"Estoy muerto querida"

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He bebido otro de esos tragos amargos con un camino que recorrer de 12 km, escucho el ruido de la calle y no se compara al ruido en mi cabeza, tantos autos y tantos perros ladrando, ¿a qué le ladran? Si a los muertos nadie los percibe. Las horas están pesando en este cuerpo fuera de tiempo y el reloj planea como asesinarme cada que parezco quedarme dormido, es una maldición cuando tu propia mente juega contigo y te pone en un laberinto, – Maldita rata asquerosa, consigue el puto queso de una puta vez – reniego entre mis labios con un sonido irreconocible a la par que trato de abrir la puerta de mi casa que se niega a aceptarme, el vodka combinado con un aguardiente de tapa azul combina con mis ojeras y mis labios mordidos están quemándome el alma querida y no hay alarma de incendios ¿lo oyes? El fuego subiendo por mi garganta al mismo tiempo que subo las escaleras de mierda que separan mi cuarto de las ganas de cogerte que tengo. Pero, no estás, solo estoy yo y mi cama de nuevo, mis deseos de morir y mi último trozo de euforia causado por la bebida. Que ganas de morir que tengo hoy, de despertar mañana convertido en un enorme insecto y morir en mi propia miseria o en el mejor de los casos no despertar – ¿es causa del alcohol que desee morir más de lo habitual? – pregunto tumbado en mi cama, pero no, el alcohol no es el culpable es más bien lo que me sana un poco lo que cierra estas heridas abiertas gritando su nombre y añorando que ella venga a cerrarlas – ¡¡cállense de una puta vez!! – grito furioso.

- Tu eres el ruidoso – replica una voz familiar

- Debo dejar de pensar "esto no puede empeorar" antes de tomarme mis medicamentos – respondo con un pequeño tono de burla

- Nunca tendrás suficiente, ya sea felicidad o miseria – se me monta encima seduciéndome con sus caderas – todo lo que importa es que ese dolor te siga convirtiendo en la persona que eres

- Detesto la persona que soy... – respondo acariciando su rostro con dulzura

- Lo haces, pero te veneras – ella posa sus manos alrededor de mi cuello y comienza apretándolo con fuerza – te admiras porque el hecho de ser miserable te hace sentir especial

la fuerza de sus manos aumenta constantemente y limita el paso del aire a mis pulmones, me mantengo estático sin tratar de evitar que termine el trabajo, no me gusta ensuciarme las manos así que prefiero que mi enfermedad lo haga por mí, cada vez cuesta respirar más y me siento cada vez más cómodo con el lado más oscuro, ella no quiere detener su intento de asesinarme pero lo hace al notar que no luchaba, mirar a esa perra a los ojos mientras lagrimeaban me producía una sensación extraña, por lo visto aun había una parte de mí que se compadecía de mi asquerosa miseria, seco sus lágrimas y le doy un cálido abrazo.

- Estoy harta de solo ver en tus ojos los deseos de morir... 

Responde para luego desaparecer. Tomo de nuevo mi cuaderno el boli en mis manos y dejo que me guíe mi necesidad de hablar. Querido diario; todo apesta. suelto el bolígrafo como si no tuviese mas que decir, tratar de culparme por el hecho de que mis deseos de morir aumenten igual que mi presión arterial, es como discutir con mi corazón por llorar por una mujer en lugar de por una zorra barata. Él prefiere el daño mientras importe, después de todo nos acostumbramos tanto a herirnos que sentir aunque sea dolor es una sensación que, incluso, causa placer – maldito masoquista – replica otra de las voces en mi cabeza, me cuesta saber cuál de todas a estas alturas, después de todo en los rascacielos poco sirve tu oído más que para mantener el equilibrio, yo sé cómo se siente el aire cruzando por tu cuerpo tratando de empujarte aunque no en la dirección que me gustaría- ¿Por qué sigo con vida?- replica otra más dulce y más apática con mi sufrimiento – no lo sé – la respuesta es la misma, al menos eso no cambia, mi camino a casa tampoco cambia, pareciera que todo en mi vida es rutinario incluso la miseria - ¿no te cansas de hacer lo mismo siempre? – preguntó la última vez que la cité a aquel observador, alguna vez le dije que era mi lugar favorito en el mundo... supongo que no me prestó atención ya que también alguna vez le dije, que a veces deseaba saltar de él y morir de una vez. La sangre en mi cuerpo me estorba y a veces siento el deseo de dejarla salir a jugar con mi alrededor, quizás decorar alguna pieza lúgubre con el tono rojo dentro mío, no sé, quizás eso me recuerde que estoy vivo, ya que a veces se me olvida y confundo el palpitar de mi pecho con el crujido de una casa vieja y echada a perder - ¿tanto te odias? – resuena otra de esas preguntas capciosas como mi alma; sin respuesta y sin sentido, pero, es una buena pregunta. Tanto me odio que no me permito siquiera tener un momento para decirme a mí mismo "no lo mereces imbécil" si por una vez pudiera defenderme de mis propios ataques, tal vez las cosas habrían sido diferentes, no habría permitido a esa puta llamar "injustificados" a mis sentimientos, ni a mi padre llamarme "inútil" hasta el punto de que esa palabra se quedara grabada en mi cabeza y se repita como un disco viejo una y otra vez cada que todo empeora en mi cuarto. Tampoco habría permitido que tantas veces me hirieran convirtiéndome en el culpable de mi propio estado emocional. Definitivamente, todo habría sido diferente si fuera más fuerte, si me quisiese más... sin embargo, esto es lo que hay y no me disculparé por ello, llevo demasiado tiempo disculpándome y en su mayoría de cosas que no son mi responsabilidad. Estoy muerto querida y no hay una cura para eso. 

Estoy muerto queridaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora