—Idiota, ¿por qué dejas que se vaya?
Ladee mi cabeza viendo a Argelia leyendo un libro e intenté arquear una ceja, pero como siempre, no pude hacerlo.
—Detenla, detenla. —ordenó Argelia con desesperación.
—¿Sabes que le estás hablando a un libro? —cuestioné viendo raro a mi hermana.
—Sí. —afirmó ella sin quitar los ojos de encima de su libro.
—Por ahí viene Agustín. —comenté y Argelia enseguida observo el lugar. — Logré que dejarás de ver el libro. ¿Qué gané?
—Una bofetada si vuelves a mentirme. —amenazó Argelia y volvió la vista a su libro.
Blanquee mi ojos, cogí mi balón y me puse a entrenar. Anoté cerca de diez goles, luego cuando puse la pelota en el suelo para patearla sentí unos lentos y suaves aplausos. Esta vez provenían de la misma peliroja que era hermana de Clavel.
—Eres bueno. ¿Lo suficiente para ganarle a Clavel? Ummm. Lo dudo. Esa chica juega todo tipo de deporte desde que camina. ¿Desde cuándo juegas tú, Samuel? Según la prensa lo haces desde que tenías ocho.
—¿Vas al punto? —interrogué serio. — ¿Qué quieres?
—Me llamo Margarita y te detesto. Tengo varias hermanas y de todas "conoces mejor" a una. —informó la chica, e hizó comillas con sus dedos en dos palabra. —El punto es...
—No hay punto. —interrumpió Clavel y tras pararse a mi lado tomó mi mano entrelazando nuestros dedos, cosa que me dejó boquiabierto. —Tengo todo bajo control. Sé lo que hago Margarita.
—¿Prometes no hacer tonterías? —indagó la tal Margarita.
—Lo prometo. —aseguró Clavel apretando un poco el agarre de mi mano.
Margarita rodo sus ojos dándose la vuelta y se fue sin decir otra palabra. Al momento Clavel soltó mi mano y la sacudió en su ropa como si estuviera sucia. Después forzó una sonrisa.
—¿Gustas salir a tomar algo?
—¿Con una chica tan rara como tú? —pregunté en broma.
—¡Oye! —se quejo Clavel. —Hasta aquí la tregua.
—¿Otra vez guerra? —inquirí divertido. Pensaba que era broma.
—Sí. Empieza ahora mismo. —afirmó ella y con sus pies rodó mi balón por el campo alejándose hasta parar y mirarme. —Lo desinflare.
—No hagas eso. —pedí lentamente. — Mejor tírame mi balón.
—Lo siento Samuel, esto es la guerra. —declaró Clavel y tras coger una ramita la encajó mi balón. Luego me lo lanzó y se fue abajo de su usual árbol a leer.
Otra vez no. ¿Quién toco el botón de repetir a la historia?
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Tírame mi balón
Short StoryÉl jugaba con su balón de fútbol en un parque donde termino conociéndola a ella. Al principio, no parecía posible que se llevarán bien, pero con el tiempo las cosas empezaron a mejorar. Lo que comenzó como un simple encuentro casual en el parque pr...