Por causas que describiría como naturales y para nada artificiosas, Jeno siente su corazón volver a bombear sangre. No por el hecho de que la decisión haya cambiado, más bien porque el conejito al que tanto perseguía, ha aparecido en su juicio, así puede testificar a su favor.
—¡Jaemin! —El rey de corazones baja cada escalón de su altísima corte para abrazar o, por lo menos, intentar tocar a su hijo. —¿Dónde has estado, corazón mío?
—¿Qué es esto?
La voz de Jaemin es gruesa y lenta de inicio, a diferencia de la suavidad que se espera de un conejo de ese aspecto. Hay algo oscuro en él que sus padres no tienen, se parece más a sus tíos. Demente.
—Oh, te estamos defendiendo de ese maldito traidor al que le cortaremos la cabeza. Ha venido aquí a mentir sobre haberte encontrado en Supratierra, muy estúpidamente le he creído unos segundos hasta que tu padre ha dictaminado que sus motivos parecen no propios, sino que son crueles y despiadados. Y conociendo las maldades del reino de arriba, no dudaría en que se ofreciera a pedirte matrimonio para darte de comer a sus gatos, asquerosos animales que han venido hoy a ensuciar nuestro aire.
—¡Taeyong! —Espeta el rey blanco. —Ningún animal es detestable.
—Pero...
—Respira antes de hablar o el aire se te subirá a la cabeza. —Ambos se toman de las manos, el público permanece en silencio un momento. De nuevo, regresa la dulzura al rey de corazones.
¿Qué es todo eso?
—Él ha venido a buscarte, ¿por qué interfieres en el caso? ¿Acaso lo conoces? ¿Jaemin, has estado en el reino de arriba?
—Vengo tarde, lamento llegar tarde. —El príncipe bromea con un tono sarcástico y su padre asiente respirando hondo, otra vez, necesita paciencia. —¡Ah! Jeno, Lee Jeno de Incheon, ¿me ha acusado?
Conforme el príncipe avanza al estrado y mira de cerca al acusado, la corte se encoge en sus asientos, temiendo de alguien con un gran corazón a quien con anterioridad defendieron.
—¡Lo conoce! ¡Lo conoce! —grita Haechan aplaudiendo, no le cortarán la cabeza nadie, se alegra por Jeno que debe sentirse muy muchoso.
—No, no lo conozco, ¿cómo habría de conocerte, humano tonto? —Si la boca de Jeno se pudiese abrir más un tren entraría por ahí, con dirección a la locura, chu chu.
—Llegas tarde. —El enojo es parte de él desde la mañana, antes se sentía enamorado y ahora parece un desconocido.
Es como esa idea de ir a dormir con quien dice ser su esposa o esposo y terminar con un cuchillo en la espalda al despertar, listo para murmurar: ¿tú también, Bruto?
—Lo sé, lamento llegar tarde a tu juicio, pero eso ya lo sabías, por eso has venido aquí.
Lo dice totalmente en serio, el conejo está jugando con él, no lo invitó a una cita o a tomar el té, llevó a Jeno directamente a su juicio de muerte. ¿Qué está mal con él? Ten tenía razón, ese par hace a los demás sentirse atolondrados hasta que no pueden hablar y luego caen por agujeros extraños que les determinan una pérdida de la cabeza justa.
—Señoría, objeción, el príncipe está mintiendo.
—¡Denegado! Nada de lo que diga el príncipe puede ser usado en su contra. Usted tiene derecho a hablar. —Declara la corte de una voz.
No sabe si es mitad gato, pero la sonrisa que usa en sus bonitos labios rosados es muy parecida a la que Ten le daba a esos pobres animalitos, ¿será por eso que comer conejo está prohibido? Ellos son quienes se comen a los demás.
—Aquí sólo gano yo, no de otra, ¿no te lo enseñaron?
—No estoy mintiendo, —se defiende Jeno de nuevo —he venido aquí con el fin de tomar el té, o bien, si me lo permiten, casarme con él. —Apunta con ambas manos, no sabe ni qué dice, tiene miedo, es morir o perder la cabeza.
Jaemin se pasea por el lugar y el juez rey conejo blanco ya no funge más como uno, ahora sólo se esconde cual cobarde animalito que es presa, su esposo hace lo mismo tras la capa de su traje imperial rojo.
—No puede haber boda sin haber matado a alguien, ¿a quién deberíamos matar?
—¡Sí, que lo maten! —Yangyang le lanza una taza directamente a la cabeza, apenas puede esquivarla porque los renacuajos gritan de terror cuando el príncipe se les acerca a echar un vistazo.
—Tranquilos, soy vegetariano, los conejos no comemos carne, ¿o sí? ¿Tú qué opinas, Jeno? De todos modos, las bodas tienen rosas rojas y para eso se necesita sangre. ¿Sabías que es mi color favorito? Papá me heredó su bonito cabello, ¿cuántos hijos te gustaría tener con este tono?
—No mataremos a nadie, —contribuye Doyoung —no lo vamos a hacer, a menos de que sea a quien todos sabemos que se debe matar y merece perder la vida por cuestiones de mortalidad y tratados no mortales, mas sí morales y, por motivos legales, como debe ser según la ley de Infratierra.
¿Matar a la qué cosa de quién?
Jaemin acepta con las manos tras la espalda rodeando a Jeno quien aunque sabe ya no es medio Jeno, sino todo un Jeno, lleno de muchosidad o en su mayor porcentaje desde hace unos días. De repente, Jeno se siente diminuto por los ojos azules, ese traje blanco inmaculado y vista rabiosa. ¿Cómo por qué elegiría salir de la madriguera del conejo cuando quiere hundirse en su lecho al sentir finalmente los esponjosos y cariñosos labios besando su mejilla?
¡Sí, que lo maten! ¡Ya perdió la cabeza! ¡Fin a la inmensa cabezota! Casi lo pide por favor.
Jamás deseó que su corazón fuese pisoteado tan fuerte y usado para alimentar rosas como ese día, perdería un reino con tal de recibir otro beso.
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JENO A TRAVÉS DEL MONÓCULO [JAENO/NOMIN] Ver. Final.
FanfictionCuando se dio cuenta ya estaba cayendo, rebotando en la cama y luego subiendo, para después volver a caer y encontrarse arriba, de modo que el techo se hizo suelo. De todos modos, ¿cuál es el problema con comer tantas tartas del rey de corazones? I...