Round 2

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El tiempo refractorio de Katsuki Bakugō ha de ser un verdadero misterio que a pesar de los años jamás he podido comprender a ciencia cierta.

Sólo sé que, en momentos como este, una de las cosas que más amo de este hombre es ese lado ligeramente más vulnerable que el orgasmo se encarga de regalarme una vez que su cuerpo es superado por la dosis de endorfina y oxitocina circulando por su sistema.

Y es que aún estando ambos de rodillas sobre la cama, y uno frente al otro, sus labios buscan los míos con una posesividad algo torpe, impropia del confiado héroe que protege las calles fuera de estas cuatro paredes, y yo me traslado al recuerdo de nuestro primer beso que poseía características tan similares a las que sigo observando una vez que él acaba una sesión de sexo.

Pero es que no son sólo sus labios los que dejan en evidencia su carácter, sino incluso sus manos que me tocan con torpeza, como si a pesar de los años, aún estuviera pidiendo permiso para tocar aquí o allá.

Me tocan demostrando su inseguridad.

Soy consciente entonces de que el rol de kink no necesariamente le queda a Katsuki Bakugō, pues a diferencia de aquellos hombres que buscan dominar a su mujer en el sexo, el rubio ceniza deja en evidencia precisamente en este tipo de contexto la necesidad de reafirmar su confianza con algo diametralmente opuesto a obtener el sometimiento de una mujer.

Y es que él necesita tocar y ser tocado.

Él necesita encontrarse en un constante estado de igualdad, pues le encanta luchar aún cuando la lucha no es realmente algo de vida o muerte, sino un desafío por saber quién tomará las riendas en el siguiente movimiento.

Es así, porque le encanta demostrar que no importa el contexto, él ganará y será un el mejor... siempre y cuando, "su rival" se encuentre en las mismas condiciones que él, y esté dando todo de sí para enfrentarlo.

Es por eso que reconozco que he de sentirme sorprendida frente a la escena que se desenvuelve a mi alrededor.

...Me sorprendo, porque sus manos torpes me demuestran que ha tenido algún tipo de desafío personal por cumplir una fantasía que ni siquiera he dejado explícita como una necesidad.

Sin embargo, él y yo sabemos que sí ha de ser algo que deseaba, pues cuando su mano derecha se aventura a deslizarse brevemente por el medio de mi entrepierna, el jadeo que me domina ha de rebosar la habitación mientras puedo percibir nuevas terminaciones nerviosas en mi rostro y extremidades...

...precisamente en aquellas extremidades que se encuentran inmovilizadas.

Y es que, curiosamente, puedo percibir que la tensión que mis manos atadas producen en mis brazos incrementa las sensibilidad en mis terminaciones nerviosas, y que incluso soy más consciente de la necesidad de estimular mis pechos.

No es que necesite cuestionarme cómo rayos se relaciona una cosa con la otra, porque sólo necesito que el rubio pueda darme lo que el cuerpo pide a gritos desde hace un par de minutos.

Por ello es que me atrevo a desafiar por primera vez la pasividad de mi posición inmóvil, y me alejo brevemente del cuerpo del rubio que se apegaba al mío para poder besarme con necesidad.

Las dos manos del héroe, que ahora sostienen mi cabeza para acercarme a sus labios, me retienen un breve segundo a una distancia que no alcanzo a dimensionar, y yo deseo observar su rostro para saber si mi acto le ha ofendido o no.

Sin embargo, no puedo.

No puedo, pues el trozo de tela aún sigue cubriendo mi vista, y no soy capaz de apartar la venda de mi rostro, pues cualquier movimiento que intente hacer con mis manos produce irremediablemente que me sofoque con la correa que aún se encuentra alrededor de mi cuello.

Deep Night - [Katsuki Bakugō]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora