The Pretty Slave (Eustass Kid x OC)

Capítulo 9

—Asegúrense de cargar los suministros antes de que se vayan a la taberna —ordenó Kid, agarrando a Yukihime de la muñeca—. Killer, estás a cargo.

—Kid, ¿qué harás mientras tanto?

—Tengo cosas que hacer —respondió mirando a Yukihime. Dejó de sonreír cuando notó que ella estaba seria.

Killer, Wire, y Heat suspiraron. Ya llevaban varios días dándole lecciones a Kid sobre cómo tratar a Yukihime, y cómo hacer que ella se enamorara de él, pero lo miraban fallar con el estilo propio de un idiota como él en cada intento.

Al menos ya no la hacía bañarlo y alimentarlo y quitarle las botas. Era más reservado a la hora de tener sexo con ella, y ya no le gritaba como al principio. 

Le daban crédito por los avances, pero le faltaba mucho camino por delante y temían que al dejarlo solo con ella, él podría hacer algo tonto si perdía la paciencia.

Ese día Kid había pensado en llevar a Yukihime de compras, y lo hizo tal cual, pero le estaba hartando que nada de lo que hacía pudiera cambiarle esa cara de "esclava deprimida", como le decía en su cabeza.

No sabía qué más quería de él. Ya le había comprado muchos vestidos y zapatos lindos y costosos. La llevó a arreglarse el cabello, las uñas, y le dio algunas joyas invaluables de los tesoros que tenía en el barco y también le compró algunas, pero la mujer simplemente no sonreía ni le dirigía la palabra. 

Yukihime llevaba días sin hablar más de lo que fuera necesario, y todo comenzó porque se decía que no podía permitirse empezar a gustar de Kid. Creía que entre más lo ignorara menos lo desearía, pero su plan le fallaba cada vez que lo miraba intentando cocinar para que comieran juntos en la cama en los últimos días.

Le daba gracia el notar que se esforzaba por dejar de ser tan odioso, y claro que se daba cuenta de que era más gentil y considerado a la hora de hacerlo con ella, mucho más cuando la besaba ahí abajo.

Se avergonzaba de pensar en eso, y más que nada porque sentía ganas de estar con él cuando lo recordaba.

Los gemidos de Yukihime era lo único que Kid conseguía de ella, porque para bien o para mal, ella no podía disimular que le gustaba cada cosa que él le hacía. 

Tal vez podía ignorarlo y evitar hablar con él más de lo que consideraba necesario, pero nunca lograba fingir que no le encantaban esas sensaciones que la hacía sentir.

—Yukihime —murmuró Kid, mirándola distraída. Estaban en una plaza llena de gente y tiendas vistosas—. Te... te... te ves muy bonita. 

Yukihime volteó hacia él.

—Gracias, y gracias por todo lo que compraste.

—Es... es para ti —dijo poniéndose mucho mas rojo que antes de que le dijera que se miraba bonita.

Kid suspiró cansado. Quería que ella le sonriera pero seguía muy seria.

—Entonces muchas gracias —dijo Yukihime.

Usaba un vestido rosado muy elegante y un par de zapatos de tacón de color rosado. En la estética la habían peinado como una princesa. Kid hasta le dio una tiara y joyas dignas de una reina.

—¿No te gusta?

—No lo sé.

—Es como te vestías, ¿o no?

—Eso fue antes, cuando era una princesa. Ya no soy una princesa.

—Pero todavía lo eres.

—¿Y por eso me odias?

—Yo no te odio.

—Me has dicho hasta el cansancio que odias a los nobles. Entonces por eso me odias a mí.

Kid volteó hacia otro lado. La había llevado a comer a un lugar elegante donde amenazó al gerente para que nadie los molestara, le dio lo que quiso de un menú cuyos extraños nombres solo ella podía pronunciar, y la estaba consintiendo más de lo que debería. Entonces, ¿qué más quería esa maldita mujer?

—Ya. ¡Me hartaste! —dijo enojado, antes de agarrarla de la mano—. ¡Eres mía y tienes que complacerme! ¿Y adivina qué? ¡No me complace que estés con esa cara de general cuando intento hacerte feliz!

—Ese es el Kid que conozco —murmuró Yukihime, sin alterarse ni un poquito.

—¿Qué tengo que hacer para que estés feliz, mujer?

—¿Feliz? Me has tenido como tu esclava durante semanas, ¿y ahora me dices que quieres hacerme y verme feliz? ¿Estás mal de la cabeza?

Kid gruñó con ira haciendo un ademán de impaciencia. Lo había decidido. Iba a hacer lo que planeó cuando zarparon de la última isla.