Día 07. Día libre

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-A veces directamente no sé por qué decidí convertirme en su amigo.

-Oh, ¿cuándo decidió eso?

Fukuzawa tenía ganas de tirar al mar al doctor de una patada, pero le dolía tanto el cuerpo tras la última misión que se había visto en la obligación de apoyarse en él y, para su sorpresa, no se había quejado mucho.

Cuando se conocieron en aquella clínica y leyó todos los informes que había sobre él, el guardaespaldas tenía claro que el doctor Ogai Mori no era una persona en la que confiar... Y a las pruebas se remitió: datos erróneos durante las misiones para que hiciera él todo el trabajo, múltiples "fallos" para poner su vida en peligro, el doctor era secuestrado cada ocho horas y Fukuzawa debía ir a por él sí o sí...

En serio: ¿cuándo decidió que Mori era su amigo? Jamás había visto su vida peligrar tantas veces al día y eso que fue asesino a sueldo durante la Gran Guerra... Mori se lo estaba tomando como un reto personal, seguro.

-Como compañero que es mío, debería decirme exactamente el número de enemigos que hay en la base enemiga...

-¡Y se lo dije! -se quejó mientras se recolocaba el brazo del mayor en sus hombros y seguía su camino por las calles nocturnas-. Le avisé que había unos cientos...

-Mil doscientos. Eso no son unos cientos, son más de unos cientos.

-Pero unos cientos con otros cientos van sumando hasta mil doscientos.

-Tiene usted todas las papeletas para convertirse en la nueva funda de mi espada cuando vuelva a poder mover el cuerpo en condiciones.

-Es muy inteligente decirle eso a la persona que le está ayudando a llegar a la clínica para después curarlo. ¿Sabe lo fácil que sería para mí asesinarlo ahora?

-¿Qué ganaría con eso?

-Que Natsume-sensei se dé cuenta de que no necesito a nadie.

Un pequeño flashback pasó por la mente de Fukuzawa. En él, un pequeño Fukuzawa observaba la espalda de su adversario, un niño de su misma edad, tras una pelea con espadas. Como siempre, acababa de perder.

-No necesito la ayuda de nadie, Yukichi. Una persona solo se vuelve verdaderamente fuerte cuando no depende tanto de la gente. Por eso nunca me ganas ni me ganarás...

Genichiro tenía razón... Una persona que se preocupa mucho por otras jamás llegará a ser fuerte... Por eso él jamás fue capaz de vencer a Fukuchi y ahora mismo sentía lo mismo con Mori.

Ambos tenían aquella aura que amenazaba a ambos con aislarlos y ahogarse en sus respectivas responsabilidades. No sabe cómo definirlo, pero veía en ambos una niebla oscura que amenazaba con envolverlos...

Puede que por ver aquella similitud con su amigo de la infancia viera a Mori como un amigo.

-A veces, la cooperación es mucho mejor que la individualidad.

-Eso no se lo discuto, pero siempre y cuando esa cooperación sea por medio de la razón -el rostro del doctor se oscureció de pronto-: aquellos que se dejan llevar por el corazón siempre son los primeros en perder.

Fukuzawa se conocía aquella frase bastante bien. Siempre Mori la enunciaba cuando él hacía algo propio de un héroe salvándolo.

-¿Dónde aprendió esa ideología?

El doctor frenó en seco el paso y el guardaespaldas casi se cae de cara al suelo.

-¿Por qué me pregunta eso ahora? -dijo sin más sin levantar la vista.

El albino sintió un escalofrío. Mori conocía todo sobre Fukuzawa al pie de la letra, pero... ¿Cuánto conocía Fukuzawa de Mori? Podría decir que solo la portada, pero jamás su contenido... Incluso esa portada podía ser falsa también. Como un libro que se rescribe continuamente y cambia de título.

Era lo mismo que le ocurría con Fukuchi: no conocía a ninguno de los dos de verdad, pero ellos parecían saberse toda la vida de Fukuzawa bastante bien como para utilizarla a su favor.

-Simple curiosidad -dijo sin más Fukuzawa-. ¿No me lo puede decir?

Para su sorpresa, Mori levantó la vista y le miró con una sonrisa cansada y una mirada muy significativa y sincera... Era una mirada que había conseguido remover algo dentro de Fukuzawa, pero no para bien...

-No debería preguntar esas cosas, Fukuzawa-dono. Existen en las personas capítulos que ellas mismas no quieren que se sepan. No hay nada más peligroso que las historias jamás contadas y aquellos que desean que no se cuenten, recuérdelo.

¿Historias jamás contadas? ¿Capítulos ocultos?

-¿No es muy cruel que sepa usted todo sobre mí y yo no sepa nada de usted?

-¿Tiene usted historias que no quiere que se sepan? Le creía como un libro abierto.

-Eso es lo que deseo de usted también, para algo somos amigos.

La expresión de Mori cambió radicalmente y pestañeó bastante sorprendido.

Claro, fue en ese momento... En el momento en el que empezó por interesarse en conocer a Mori fue cuando se dio cuenta de que le gustaba estar con él, salvarlo y entenderlo cada día más.

No era como Fukuchi: Mori era mucho más cercano a su modo y no dudaba en ayudarlo, aunque fuera por el bien de su misión. No existía nadie que jamás se hubiera preocupado tanto por él (aunque los métodos del doctor llegaran a ser muy cuestionados).

Mori tenía buen fondo, pero estaba tapado por aquellos capítulos que no deseaba sacar a la luz.

La sonrisa socarrona regresó a Mori.

-Lo de amigos solo es por usted. Yo no le considero eso. Déjeme recordarle que...

-... solo le gustan las menores de 12 -terminó la frase muy serio Fukuzawa.

Mori asintió orgulloso.

-¿Lo ve? Me conoce muy bien.

Y reanudaron su marcha con Mori tarareando, seguramente con la intención de no oír más preguntas como aquella.

Fukuzawa no podía evitarlo: tal y como vio en su amigo de la infancia, una oscuridad espesa amenazaba también al doctor y puede que fuera por su corazón o su disposición de preocuparse siempre por aquellos que tenía cerca, pero no iba a permitir que aquella oscuridad que rezumaba de aquellas historias jamás contadas del doctor terminaran por consumirlo.

-Este no es el camino a la clínica...

-Olvidé mencionarle que por aquí hay una base de narcotraficantes que...

¿Por qué decidió convertirse en amigo de aquel elemento incorregible? Jamás lo supo, pero lo era.

𝐅𝐔𝐊𝐔𝐌𝐎𝐑𝐈 𝐖𝐄𝐄𝐊 𝟑 ; < 𝘉𝘚𝘋 >Donde viven las historias. Descúbrelo ahora