Escribiendo sobre tu piel

ATENTADO

Lena apenas colocó un pie en la entrada del restaurante se arrepintió automáticamente de la elección se su vestido, al ver los recatados atuendos de las demás mujeres del lugar no pudo evitar pensar que tal vez el suyo era muy atrevido. Tomó varios mechones de cabello y los peinó hacia delante para cubrir un poco su pecho, estiró un poco las mangas y alisó su falda, tras un profundo respiro se acercó al hostess.

- Buenas noches... Tengo una cita con el Señor Aydin...

- Buenas noches señorita, sígame...

El hombre no pasaba de los veinte años, llevaba el cabello con gel cuidadosamente peinado, vestido con una camisa blanca, pantalón de tele gris, pajarita púrpura y zapatos de charol negro, sus rasgos eran afilados y refinados, ojos azules y una sonrisa muy amable; condujo a Lena por un laberinto de mesas, algunas vacías, otras ocupadas por parejas que engullían su comida. Llegaron a la zona de terrazas y allí se encontraba Zeta con su atractiva mirada y un atuendo que solo de verlo la billetera de cualquier persona lloraba, contaba de una camisa negra con unos apliques de metales al borde de su cuello, llevaba un pantalón del mismo color pero de una tela metalizada, su cabello ondulado peinado hacia un lado con algunos mechones rebeldes que se escurrían sobre su frente. El escritor en esos momentos sorbía lo que parecía champagne de una copa, al ver que la chica se acercaba acompañada de hostess, dejó la copa a un lado y se colocó de pié para observar la sensualidad que emanaba la chica, su andar era lento pero fuerte haciendo que cana contorno de su cuerpo se dibujara siendo imposible que pasara desapercibido de cualquier mirada, la mata de cabello negro ondeaba con el viento nocturno, el maquillaje le había aumentado la edad pero de manera positiva, con un gesto agradeció al hombre y saludó a Lena con un beso en la mejilla, ambos pudieron percatarse del aroma del otro, el perfume de Zeta era fuerte y varonil, y el de Lena era delicado pero con toques cítricos bastante femeniNo. El escritor ayudó a tomar asiento a su invitada, para luego rodear la mesa y volver a ocupar su silla.

- Por lo menos esta vez no tuve que amenazarte para que aceptaras la invitación. – Bromeó Zeta con una sonrisa.

- La noche apenas empieza. Seguro en un rato tendré que hacerte RCP o aplicarte algún vaso dilatador. – Respondió Lena siguiéndole el juego.

- Luces muy bien. – Dijo Zeta arrepintiéndose casi al instante.

- Gracias...

El mesero hizo acto de presencia con la carta, ambos se sumergieron en el contenido leyendo un sinfín de platos nacionales e internacionales. Lena siempre había sido de buen apetito, su metabolismo acelerado la dejaba comer grandes cantidades de comida y conservar su figura delgada, pero no sabía si era la situación o los nervios, de alguna forma su estómago se había cerrado eliminando todo apetito. Asomó la mirada por el borde de la carta para observar a Zeta, que deslizaba su vista por el menú de la suya, no dejaba de sorprender lo guapo que era el escritor, la verdad que de cierta forma causaba muchas sensaciones en ella, despertaba pensamientos que si los contaba en voz alta muchos pensarían que era una golfa, volvió su atención a la carta para decidirse por una ensalada, dejó el menú a un lado para comprobar la hora, eran las siete y cuarenta minutos de la noche.

- ¿Ya te decidiste?

- Sí...

-

Zeta llamó al mesero con un ademán de la mano, indicó cual era su elección y la de Lena. Por unos segundos que pasaron mas rápido de lo normal, la chica se percató de algo extraño en el delantal del sujeto, un bulto en uno de los bolsillos que hacía una forma extraña y por la manera que colgaba daba la impresión de que era algo pesado lo que había dentro, sus alarmas se encendieron. El mozo, un chico alto, delgado y rubio se percató de la mirada de la chica y tapó el bulto con la carta que había retirado de la mesa. Lena se removió del asiento algo nerviosa, pero se obligó a apartar el pensamiento pensando que solo era una paranoia de ella.