"Ausente"

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Había algo en el ambiente ese día, entre las risas desbordantes de los otros niños y las ruidosas atracciones del lugar, todos hacían fila para entrar a la mejor atracción del parque y disfrutar un rato de la adrenalina, luego estaba yo, tomando la mano de mi padre con fuerza mientras mi corazón iba a mil por hora, lleno de pánico al ver tan inmensa obra alzarse frente a mis ojos, con sus giros bruscos y el eje enorme en bucle, los empleados agitaban los vagones para marear a los ocupantes y la fila seguía avanzando con mi miedo aumentando, mi padre me miró con cierta sonrisa entre de burlarse de como temblaba y tratar de apoyarme a vencer mi miedo. Ese día estábamos saliendo juntos mi hermana, mi padre y la mujer con la que salía, recorrimos varios lugares mientras mi padre continuaba preguntándonos sobre como íbamos, poca atención le preste puesto que ya había pasado un tiempo desde la última vez que había desaparecido de nuevo, mi hermana insistía en montarse en una de las atracciones más grandes, era una rueda y los asientos eran de esos que giraban, me daban vértigo de solo verlos, pero mi padre quería que venciera mi temor incluso diciendo que podría terminarme gustando, terminé aceptando y allí me encontraba a un paso de enfrentarme a mi temor y dos personas delante de mí superación personal, no quería tener miedo y para ello debía hacerle frente, mi padre me tomó con firmeza la mano, mientras nos preparaban yo continuaba temblando y preocupado de mi destino, el sujeto que aseguraba todo empujó el carro y nos hizo dar vueltas para proceder a encender la máquina, entre más ganaba altura mi pánico crecía mucho más hasta que pase del pánico al pavor y termine gritando que quería bajarme, allí arriba me sentía presionado y continuaba pidiendo que bajaran la máquina, grité tan fuerte que el encargado escucho e hizo que nos bajaran.

- ¿Estas bien hijo? – preguntó mi padre con dulzura una vez estábamos en el suelo

- Creo que si – mi corazón seguía acelerado por el pánico mientras mi padre acariciaba mi cabeza con suavidad

- Lamento arruinar la diversión con mi miedo – respondí con la voz temblorosa

- No arruinaste nada – me sonríe comprensivo y pone mi rostro entre sus manos – no está mal tener miedos, lo importante es que los afrontes a su debido momento – señala mi pecho con su índice – el valor proviene de aquí, pero sale cuando tiene que hacerlo, así que no temas a tener miedos

El rostro de mi padre se mantuvo sereno y me contagió con su tranquilidad, mi hermana y el volvieron a la atracción solo los dos y continuaron su travesía, yo mantuve los pies en tierra firme aferrándome a ese sentimiento, no el de haber perdido una batalla si no más bien preparándome para la siguiente, quizás la próxima vez podría enfrentarme a mi temor.

- No puedes pretender que solo no te importa, así no funcionan las cosas – reniega mi hermana después de haber sostenido el silencio durante un rato

- Hmm– murmuré despertando de otra de mis lagunas mentales, estaba en el hospital con mi hermana sentada al lado, la sensación de haberme perdido entre mis recuerdos se sintió más fresca que de costumbre

- Dios santo – responde mi hermana seguido de su habitual suspiro – te ves cansado ¿estas bien? – pregunta rápidamente tratando de ocultar su reciente acción

- Estoy bien... – respondí como quién no le preocupa mentir

- Mamá quiere verte – continúa tratando de reprocharme lo mal hijo que era – llevas años sin hablar con ella...

- La llamaré pronto – respondí desganado

- Hace un momento lo hiciste otra vez... – agrega haciendo ver que había notado mi reciente perdida, yo mantuve el silencio – parecía que no estabas aquí... te pierdes demasiado y apenas si pareces comprender donde estás... no estas bien

Estoy muerto queridaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora