Es muy tarde

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JADIEL

Alisa y yo escuchamos un sonido que nos alertó, estaba casi seguro de que alguien debió estar escuchando nuestra conversación como para que haya salido corriendo, sin importar que hubiesen resonado sus zapatos. Temía lo peor. Si no encontraba a la persona y la enfrentaba, estaría arriesgándome a que suceda lo mismo que ocurrió en mi otra escuela y la verdad sería regada por doquier.

Corrí en dirección a donde escuché resonar los zapatos, pero cada aula estaba cerrada, por lo que solo había un lugar en esa misma dirección que terminaba en la entrada de la escuela. Allí vi a Ingrid y Abigail, pero no vi por ninguna parte a Perla.

—Hola, chicas— les saludé.

—¿Qué haces todavía aquí? Ya te hacía en tu casa—dijo Ingrid.

—Me distraje un poco. ¿Y Perla? Es extraño que no esté con ustedes. ¿Se fue a la casa?

—Eso creemos. Salió corriendo hace un momento. Nos preocupamos al verla tan alterada y precisamente íbamos a pasar por su casa para asegurarnos de que se encontrara bien.

—¿Cómo que de la nada?

—Ella entró a la escuela y nos quedamos esperándola aquí para irnos juntas, pero luego salió corriendo y no le importó dejarnos atrás.

Maldita sea, ¿por qué ella?

—¿A dónde vas con tanta prisa?

Ahora no podía explicarles nada, mi objetivo era alcanzar a Perla. Debe estar haciéndose ideas erróneas. Por el camino no la encontré, por eso fui directamente a su casa sin parada. Su hermanastro fue quien me atendió.

—¿Qué haces tú aquí?

—Buenas tardes. ¿Se encuentra Perla?

—No, no ha regresado de la escuela. ¿Para qué la quieres?

—Gracias— salí corriendo, buscando el celular en mi pantalón.

—Oye, ¿a dónde vas?

PERLA

Me detuve en el parque. Estaba confundida y solo deseaba estar sola. Mi teléfono sonó y vi reflejado el nombre de Jadiel. ¿Qué se supone que le diga ahora? Si no le respondo va a saber que algo raro está pasando. ¿Por qué estaría llamándome?

Me quedé pensando demasiado y tardé en contestar, por eso la llamada se cortó. Fue lo mejor, no sabía qué decirle. No sabía cómo tratarlo. Si se entera que estuve escuchando su conversación se molestará. No debí hacerlo. El teléfono sonó por segunda vez. Jamás había insistido tanto, ¿será que sabe que lo escuché? No creo que pueda ser eso.

Respondí la llamada, pues quería salir de dudas. Traté de actuar lo más normal posible, a pesar de que me costaba hablar por ese nudo que se había formado en mi garganta.

—Gracias a Dios. ¿Estás bien, Perla?

—Sí. ¿Sucede algo?

—¿Dónde estás?

—En mi casa...

Escuché su fuerte suspiro en la línea.

—¿Por qué mientes? Estuve ahí hace unos minutos y me dijeron que no habías regresado de la escuela. Además, se escuchan muchas voces ahí donde estás. ¿Por qué me estás evitando? ¿Pasó algo?

—Eres tú quien siempre me evita, aunque ahora creo saber el porqué.

—¿Por qué crees que te evito?

—Porque eres un mentiroso...

—¿Por qué lo dices?

—Solo estuviste jugando conmigo, así como haces con todas las chicas.

—¿Qué te hace pensar eso?

—No importa. Tengo que colgar.

—¿Ya no quieres verme? — su pregunta de alguna forma me hizo sentir un hueco bien grande en el pecho.

—Yo... — no sabía qué decir.

Si le digo que no quiero volver a verlo estoy mintiendo, pero con lo que escuché no debo hacerlo.

—No, no quiero volver a verte— jamás he sido alguien de decir algo como eso y me dolió solo pronunciarlo.

—Creo que es muy tarde— al escucharlo decir eso, levanté la mirada al verlo detenerse frente al banco que me encontraba y alejar el teléfono de su oreja.

Alguien Como Tú [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora