𝐅𝐔𝐊𝐔𝐌𝐎𝐑𝐈 𝐖𝐄𝐄𝐊 𝟑 ; < 𝘉𝘚𝘋 >

Día 04. Reconciliación

(Tras la batalla de Canibalismo)

Cuando Natsume se marchó, llevándose a Katai con él, todo quedó en silencio. No existía aquella mansión que tanto significó para ellos, incluso habían perdido las ganas de luchar entre ellos, algo que tranquilizaba a Fukuzawa porque Mori estaba decidido a matarlo. Cuando llegara a la Agencia, pediría a Yosano uno de sus tratamientos y, viendo lo que planeaba Natsume, intentaría convencerla para que hiciera lo mismo con el jefe de la mafia.

El presidente se sentó en el suelo, agotado de la batalla y por la pérdida de sangre. A su lado, Mori se apoyaba en un escombro, aunque estuviera a punto de desfallecer por las heridas sufridas y por el virus. Todo por culpa de aquel maldito virus...

-¿Y ahora qué? -preguntó a la nada Fukuzawa.

-Ya lo ha oído... Debemos derrotar a esa rata...

-¿"Debemos"? -enarcó una ceja.

-A mí tampoco me hace gracia la idea, pero si Natsume-sensei así lo desea...

Natsume-sensei: la única persona en el mundo a la que ese doctor hace caso y sigue a pies juntillas. Si llega a ser otro el que interviene en la pelea, hubieran muerto todos. Aquel hombre tenía un poder sobre Mori que el propio Fukuzawa desconocía.

-¿Tiene entonces algún plan?

Ante el silencio del pelinegro, el presidente se giró para mirarlo. No le miraba desde que intentó matarlo y parecía meditar algo.

-Debemos hacerlo juntos, tal y como ha dicho Natsume-sensei -recalcó Fukuzawa.

-Fukuzawa-dono.

El semblante de Mori se volvió grave, severo, pero seguía sin mirarlo.

-Quiero que sepa que sigo odiándolo con todas mis fuerzas tras lo ocurrido con Yosanito-kun. Cualquier alianza que hayamos tenido en el pasado fue solo para proteger Yokohama.

El albino suspiró ante las obviedades que acababa de decir su excompañero.

-¿No se lo dije una vez? Lo único que nos une ahora mismo es el amor que profesamos a esta ciudad -se levantó y se colocó a su lado-. Por eso debemos acabar con Fyodor. La Agencia ha fracasado, la mafia también... Solo quedamos nosotros dos y Natsume-sensei lo sabe: trabajando juntos somos invencibles.

Por primera vez, Mori observó al mayor, aunque su mirada seria no había desaparecido.

-Ambas organizaciones fracasaron porque faltábamos nosotros. Debemos guiarlos hacia la victoria. Sin embargo, el hecho de que la mafia deba rebajarse de nuevo a su nivel, a ayudar a la Agencia, me parece un despropósito.

-¿Pero no fue así cómo vencimos a Guild? Atsushi me imploró que os pidiéramos ayuda y yo accedí. Casi tuvimos que implorarle para que nos hiciera caso, hasta Dazai jugó con los pocos sentimientos que usted tiene.

-Está comparando a la mafia con la Agencia y eso es algo que no apruebo.

Aquella charla iba de mal en peor. Como no midiera sus palabras, Natsume tendría que intervenir para volver a salvarlo.

-¿Desde cuándo cooperar es un símbolo de debilidad? ¿No cree que sería algo que Fyodor no vería venir?

Mori se llevó la mano a la barbilla y sopesó aquellas palabras.

-¿Cree que una alianza es la forma de vencer a Fyodor?

-Es lo que acaba de decir Natsume-sensei y siento que es verdad. Una alianza de nuevo con usted es la única manera de derrotarlo.

Mori analizó su cara un momento y Fukuzawa se sorprendió cuando se le dibujó una sonrisa en la cara. ¿Ya iba a burlarse de nuevo de él por ser un pacifista y una buena persona?

-Eso es lo que quería oír de usted -dijo señalándolo.

El presidente parpadeó confuso.

-Usted siempre está en contra de aliarse con nosotros y tuvo que ser el Jinko quien diera el primer paso. Necesitaba oírle a usted decirlo totalmente convencido. Si los dos confiamos el uno en el otro, entonces sí que venceremos.

-¿Todo esto ha sido un juego suyo solo para probar mis convicciones sobre esta nueva alianza?

Mori asintió mientras se alejaba del escombro y comenzaba a caminar.

-¿Y no duda de mí? La última vez pensó que le íbamos a traicionar...

-Lo pensé porque fue idea de otra persona, no de usted. Incluso dejó claro que estaba en contra de aquella alianza. Sin embargo, usted ahora la acaba de proponer y, sabiendo que usted es una persona que no sabe mentir y que jamás rompe una promesa, sé que no me traicionará y que venceremos.

Fukuzawa suspiró agotado. ¿Por qué siempre enredaba todo con sus análisis racionales?

-¿Cómo puede estar tan seguro de nuestra victoria?

-¿No lo ha dicho ya? -se giró y le sonrió-. Juntos somos invencibles.

Ambos se separaron dejando atrás los escombros de lo que una vez fueron y el primer paso hacia una reconciliación.