Un ayer cómo hoy

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Temprano como de costumbre voy directo al baño a lavarme el rostro y a enjuagar mi boca. Desayuno antes de todo y doy paso a la ducha. (Seguramente muchos lo hacen al contrario).
Me organizo y me preparo para salir de casa.
A dónde me dirijo? al Instituto, allí donde las cosas me parecen un dolor de cabeza pero que son mi compromiso.

Algunas veces tomo otras rutas. Me siento en medio del parque o me bebo un café y me fumo un cigarrillo. No soy adicto al tabaco, tampoco busco encajar, pero que difícil es que te escuchen.
A lo que me quiero referir es cuando te cuestionan, pero los sordos ante mis respuesta no actúan como humanos. Será qué no estoy en el momento?

Los buenos días del director, los buenos días del maestro, los buenos días del alumno y las mentiras de cada uno.

En fin.
Enfocarme en la clase es complicado, nada lejos de lo posible pero tan apartado del ahora.
Miro el reloj de mi bolsillo, es antiguo, pero evitó mirar a una pantalla.
El descanso es lo de siempre, apartado del monton, informado de si es hora de partir o si es hora del trabajo en equipo. Me da igual.
Eso de trabajo en equipo y que no te incluyan ¡que se vayan al carajo! No pedí la ayuda, no deseé la carrera, no decidí el momento, no decidí las personas, no decidí un bledo.

Permanezco de pie en la salida del supermercado. Tantas mentes lejos de aquí, solo les queda a sus cuerpos levitar.
Pregúntales que qué piensan, dudarán, confirmaran y negarán. Seguirán levitando sin un psicodélico.

X-ZOFRENIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora