡No, que lo asustas!

Y allí se quedó Fukuzawa viendo a aquel hombre empaparse con la lluvia, quieto como un perro que hace caso a la orden de su amo y espera en su sitio a que regrese.

-Patético.

-Cállese.

Fukuzawa reanudó su paseo, pasando de largo de Mori sin apenas mirarlo. Cuando ya llevaba una buena distancia recorrida, se giró y lo observó. Allí seguía, de pie y temblando del frío que debía tener a causa de la lluvia. Su gabardina ya chorreaba agua.

La determinación de Mori sin lugar a dudas era la más inquebrantable que jamás había visto en su vida.

-Va a pillar un resfriado.

Mori giró su cabeza y vio a Fukuzawa tapándolo con su paraguas.

-Pensé que no le importaba mi salud cuando decidió desangrarme en aquella azotea hace 10 años.

-Le recuerdo que su presencia es esencial para que la Port Mafia no vuelva a descontrolarse y destruya media ciudad.

-Otra razón que obvió hace 10 años cuando retrasó mi ascenso al poder al robarme a Yosanito-kun.

-Ya hablamos de aquello: su lógica sin corazón fue lo que provocó aquel final.

-¿Y aún así sigue queriendo que no enferme?

Fukuzawa calló al oír aquella pregunta. No había perdido su sentido del acierto a la hora de hablar.

-Solo les estoy ahorrando a sus subordinados el tener que soportar a su jefe enfermo como me ocurrió a mí.

-Hum... No recuerdo nada de eso. Solo que me desperté a su lado desnudo, con su yukata puesta. Una broma de muy mal gusto.

-¿Cuál? ¿Que se despertara así o que Natsume-sensei nos considerara pareja?

-Creo que le dejé bien claro mi postura frente a nuestra relación y mis gustos.

-Y, aún así, quiso que siguiera con su plan de ser jefe de la mafia.

Ambos hombres callaron. El silencio era amortiguado por el ruido de la lluvia cayendo en el paraguas de Fukuzawa. No sabía por qué hacía aquello, por qué cubría al doctor con su paraguas mientras esperaba a aquella niña. Si Natsume-sensei pasara por allí, volvería a dar su consentimiento en la relación de ambos.

-¿Sabe que buscó la forma de curar un resfriado tirado en el suelo?

Mori se giró con la ceja enarcada, sin entender nada.

-¿Está usted delirando?

-Aquella noche también deliró usted. Nunca había visto a una persona decir tantas cosas sin sentido como usted.

-¿Ha probado a escucharse a sí mismo?

Fukuzawa pasó de aquel comentario. Conocía bastante bien a Mori como para saber que aquellos comentarios eran solo fruto de su naturaleza de querer molestarlo. No había nada de dañino en ellos... O tal vez sí. Dos podían jugar al mismo juego.

-Me alegra que no recuerde nada. Tuve que darle un baño aquella noche cuando perdió el conocimiento por culpa de la fiebre.

-¡¿QUE USTED HIZO QUÉ?!

Por arte de magia, la niña apareció a su lado, totalmente contrariada.

-¡Jooo, Rintarooo! ¡Ya casi lo tenía! ¡¿Por qué me llamas?!

-NOS VAMOS. AHORA.

Tomó de la mano a la niña y ambos desparecieron del parque sin perder el tiempo.

Por una vez, Fukuzawa estaba orgulloso de lo que había hecho contra Mori. Aquel había sido el mejor paseo que había dado en años y eso que había tenido que compartir su paraguas con él.


• • •

(Mientras tanto, en una comisaría cercana)

-Vengo a poner una denuncia: un hombre me vio desnudo hace 10 años.

-... ¿Perdone?

𝐅𝐔𝐊𝐔𝐌𝐎𝐑𝐈 𝐖𝐄𝐄𝐊 𝟑 ; < 𝘉𝘚𝘋 >Donde viven las historias. Descúbrelo ahora