Epílogo

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Lena se encontraba atada a la cama aun sudorosa por el acto de sexo sadomasoquista, los consoladores y dildos se encontraban a sus pies aún húmedos, Zeta se encontraba en el baño, la puerta estaba entre abierta donde podía ver al chico lavando sus manos. La chica sentía su entrepierna latir, mientras su ritmo cardíaco iba regulándose a medida que recobraba la respiración. La habitación estaba escasamente iluminada por una lampara de mesa a su derecha, observó su cuerpo en el espejo del techo dibujado por la amarillenta luz, nunca había sido muy amable con él, siempre lo había percibido escuálido y sin gracia, sus pechos eran pequeños, su abdomen era corriente, sus muslos eran algo delgados y su trasero, pues, no era algo que le desagradara, la verdad que era algo grande, pasó la mirada a su rostro, tenía ojos grandes y avellanados (escuchó el chorro de agua en el lavabo), su tes era trigueña, de pómulos marcados y algunas pecas en ellos, nariz puntiaguda, labios grandes al igual que sus dientes, su cabello era lacio y negro como la noche.

Lena no pudo evitar preguntarse qué le había visto Zeta para querer estar con ella, nunca había tenido la certeza de que su físico atrajera a un hombre, menos de la manera sexual, o por lo menos no para hacer lo que acababan de hacer; ese chico del baño era una celebridad, tenía todo un mundo a su alcance, y sin mencionar las mujeres que podía tener a sus pies, tres bestseller después se había consagrado como el escritor mas rentable de la década, cosechando una jugosa cuenta bancaria, sus novelas iban desde misterio, hasta policiales, otorgándole el título de ser un escritor multifacético. Muy a parte de su talento, tenía un físico casi de dios griego, medía uno ochenta metros, pecho fuerte y abdomen marcado, brazos musculosos adornados con varios tatuajes alusivos a varios signos de sus obras, piernas gruesas, glúteos no tan grandes pero bien tonificados, cabello negro ondulado, ojos verdes y una barba incipiente que lo hacia ver mas masculino y sexi, tes trigueña, sus rasgos eran de ascendencia turca. En definitiva la pregunta se puso en modo repeat en la cabeza de la chica ¿Qué me vió?

Zeta entró a la habitación tras apagar la luz del baño y cerrar la puerta, se acercó al velador derecho y tomó la llave de las esposas que mantenían atada a Lena a la cabecera de la cama, la luz de la lámpara dibujó su figura de manera casi angelical, su pecho, abdomen, brazos, piernas y su miembro viril, este de tamaño y diámetro perfectos. Miró con picardía a la chica al percatarse de donde estaba su mirada en ese momento, se sonrieron y se inclinó para darle un tierno beso que fue transformándose en uno bastante picante, su lengua entró para acariciar la de la chica, mientras que una mano empezaba a jugar con uno de sus senos, luego fue bajándola por el abdomen, vientre, hasta llegar a la entrepierna, donde con dedos ágiles acariaba todas las zonas que la volvían loca. La llave cayó justo al lado de su cabeza, la mano que le quedaba libre la colocó en la nuca atrayéndola mas a él, sentía leves descargas cada vez que la yema de sus dedos presionaba su clítoris, la chica soltó un gemido, la volvió a mirar y ella sintió su aliento, caliente.

De pronto se escuchó un golpe sordo proveniente del balcón, Zeta se quedó quieto mirando hacia la puerta de vidrio doble hoja que llevaba al balcón, otro golpe hizo que Lena diera un respingo.

- ¿Sucede algo? – Preguntó la chica con la mirada clavada en Zeta.

Otro sonido se escuchó, pero este fue ensordecedor, Zeta cayó al suelo, mientras un pitido en los oídos de Lena la mantenían aturdida, ella no entendía lo que sucedía, escuchó cristales romperse seguido de un viento frío que le recorrió todo el cuerpo, esto hizo que el aturdimiento se disipara justo para ver como Zeta se colocaba de pie y corría en dirección al balcón, entonces se percató de que había un sujeto encapuchado, vestido totalmente de negro, con un arma en su mano derecha, lanzó otro disparo que impactó en el espejo de la pared derecha a la cama, Lena lanzó un grito mientras tiraba de las esposas que la mantenían atada pero estas no cedían, el sujeto fue embestido por Zeta y ambos fueron a dar al balcón desapareciendo de la vista de la chica. Se escuchó otra detonación, golpes y gritos de furia.

La puerta de la habitación se abrió de golpe dando paso a varios sujetos que pertenecían a la seguridad del hotel, eran tres, dos corrieron con arma en mano hacia el balcón mientras uno se acercaba a Lena (algo sonrojado pero alerta) preguntando si se encontraba bien, la chica le indicó dónde estaba las llaves de las esposas, el hombre de rasgos latinos las encontró y rápidamente empezó a retirar los artilugios con una agilidad sorprendente, otro disparo se sintió y uno de los hombres de seguridad entró tambaleando a la habitación cayendo al suelo lleno de cristales, Lena lanzó un grito mientras se lanzaba el piso y buscaba su vestido, el hombre latino se lanzó a socorrer a su compañero, se podía escuchar al guardia del balcón gritar "¡Baje el arma o disparo!", la chica se preguntaba ¿Por qué demonios no disparaba ya? Solo encontró una bata del hotel, se la tiró encima y corrió al balcón saltando encima del cadáver del guardia abatido, entonces pudo ver como Zeta estaba con los brazos en alto mientras el sujeto encapuchado lo apuntaba con el arma, con un movimiento rápido este disparó al otro guardia, la bala le dio justo en la frente y este cayó al suelo como un costal, con la misma velocidad volvió a la posición inicial.

- ¿Te pasaste de letras escritor? – Soltó el sujeto encapuchado con voz ronca y aterradora.

- ¿Quién eres? – Preguntó Zeta aun con las manos arriba.

- ¿Te estoy apuntando con un arma y eso es lo que se te ocurre decir?

- ¡Alto! – Gritó el guardia de rasgos latinos.

Otro disparo y el guardia cayó a un lado de Lena con una mancha roja en el pecho, entonces el encapuchado se percató de la presencia de la chica, que miraba el cadáver con los ojos abiertos como platos.

- ¿Y esta belleza? – Preguntó el atacante con un tono de picardía.

- ¡Ni se te ocurra! – Lanzó Zeta dando un paso.

- ¡Eh! ¡Eh! ¡Eh! Ni un pasito mas escritorsito – Advirtió el asesino. - ¿Cómo te llamas lindura?

- Le...Helena... - Tartamudeó Lena.

- Ven...acércate...

Cuando Lena se disponía a caminar, Zeta corrió hacia el sujeto el cual accionó el arma, el disparo le dio en la pierna izquierda al chico el cual cayó al suelo boca abajo, la chica se percató que el atacante iba a lanzar otro disparo y de manera reaccionaria, esta corrió en dirección a Zeta, se interpuso entre el sujeto y el chico herido, otra detonación y todo se volvió negro, sintió que caía al vacío, mientras un dolor le recorría todo el abdomen, escuchó a Zeta gritar improperios, otras detonaciones mas, y ya no escuchó mas nada...el silencio la invadió mientras alguien la zarandeaba.

Escribiendo sobre tu pielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora