Capítulo 11

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╰─────────────➤✎ Inefable 🍂

El tiempo pasaba volando, o por lo menos así lo sentían todos, que las semanas e inclusive las horas avanzaban con rapidez. Cada día se acercaba más el momento en que tendrían que dejar la calma que Santafé podría ofrecerles, para volver a los rifles, fusiles, y a los percances generales de la guerra.

El que irónicamente deseaba más esto; por extraño que sonara, era Sucre. Ya se había hecho a la idea, y lo aceptaba sin lugar a dudas. Mónagas no había regresado, pero sinceramente (y por mucho que odiara admitirlo) le estaba empezando a dar igual, era la desventaja de no tener ni siquiera correspondencia para saber del otro.

— Antonio — Oyó la voz de Laurencio llamarlo — Te necesitan.

— ¿Quién? — preguntó. Tal vez era el sastre que había mandado llamar para hacerle medidas hace unos días, o incluso Páez, o Manuelita, quién cada día se mostraba más hermosa que nunca.

— El rubio — Respondió vagamente.

— ¿Cuál de todos? — preguntó nervioso, no fuera a ser Sandes.

— Eh...¿O'Leary? Sí, O'Leary.

Y Antonio José dejó de hacer sus cosas para casi correr a su encuentro. Florencio era un hombre bastante útil y muy querido cuando lo ameritaba.

Bajó las escaleras de sopetón, y ahí vio al pequeño hombre, que se veía frágil, pero sólo era una fachada.

— ¡Ah! Antonio, un gusto verte — Estrechó su mano con suma efusividad.— ¿Hace cuanto no nos vemos? ¿Y ahora vives con Laurencio? Vaya eso no me lo esperaba...¡Pero no se vaya edecán Laurencio! Que los necesito a los dos — le dijo al morocho cuando iba a retirarse. — En fin, ¡Tengo noticias! La hija de Doña Asunción ya cumplió quince años ¡Y qué guapa está! Y además.....

Algo que había olvidado; O'Leary tenía una habilidad muy especial para hablar rápido y sin dejar hablar a los demás. Esperó pacientemente hasta que comenzó a hablar de más.

— Míster O'Leary, calma — cortó abruptamente, aunque de manera tranquila — Si quiere entramos y nos ponemos al corriente...si no hay problema claro.

— Ah, cómo quisiera...¡Pero acabo de recordar por qué venía! — Laurencio y Sucre se miraron entre sí — El libertador les mandó un mensaje.

— ¿El cuál es...? — Preguntó ya cansado José Laurencio de tantas largas.

— Bien. Ustedes deben de estar más que enterados de lo que pasa ahora ¿no? Bueno, Simón ya pidió que terminen todo pendiente que tengan aquí. Nos vamos en Junio.

— ¿Hacia donde? — volvió a preguntar Laurencio.

— A Guayaquil, es el asunto que tanto les ha hablado Simón ¿no?

— Estamos a Marzo — le recordó seriamente. — Mínimo que nos den seis meses de vacaciones ¿Es lo prometido, no?

— Sí, pero Simón se veía muy alterado...y Sucre, felicidades. ¡Te vas ahora mismo! — Lo último lo dijo en una alegría que contrastaba con el rostro anonadado de Sucre.

— ¿Q-qué?  — Preguntó estupefacto Antonio. — ¡¿Pero porqué?!

— Ah, sí. Hubo arreglos... ¿Saben que Guayaquil tiene un gobierno provisional, no? Pues si envían un delegado, tal vez los Guayaqueños e incluso Quito se acogerían a la república. Y el libertador decidió que lo mejor era que tú asumieras tal responsabilidad, por tus habilidades de estadista y oratoria.

Inefable "Sucre x Bolívar"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora