Round 5

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Me tomo un par de segundos.

Tal vez, un minuto completo.

Y es que me permito observar al hombre que amo tendido en nuestra cama, respirando con un poco de esfuerzo mientras su mirada carmesí se dirije a mis manos que frotan entre sí mis muñecas.

No las veo, pero percibo con claridad que las cuerdas han dejado sus marcas, las que tal vez duren un par de horas en mi piel.

Luego, mis manos frotan mi cuello que en algún momento se vió inesperadamente forzado a soportar el peso de mi cuerpo.

Giro de forma circular mi cabeza para sentirme más cómoda, y mi cuerpo sobreexitado agradece esta pequeña pausa que también me otorga la posibilidad de analizar mis futuras opciones.

A decir verdad, estoy sorprendida. El rostro de Katsuki muestra una ligera sonrisa que ha perdido orgullo y altivez y da lentamente paso a una expresión de expectación.

No tiene intenciones de tomar la iniciativa, a pesar de que su miembro evidencia que debe estar bordeando el límite.

Mi cuerpo arrodillado en esta cama se acerca al cuerpo de este hombre, y me acomodo sobre él de manera que en el intento de acercarme a sus labios mi entrepierna roza su pene.

Sé que no hay intenciones de acabar pronto, así que, mi cuerpo comparativamente más pequeño al de él se acomoda sobre su pecho y me abro de piernas sobre su torso bajo, y sé que le amo cuando una de sus manos busca una de mis piernas para arrastrarme con fuerza sobre él para acercarme más a su rostro, mientras la otra se desliza con mesura por la parte trasera de mi cabeza para reclamar mis labios y acercar mi rostro al suyo.

Su beso resulta tierno y arrolladoramente extraño, pues dista abismalmente de la brutalidad de sus embestidas hace siquiera dos minutos. Sin embargo, no estoy para cuestionarme la racionalidad de nuestras acciones en este contexto, y tan sólo me limito a seguirle los mimos.

Mis caderas de todos modos se mantienen en un constante vaivén sobre él, mientras escucho su ronroneo grave que responde a la descarga eléctrica que siempre ha experimentado cuando mis dedos se deslizan con suavidad sobre su cuero cabelludo, y sé que no se arrepiente de haberme desatado una vez que él también puede experimentar mis manos sobre su piel.

Mis labios se extienden en una sonrisa, y me alejo a pesar de la resistencia de su mano sobre mi nuca que no quiere que tome distancia.

Nos miramos un par de segundos en absoluto silencio, y entonces él acerca su rostro al mío para besarme. Su nariz choca torpemente con mi mejilla, pero su lengua que ingresa con decisión a mi boca me permite olvidar que es más común de lo que se llegara a pensar el que actuemos con torpeza en medio de nuestras demostraciones de amor.

Sus manos entonces sueltan mi cuerpo, y noto que el rubio palmea un par de veces sobre el colchón hasta que obtiene lo que quiere, escuchando el movimiento de la cuerda que el rubio comparte de una mano a la otra y luego tira de ella para generar presión sobre mis piernas.

El movimiento es algo sonso, y no presto demasiada atención cuando mis manos están jugando con su cabello y su hombro, pero un nuevo movimiento me hace fruncir levemente el ceño.

Sus manos se deslizan sobre mis piernas con poca confianza, y pareciera que ya no desea permanecer en esta posición, pero tampoco hace un gesto definitivo que me indique lo que quiere hacer.

O tal vez sí.

Pasados unos segundos, el rubio vuelve a jalar dos extremos de la cuerda hacia mí, ejerciendo esta vez presión sobre mis nalgas al acercar mi cuerpo hacia él con aquel restrictivo material, pero la presión se detiene apenas un instante después.

Deep Night - [Katsuki Bakugō]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora