Capítulo 8

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╰─────────────➤✎ Inefable 🍂

"Su rostro al igual que su cuerpo, demostraban el total éxtasis que estaba sintiendo en ese momento. Sus piernas delgadas, sólo se concentraban en moverse frenéticamente de adelante hacia atrás sólo buscando enterrarse más en el cuerpo ajeno.

Simón nunca se había sentido tan deseoso. Parecía su mejor polvo en aquél momento, y todo parecía mejorar el ambiente con los hermosos y agudos gemidos que su amante dejaba salir entre cada embestida.

No necesitaban palabras. Todo se reflejaba en sus cuerpos. El sudor perlaba su humanidad, y su virilidad se hallaba en un lugar cómodo y acogible.

¿Cuándo habia sido la última vez que se había sentido así? No sabría describirlo, pero le encantaba.

Los movimientos se tornaron más bruscos, desesperados. Nunca le había encantado tanto ver a una persona sudada.

Entre jadeos y bramidos sentía que iba a llegar, podía tocar el cielo con sus dedos, podía incluso acariciarlo, un leve apretón del interior bastó para finalmente, llevarle al orgasmo, y dejar salir aquella sustancia nacarada de su miembro.

Dio un gemido satisfactorio. Nunca había tenido sexo de manera tan apasionada, y le alegraba que su amante pensara lo mismo, pues sentía los temblores del cuerpo ajeno.

Decidió echar un vistazo a la persona que le había hecho tener dos orgamos seguidos.

Más sin embargo no logró mirar su rostro, porque vio su cuerpo.

Tenía pene."

Sudoroso se levantó sobresaltado. Miró a todas partes buscando alguna señal de que no hubiera sido un sueño... y para su dicha sólo había sido eso. Un vil sueño.

Notando que apenas era de madrugada, volteó su mirada entre temblores, con evidente bochorno, y sí, Manuela dormía recogida a su lado, eso le alivió de sobremanera, el saber que no había pasado en la vida real, y que, gracias a Dios, solo había sido un sueño.

Pero... se había sentido demasiado real. Todavía sentía el estremecimiento en su parte baja, y al tocar su rostro, pudo comprobar que estaba totalmente sonrojado y sudante.

Pero lo peor, oh, lo peor, fue cuando miró hacia abajo, y se dió cuenta de la terrible erección que tenía, levantando su cobija cual carpa de campaña.

¿Qué podía hacer? ¿Despertar a Manuela? No podría; más que nada porque sabía que ella necesitaba dormir. Tanpoco iba a recurrir a auto complacerse, sería muy degradante, que un hombre con alta líbido, se echara mano, como si fuere un adolecente precoz.

Aunque pensándolo bien... no era tan mala idea, viendo la situación en la que se hallaba.

Miró nuevamente a su amante real, y recordó la figura de su sueño, ambos tenían cabello negro y rizado... ¿¡Pero definitivamente no podía ser ella, o sí?!

Maldita sea. Odiaba a morir su mente.

Como fuere, sólo había una opción y era rogar que hubiere agua en la bañera, porque ni de coña iba a ir a masturbarse en otro sitio que no fuera el baño.

Inefable "Sucre x Bolívar"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora