Día 03. Una cama

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La sonrisita de la señora de la posada no auguraba nada bueno desde un principio. Se encontraban en las montañas de Nagano, siguiendo la pista de unos contrabandistas que habían huido hacia la gélida región. Nada más entrar en la posada de la montaña, la intuición de Mori se activó. Algo malo iba a pasar. Y la sonrisita de la señora se lo confirmó.

-Tenemos una reversa a nombre de Natsume -habló con ella Fukuzawa.

La señora miró a ambos sin perder la sonrisita, lo que le puso la piel de gallina al doctor.

-Por supuesto. Por aquí, por favor.

Ambos siguieron a la mujer por los pasillos hasta encontrarse ante una puerta.

-Aquí está.

-Supuse que había reservado dos habitaciones...

-En la reserva solo hay una. Que descansen -y se marchó tapándose la boca ante la mirada asesina del doctor.

Cuando abrió la puerta Fukuzawa, supo por fin el silencio que había invadido a su charlatán compañero.

En medio de la estancia solo había un futón de matrimonio.

-Esto tiene que ser un malentendido -comentó Fukuzawa mientras se giraba y desaparecía por el pasillo como si fuera un robot.

Por su parte, Mori seguía observando la sala totalmente contrariado. ¿Compartir cama con aquel hombre? ¡Ni muerto!

A la media hora regresó el albino con cara de abatimiento.

-Por lo que se ve, es un plan de Natsume-sensei. Los contrabandistas tienen todo el lugar vigilado y, si ven una reserva de dos habitaciones para dos hombres, huirían.

-Genial -dijo sin más mientras entraba en la habitación, seguido del espadachín-. Usted puede dormir en el tatami... En el baño, por ejemplo.

-Me niego en rotundo a dormir en el suelo. No soy su perro.

-Pues los dos no podemos dormir ahí -y señaló molesto el futón-. Quiero mi intimidad.

-A mí tampoco me alegra la idea, pero no hay otra opción. Solo espero no despertarme con el cuello cortado.

Mori se cruzó de brazos y asintió.

-Muy bien. De acuerdo. Es solo una noche. Podré pasarla despierto.

Oh, no. Ahí íbamos de nuevo.

-¿Debo volver a dejarlo inconsciente para que duerma algo, Mori-sensei?

Una punzada de dolor atravesó la nuca del doctor, quien se frotó esa parte.

-Tuve dolor de cabeza todo aquel día.

-Pero no estaba cansado.

-Ya le he dicho que no es un problema para mí no dormir.

Fukuzawa se encogió de hombros y sacó su espada.

-Si es eso lo que desea... Dormido siempre puede huir de mí, pero inconsciente...

-¡Vale! ¡Vale! ¡Guarde eso!

Tras dos horas de discusión, ambos estaban dentro del futón, preparados para una noche muy larga.

-Como ose rozarme, no responderé de mis actos -lo amenazó Mori.

-Es lo último que deseo hacer.

El albino apagó la luz y todo se quedó a oscuras.

Era increíble lo quieto que podía quedarse Fukuzawa, sin siquiera oírse su respiración. Aquello ponía muy nervioso al doctor, quien no tenía ni pizca de sueño. Miraba el techo dando golpecitos con sus dedos en su pecho; se giraba y observaba la puerta de entrada, por cuya rejilla ya no entraba ninguna luz; se ponía bocabajo y le dolía el cuello porque no sabía hacia qué lado ponerlo; se giraba hacia el otro lado y Fukuzawa le clavaba una mirada seria.

-¿Quiere dejar de hacer la croqueta?

-Me aburro. No tengo sueño. No me gusta dormir acompañado.

-Como no me deje dormir, sufrirá las consecuencias por la mañana.

-Eso tiene fácil solución: me voy al jardín a leer hasta que sea de día.

-Le he dicho que duerma.

Aquello parecía un círculo vicioso del que jamás saldrían.

-¿Sigue teniendo pesadillas?

Mori se giró y se quedó bocarriba, sin contestar a la pregunta.

-He visto los tranquilizantes que tiene en su clínica. ¿Son para usted?

-No.

-Ha contestado muy rápido para que sea verdad.

Y vuelta otra vez a mirar la puerta de entrada. No iban a salir de aquel juego y eso le cansaba más que estar toda la noche despierto. Estaba acostumbrado al insomnio, a no cerrar los ojos y regresar a aquel mundo sangriento y sin esperanzas... Alguien como él no necesitaba precisamente dormir. Sin embargo, si no se dormía, Fukuzawa sería capaz de volver a dejarlo inconsciente y aquello era más molesto que sufrir una de sus pesadillas.

-Está bien. Dormiré. O lo intentaré.

-Lo hará.

Se puso bocarriba y cerró los ojos. Si tenía un poco de paciencia, su plan surtiría efecto. Solo debía mantenerse despierto con los ojos cerrados y eso hizo: imaginó todos los vestidos que podría comprar a Elise, a sí mismo siendo jefe de la Port Mafia, su siguiente plan para fastidiar el día a Taneda...

A la hora, su plan había surtido efecto: oyó la respiración profunda del guardaespaldas. Por fin se había dormido. Abrió los ojos y lo observó con cuidado para cerciorarse de ello. Fukuzawa dormía como un bebé, perfecto.

Segunda etapa del plan: levantarse e irse al jardín a leer algo. Aquella noche no iba a vivir los horrores de la guerra. Ni siquiera tenía sueño. ¡Qué fácil es decirle a uno que duerma cuando no se padecen terrores nocturnos!

Fue a levantarse, pero un enorme brazo lo tumbó contra el futón de nuevo. Con un movimiento ágil, Fukuzawa inmovilizó a Mori.

-¡¿Pero qué hace?!

-Duérmase de una vez. Ya iba a escapar.

-¡¿Y cómo quiere que lo haga si me está haciendo una llave?!

-Y así seguiré hasta que se duerma.

-No hará lo mismo con ese niño también para que se duerma, ¿verdad?

-A diferencia de usted, Ranpo sí que se duerme cuando se lo pido.

¡¿Qué hacía comparándolo con un niño pequeño?! ¡Ese mocoso no había sufrido una guerra!

-¿Por qué le resulta tan difícil entender que no quiero dormir?

-Porque no le tomaba por un cobarde.

Mori abrió la boca totalmente contrariado y preparado para replicar, pero la otra mano de Fukuzawa se posó en su cabeza.

-Yo sé que usted no es ningún cobarde. Son solo sueños. Cuando despierte, no quedará nada de ellos.

Qué fácil es decirlo... Cómo le hubiera gustado haber despertado de aquella pesadilla que era aquel campo de exterminio y encontrarse en su casa, con un libro entre sus manos y una manta sobre sus piernas. El mundo no es un lugar agradable para él. Es un lugar en el que o matas tú o te matan otros.

¿Valiente él?

Puede ser... Solo los valientes son aquellos que siguen con vida a pesar de sus traumas.

Morir es de cobardes; vivir es lo que requiere verdadero valor.

• • •


Con mucho cuidado, Fukuzawa se colocó el yukata y salió al jardín. Hacía un día maravilloso. Sacó el móvil y llamó:

-Natsume-sensei... Sí, le llamo por eso mismo... Le aviso que puede que tardemos en resolver esta misión... ¿Cómo dice?

Oyo la pregunta de su maestro de nuevo y se giró para ver el interior de la habitación.

En el futón, Mori estaba completamente dormido, hecho un ovillo. No había sufrimiento en su rostro, solo tranquilidad.

El albino sonrió.

-Sí, es por una buena causa.

𝐅𝐔𝐊𝐔𝐌𝐎𝐑𝐈 𝐖𝐄𝐄𝐊 𝟑 ; < 𝘉𝘚𝘋 >Donde viven las historias. Descúbrelo ahora