BOFETADA

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Zeta le había indicado al chofer del uber que se dirigiera al hotel Variety Luxury, no volvería a donde se estaba quedando anteriormente, llamó a Will y le indicó que fuera por sus cosas y las llevara al nuevo hospedaje, acto seguido tecleó un mensaje de Whatsapp a su agente, pasaron unos segundos de esto y Carlo lo empezó a llamar, sabiendo lo que le diría el escritor ignoró la llamada. Lena se encontraba a su lado, con la mirada clavada en la ventanilla preguntándose en qué momento todo en su calmada vida había dado tal giro. La chica siempre había llevado una rutina tranquila, el único momento en el que sentía adrenalina era en los entrenamientos con su padre de defensa personal, el resto de su vida se basaba en tomar algo con Julia y Ernie, leer libros de medicina y estar tirada en el sofá viendo las noticias. Una vez sugirió a su padre que empezaría a buscar trabajo y este se negó rotundamente, derribando su idea con un discurso concreto que iba desde: ¡Solo dedícate a estudiar! Y ¿Te falta algo? Yo te lo doy. Y ahora la historia era otra, hace unos minutos atrás había dejado a un hombre inconsciente, había corrido por su vida y una granada casi la mata, sin mencionar que había tenido una cita con un escritor que parecía tener mas problemas que un capo de una mafia. Recordó el sonido de la explosión, cómo rompía paredes, ventanas y cualquier objeto a su lado, se vió volando por los aires por la fuerza de la misma, y luego se abrió paso la escena del beso, se mordió el labio inferior, todo era terriblemente espeluznante, pero ese momento en concreto, no lo cambiaría por nada, todas las sensaciones que despertó los gruesos labios de Zeta era algo que nunca había sentido con anterioridad, su corazón reaccionaba automáticamente ante el recuerdo de su lengua acariciando la suya. Sintió un hormigueo en su estómago ¿Mariposas? ¡Lena, por favor, madura! Era imperativo el deseo de volver a repetir, quería besarlo nuevamente, pero desconectó todas esas sensaciones que nublaban su razón acudiendo a la lógica, debía saber lo que estaba sucediendo, las razones por las que esos sujetos querían asesinar a Zeta y si era posible, con todo el esfuerzo que eso implicara, dejar de pensar en el escritor como ya lo venía haciendo y alejarse de una vez por todas.

- ¿Te encuentras bien? – Preguntó Zeta poniendo una mano en el hombro de la chica.

- Estoy hecha una masa de incógnitas aquí – Respondió Lena señalando su frente con el dedo índice.

- Eso es totalmente válido... - Razonó Zeta - ...te entiendo al cien por ciento pero... ¿Puedo pedirte un último favor? –

- Dime...

- Dame la oportunidad de invitarte a otra cita. – Decía Zeta mirándola fijamente. – Entenderé si la rechazas, pero... Dame la oportunidad de explicarte todo. –

- Zeta...

Lena fue interrumpida por un beso de Zeta, el cual con manos ágiles la atrajo hacia él, colocándola encima de él, su rostro quedó a la altura del cuello de la chica, acto seguido la besó hasta bajar a su clavícula. El corazón de Lena volvió a acelerarse llevando sus manos a la nuca del escritor para acariciar el ondulado cabello, sentía como la barba le raspaba la parte alta de sus pechos, lanzó un gemido y el hombre llevó sus manos a sus glúteos presionando de manera placentera.

- Déjame seguir conociéndote...

- N-No...p...

Se volvieron a besar, Lena sintió la erección de Zeta a travez del pantalón de tela, acto seguido este la dejó de besar para mirarla con sus ojos llenos de euforia, le retiró los cabellos que llevaba pegados al rostro para luego acariciar su mejilla derecha. El silencio volvió a hacer presencia en el interior del auto, Zeta sostenía la mirada en el rostro de la chica admirando su belleza, sus cejas eran gruesas pero perfiladas adjuntándole mas carácter a su mirada, una mirada cargada de misterio e inteligencia, sus labios eran finos y bonitos, empezó a acariciar cada forma de su rostro con la yema de sus dedos, su nariz era pequeña y puntiaguda, sus pómulos afilados y escurridos, olió su cabello que desprendía un aroma a lavanda y menta, la besó nuevamente de manera tierna, sintió como su propio corazón latía con fuerza detrás de sus costillas, entonces llevó su mano al pecho de Lena para comprobar que el corazón de la chica latía a la misma velocidad del suyo, fuerte y rápido.

Escribiendo sobre tu pielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora