10. Perderá la cabeza

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—Nada como una ejecución a primera hora de la mañana.

Jeno despierta con las agradables y dulces palabras del príncipe, no entiende por qué su rostro decae en cuanto lo ve caminando tranquilo alrededor, desearía tener dedos largos para atraparlo por la ropa y suplicarle por piedad, o lo que sea, que viva en su cabeza rojiza.

—¿Puedo no pelear hoy? No quiero salir de aquí.

—Oh, Jeno, lindo y apreciable Jeno, no. Hoy es el día, no hay otro, no hay presente si mueres, hoy el tiempo se ha quedado en el pasado, muy tieso, sin opción de respuesta, así que vamos, cariño, no quiero que mueras, te mostraré la Neótica.

Cuando lo toma de la mano para levantarse, es diferente, hay suavidad y dulzura. Por un momento, eso deja que su vacío corazón vuelva a latir tranquilo.  Caminando de la mano y acariciándole los dedos, se pregunta: ¿cómo se vive en ese lugar el amor que parece invisible a la razón? Es una locura absoluta que empieza a comprender sin querer hacerlo. Tal vez, si Jaemin lo quisiera muerto no le mostraría la espada, no le diría cómo usarla y en qué momento, lo comprueba cuando los gritos llenan el vacío aire en el palacio.

—¡No! ¡No le darán la Neótica! —Es el rey de corazones, la única persona que grita en ese reino. —¡Perderá la cabeza!

—¡Na Jaemin! ¡Vuelve aquí antes de que se me salga el corazón y te arrepientas de hacerle esto a tu amoroso padre! —Exclama el otro hombre.

El príncipe conejo de corazones respira hondo, acaricia las manos de Jeno antes de que los bordes de sus ojos se noten del mismo color que su natural cabello y luego exhala con fuerza, se nota nervioso por primera vez, algo humano y susceptible. Como si fuera una persona diferente esa mañana.

—Desayunarás lo necesario, las tartas están todas a tu disposición. —Luego de eso extiende la comida que Jeno considera más normal en todo el lugar. —Cómela, por favor, cariño mío.

Es dos personas completamente distintas. Luce preocupado, como si no hubiese sido él quién insistió en el homicidio de Jeno. El que lo lanzó al ruedo. 

Jeno asiente dejando la espada a un costado con cuidado de no romperla por la supuesta fragilidad que porta. Le recuerda a un espejo, casi transparente, como el monóculo que Jaemin usa desde la primera vez que lo observó saltando por ahí, corriendo y siendo una lindura que casi va en contra de su personalidad maniática.

Una taza de lo que parece agradable té y Jeno disfruta su estadía al fin, eso era lo único que quería al seguirlo. Ver el lado en el que el príncipe se endulza.

—Te daré la armadura, regresarás a salvo, —Jaemin está temblando al amasar sus hombros —te esperaré para poder casarnos. Así que, por favor, no hagas lo que te pidan, no puedes vivir complaciendo a todo el mundo, Jeno. Porque cuando lo enfrentes, lo harás solo.

—¿Por qué no lo haces tú?

—Eso iría en contra de mis votos, —se aclara la garganta antes de alimentar al chico por propia cuenta—el oráculo dice que debes ser tú, eso es todo.

¿Cómo lo sabe? ¿En dónde lo dice?

—¡Na Jaemin! —De nuevo son ellos, Jaemin toma el rostro del joven extranjero y con un último beso ligero en los labios sale corriendo.

¿Por qué? 

¿De dónde salió ese príncipe que teme de sus padres? ¿A dónde fue el que los enfrentó en la corte para defenderlo? ¿Quién es Na Jaemin? ¿Quién es el príncipe conejo de corazones?

Mira las tartas de zacabayas, saben bien, tienen todas ellas forma de corazón y aunque sus colores son idénticos proporcionan sabores de multitud inimaginable. Sonríe con tristeza, tiene que hacerlo. Ese es posiblemente su último desayuno, su último beso, su última vez y primera teniendo una conversación con Jaemin y el muchacho le propuso matrimonio. ¿Cómo es que llegó pidiendo té y saldrá sin cabeza, corazón y vida?

¿Por qué son tan adictivas esas tartas? Ya ha comido tres sin notarlo.

—¡Han hurtado tres de mis tartas!

Ahí va bailando el griterío del rey de corazones, Limpia lo que queda sobre la mesa antes de escuchar los pasos entrando a aterrorizar el lugar.

—¿Tú hurtaste mis tartas? —Cuando lo mira con la boca limpia porque aprendió a no dejar huella de ello, se nota cansado, el rey está exhausto. —Jeno, no debiste comerlas, ahora matarás a mi Jaebber-bebé-wocky, es inaceptable.

—El príncipe me las dio —dice como excusa, no tiene razones para ir a otro juicio, no todavía.

—¡Por eso mismo! Es un tramposo, no vas a matar a nadie, —se contradice al instante—no te dejaré matar a nadie. Nadie te va a matar. Nadie va a matar a nadie. Oh, duele tanto.

—¿Se encuentra bien? —Sus ojos se cierran con fuerza, sopesando el dolor que invade su hinchada cabeza. Algo muy grande debe estar creciéndole ahí dentro y aplastando sus ideas.

—Soy amor, soy amor, soy amor, soy amor—dice para sí mismo y luego sonríe con amabilidad. —Dame la espada, caballero blanco, no la necesitarás hoy, lo prometo.

—No. —Eso es hasta grosero para él, la Neótica es su último regalo, Jaemin se lo dio, no pueden quitárselo, nadie puede hacerlo. Jaemin se arriesgó para dárselo sabiendo que sus padres iban en contra de eso, es un gran NO. —La necesito.

—Jeno, —Taeyong sonríe con armonía, siempre ha sido lindo —está en tus manos; sin embargo, si matas al Jaebberwocky me aseguraré de que no puedas ver el amanecer de mañana. ¿Entendido?

Incluso si no lo hace, va a morir. Con la estatura de un ratón, con la de un elefante, nada de eso es posible para vencer a esa criatura de la que se necesita una espada en especial. Asiente con cuidado.

—¿Puedo tener una última petición antes de morir?

—¿Has decidido morir? —El rey apunta con su largo dedo de puntas rojas, no negras, rojas, muy rojas como la sangre, casi humanas. —Adelante.

—Quiero ver al príncipe por última vez, solo eso.

No hay otras intenciones, si va a morir, quiere hacerlo por su cuenta, no recibir más de Jaemin, ir en su búsqueda y agradecer por lo que hizo porque puede que se haya vuelto loco, pero reconoce que es culpa suya haberlo seguido y el oráculo marcó ese día como su fin. ¿Por qué él?, no lo sabe, algo de especial ha de tener como para ser el tonto que cae por una madriguera siguiendo a un apuesto muchacho que resulta ser un príncipe.

—No vas a matar a mi bebé para librarte de esta, de ningún modo.

—No lo haré, lo juro —le promete extendiendo el arma, con gentileza, no hay nada que luchar para ese punto del inicio. —Sólo quiero un último beso.

Y Jeno nota que finalmente está aceptando todos sus destinos, funestos o no, se enamoró de la doble cara del príncipe de Infratierra. El muy pobre perdió la cabeza y apenas comprende que no hablaban de cortarla desde un inicio.

























Holis, no soy la mejor editando imágenes, pero se hizo lo que se pudo para que vieran un poco de nuestro Jaemin, aunque le faltan las orejitas claro. Anyways, ya casi vamos a terminar esto, nos quedan dos capítulos, así que, ¿les gustaría que los publicara seguidos la semana que viene o se esperan a uno por semana?

Eso es todo, que tengan un lindo fin de semana, besos de corazones <3

JENO A TRAVÉS DEL MONÓCULO [JAENO/NOMIN] Ver. Final. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora