Round 8

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Me encuentro de pie frente a la cama admirando el tonificado cuerpo de Katsuki Bakugō que sólo me pertenece a mí.

Desde mi altura, me sorprende que el imponente cuerpo de este hombre se encuentre en un continuo estado de reposo aún cuando está atado a la cama y con el miembro a mil revoluciones.

No ha dicho ni una sola palabra, aunque debe estar ahogado por enunciar alguna orden.

Por primera vez, creo que soy consciente del grosor de su cuello, que curiosamente se vuelve algo rojo abarcando también su mandíbula y sus mejillas.

Me deleito al notar que su nariz respingada toma aún más protagonismo cuando la venda le cubre los ojos, y mi cuerpo reacciona al estímulo visual de ver su quijada despegar sus labios cuando respira con fuerza al contraer su cuerpo sobre las sábanas de la cama.

A estas alturas, sus pezones también han alcanzado a endurecerse, y el forcejeo que el rubio hace con las amarras se convierte en la única forma de comunicar que ya está listo para la acción.

Y yo también lo estoy.

Después de haber mimado por suficientes minutos su glande con mi lengua, he abandonado esta habitación para volver con las compras que hice el día de ayer pensando en esta misma velada.

Lamentablemente, la falta de comunicación me ha hecho perder un par de billetes en cuestiones que ya ha utilizado el astuto sujeto frente a mí (lo peor de todo, con mucho menos presupuesto), pero aún conserva la utilidad el objeto que más emoción me provocaba;

Una fusta.
































Cariño,

No soy una experta.















Si algo he aprendido, es que es imposible ir de cero a cien.

Siento la sangre acumularse en mi rostro, pues aún recuerdo la mirada estupefacta de la muchacha que me reconoció al entrar a su tienda y yo muero de vergüenza.

Me juró mantener el maldito secreto, pero también me recomendó comprar el objeto más básico de su tienda.

Observo con detención el largo objeto en mis manos, que sólo posee en el extremo superior una corta correa de cuero que une sus dos extremos a la delgada y flexible vara de color negro.

Sé que él aún es inconsciente de la existencia de este objeto, pero yo también lo fui respecto de sus condenados juegos, así que, no pierdo muchos segundos más, y vuelvo a mis niveles de concentración para acercarme a la cama.

Toco entonces con delicadeza extrema la planta de su pie izquierdo con la punta de la fusta.

Su pie se contrae de forma brusca, pero no lo aleja de la sensación abrumadora de cosquilleo que le provoca el objeto. En cambio, su pelvis se presiona contra el colchón.

Katsuki Bakugō no emite sonido alguno.

Me pierdo unos instantes en el movimiento involuntario que los dedos de sus pies realizan al compás del movimiento de mi fusta, hasta que pareciera que el objeto deja de generar sensasiones intensas.

Muevo entonces la punta de la fusta sobre su tobillo, y deslizo con suavidad por el interior de su pierna.

Me percato de sus vellos erizados, y de la contracción evidente que lo invade cuando me esconde la pierna que presiona sobre la sábana. Sin embargo, la fusta continúa su viaje sobre el muslo interior y asciende hasta que roza sus testículos.

Deep Night - [Katsuki Bakugō]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora