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Taeyong suspiraba mientras curaba las heridas de su compañero de piso. Johnny tenía un montón de estas en el torso, algunas estaban abiertas y otras eran grandes y moradas.

— ¿Dónde te fuiste a meter? —Taeyong suspiró por milésima vez, pero continuó auxiliando a Johnny.

— Fui a hacer justicia.

— Deberías dejar de ver películas de superhéroes.

— Al menos yo puedo nombrarlos.

— Detente —Taeyong rodó los ojos.

Cuando terminaron, Taeyong recogió el botiquín de primeros auxilios y se alejó. Johnny finalmente podría recostarse en el sofá y mirar la televisión.

Estaba orgulloso de ver lo que estaba por todos los noticieros matutinos. Lo que él hizo. La foto del dueño del burdel siendo mostrada y Johnny amó verla. Sus heridas no dolían tanto cuando veía que el villano principal había sido derrotado.

Por las noticias, y por su aportación sobre el reporte del lugar, Johnny sabía a dónde habían ido todos esos niños. A un orfanato. La mayor parte de los chicos habían tenido que quedarse ahí puesto que no tenían padres o porque simplemente fueron abandonados. Sólo uno o dos fueron devueltos con sus padres, alrededor de tres de ellos eran mayores de edad y pudieron hacer lo que quisieron. Donghyuck, el chico que Johnny había conocido, pertenecía al primer grupo.

Algo hizo click en la cabeza de Johnny en cuanto recordó al peli castaño. Comenzó a mirar alrededor de las habitaciones. El departamento donde él y Taeyong habían vivido por alrededor de dos años tenía cuatro habitaciones: dos dormitorios, un baño, y una sala de estar que conectaba con la cocina. Para dos personas, era bastante espacioso...

— Taeyong —Johnny llamó a su compañero — ¿crees que aquí haya espacio para una persona más?

Taeyong caminó de regreso a la sala.

— No lo sé, pero supongo que podemos tener dos compañeros más.

Eso era todo lo que Johnny necesitaba.

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El orfanato era muy diferente a lo que Johnny imaginaba. Los niños allí parecían felices. Johnny vio un grupo de pequeñas niñas persiguiéndose la una a la otra en el patio en cuanto entró. Parecían tan jóvenes que Johnny se sintió mal de que estuvieran allí aun si parecían felices.

Por supuesto, no sabían lo que era vivir en una familia normal.

— Buenas tardes, Señor Suh —una mujer con una cálida sonrisa recibió a Johnny.

Lo dejó pasar y lo guió hasta su oficina.

— ¿No es un día grandioso para venir y ayudar a los niños? —chilló, poniéndose emocional — ¿Le gustaría una taza de café o de té?

— Lo siento, pero, ¿podemos hacer esto rápido? —Johnny se aclaró la garganta —Tengo clase en dos horas.

— ¿Clase? —la mujer levantó las cejas — ¿Qué edad tiene? No luce como un profesor.

Demonios, como se habían invertido las cosas. Ahora estaba siendo interrogado sobre su edad.

— Tengo veintiuno.

— Oh... es realmente joven.

— Pero eso no significa que no puedo adoptar, ¿verdad?

— ¡No, por supuesto que no! En algunos países, la gente puede adoptar a partir de los dieciocho.

𝖳𝗁𝖾 𝖥𝗈𝗎𝗋 𝖶𝖺𝗅𝗅𝗌 𝖮𝖿 𝖮𝗎𝗋 𝖱𝗈𝗈𝗆 || JohnhyuckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora